La Primera de los Grises

5 - Alara y Shin – 1

El Consejo Oscuro era un poco más que su reputación. Entre ellas y los Vigilantes habían peleado con una docena de siths y la sala de los rituales eran ruinas. Thirin estaba peleando con un gigantesco purasangre mientras Satele peleaba con una twi’lek. Ella estaba enfrentada a un dúo de togrutas. Ambos atacaban al mismo tiempo y ya estaba harta de ellos. Mientras los enfrentaba había derrotado al resto, liberando a sus amigos para que puedan ayudar al resto de los grises a través de la Joya. Mientras corría por una pared escuchaba lo que decía Artrisa por el comunicador.
“Malgus está camino hacia ustedes, maestra… Un momento.” Dijo mientras escuchaba una explosión en la distancia. “Lo perdí de vista por un segundo, está peleando con alguien… y creo que perdió un brazo.”
Alara saltó un ataqué para patear a uno de sus enemigos mientras veía a Juna pelear con una docena de soldados en la entrada de la sala, pensando en quién podría estar peleando con Malgus, solo vino su prometido a su mente.
“No sé quién es.” Agregó Gundar. “Ese sith es gigantesco.”
Sus enemigos parecían atacar en tándem, así que usó su telequinesis para romper su coordinación, encontrando un hueco para lastimarlos. Cansada, saltó hacia atrás para ganar impulso y mandar todo lo que tenía enfrente hacia ellos. Las piedras la ocultaron y terminó noqueándolos con su bakuuni. Cuando iba a ayudar a Satele, esta le gritó que tenía que encargarse de Malgus si quería que todo terminara. Su amiga tenía razón. Corrió hacia Juna para revolear a los soldados con su telequinesis y detenerse a revisar a su padawan. Juna la empujó para obligarla a seguir. El brazo de Malgus estaba frente a un hueco en la pared, del otro lado estaba el sith hablando con alguien que estaba empalado a la pared y sentado sobre un charco de sangre. Era Shin, su sonrisa estaba roja de sangre y apenas podía moverse. Su vínculo estaba roto, ya que no podía sentirlo a través de la Fuerza. Malgus se volteó para darle la bienvenida.
“Ah, la Segunda de los Grises.” Dijo mientras daba un paso hacia adelante. “Estábamos esperándote, Ihsahan va a verte morir, pero no te preocupes. Me encargaré de que vuelvan a encontrarse.”
Alara no esperó un segundo.

Shin vio a su prometida entrar por el hueco en la pared para solo dedicarle una mirada a Malgus, Alara saltó directamente a pelear. Sus ojos no podían seguirla, sus movimientos estaban pulidos y estaba seguro de que tenía muchísima más experiencia que antes. Shin no entendía la pelea, ambos eran más rápidos de lo que sus ojos y su cansado cuerpo podían seguir y lo que pensó iba a ser largo, terminó siendo solo un momento. Alara estaba atacando con muchísima vehemencia y sus hermosos ojos naranjas estaban brillando con el fuego de sus emociones. Malgus, en cambio, no estaba peleando por nada más que su propio ego, ella estaba peleando por el futuro de la galaxia, el futuro de los grises y su propio futuro. Shin los veía moverse por todo el salón, veía los relámpagos descargarse en sus manos. Su prometida atrapó uno de ellos para potenciar su bakuuni, seguido destruyó el pecho de Malgus con una patada, terminando al cortar el brazo de Malgus con un rápido giro mientras separaba sus sables. La pelea terminó con un gran giro de talón que enterró al sith contra una estatua. Esta se desarmó sobre él mientras Alara corría a toda velocidad a rescatarlo. Su prometida estaba llorando cuando se arrodilló sobre él. Shin hizo fuerza con todo su cuerpo para intentar levantar su mano derecha, pero solo reaccionaron sus dedos. Notando esto, Alara puso su mano sobre su pierna para luego mirarlo con curiosidad. Shin no sentía nada de lo que quería, sabía que tenía que estar feliz por tenerla a su lado después de tanto tiempo, pero su corazón estaba frío y su cabeza calculadora. Sonrió para ella, solo porque era lo que quería hacer desde que se habían separado.
“Me… encantan... tus ojos… naranjas, preciosa.” Dijo entre sus bocanadas de aire. “Siempre hueles tan… bien…”
“¡Shin!” Gritó desesperada cuando notó la herida en su pecho. “¡Necesito un médico!” Agregó a los gritos por el comunicador. “Voy a tener que quitarte esto del pecho...”
“No siento… nada.” Dijo sonriente el gris. “Voy a dormirme una siesta, preciosa…”
“Nada de eso… quédate conmigo un rato más.” Dijo apurada Alara.
La gris tiró para quitar el banderín de su pecho y ponerse a sanar su herida. Shin quería verla brillar, pero sus ojos no le dieron ese placer. Solo podía ver sus ojos naranjas apagarse lentamente.
“¿Cómo estás? ¿Cuándo volviste? ¿Por qué no puedo sentirte?” Dijo acongojada Alara.
“Mucho mejor ahora que te veo, tesoro…” Dijo cansado Shin. “Voy a dormirme un rato… ¿Estarás a mi lado cuando despierte?”
“Siempre voy a estar a tu lado, Shin…” Dijo acongojada Alara.
La gris vio a su prometido desmayarse mientras notaba lo pálida que estaba su cara.
“¡NECESITO UN MÉDICO! ¡AHORA!” Gritó con fuerza por su comunicador.
Alara no podía creer que no pudiera sentir a su prometido, pero más le preocupaban sus heridas. Salvó su vida al sanar su pecho mientras notaba que tenía todas las costillas rotas y probablemente tenía lastimada su espalda. Cuando estuvo fuera de peligro, lo miró por un largo rato para luego besarlo. Había extrañado sus labios mucho más de lo que creía. Lo atrapó entre sus brazos para notar a un par de soldados levantar con cuidado a Malgus. Los miró con todo el desprecio que sentía en esos momentos, pero nada iba a separarla de su padawan. Malgus estaba inconsciente y lo llevaron a la rastra mientras ella miraba a su prometido. Su armadura estaba destruida y su máscara estaba partida en dos en el suelo. Trajo sus sables con su telequinesis para ponerlos en su cinturón cuando escuchó pasos detrás de ella. Thirin venía custodiando a Hussan, un grupo de médicos de la República y a Tori. Ambos corrieron hacia ella mientras los médicos armaban una camilla detrás de ellos. Hussan se acercó para revisarlo a toda velocidad.
“Perdió mucha sangre y tiene muchos huesos rotos.” Dijo con prestancia Alara.
“Shin…” Dijo sorprendido el sith. “¿Dónde está Malgus?”
“Se lo llevaron, no pude…” Dijo apenada Alara.
“Nada que lamentar, maestra. Necesita una transfusión y un par de días en el tanque.” Dijo con seriedad el espía.
“No quiero separarme de él, pero… Voy a terminar esto y los sigo.” Dijo con decisión la gris. “Tori, te encargo a mi padawan.”
“No te preocupes por él, maestra.” Dijo Tori mientras se acercaba a sacarle los guanteletes. “Creo que lo quemaron con un relámpago.”
“Eso puedo oler, Tori.” Dijo pensante Hussan. “Ve por ellos, Alara. Vitti encontró una nave extraña, Keyfour estaba dentro.”
“Lleven todo al Guardián, por favor.” Dijo apenada Alara mientras miraba a su prometido. “Enseguida vuelvo, Shin…”
Alara corrió como si su vida dependiera de eso.



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En el texto hay: starwars, star wars, acción drama romance

Editado: 26.12.2023

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