Shin por fin se puso de pie luego de un par de días de descanso. Hablaba solo con ella y todavía no había salido de su habitación. Se aferró a su brazo para su primera visita, Keyfour. El astromech estaba reparando su caza junto a Vitti y ambos se acercaron a saludarlo. Su mecánico amigo estaba como nuevo y Vitti se había tomado el tiempo de pintarlo. Shin se giró para ver las decoraciones de los grises sin poder sentir orgullo por ellas.
“Shin…” Dijo contenta Vitti mientras lo apretaba con cariño. “¿Cómo estás? Hussan me dijo que no deberías moverte mucho.”
“Bien.” Respondió con seriedad. “No…”
“No siente dolor, Vitti. Creo que necesita estirar las piernas un poco.” Dijo sonriente Alara. “Keyfour me contó detalles de sus aventuras.”
El astromech pitó varias veces.
“Es cierto.” Dijo con seriedad Shin. “Se ganó la amistad de los enon, tarea difícil para alguien como él.”
“Me imagino…” Dijo pensante Alara.
Vitti estaba mirándolo con curiosidad.
“Ya hablé con todos, Shin. Los chicos volvieron al templo para estudiar un poco sobre los efectos de las desconexiones, Yahún y Thirin están haciendo lo mismo en Coruscant.” Agregó mirando a Vitti.
“No te preocupes, Shin. Todos estamos aquí para ayudarte.” Dijo sonriente la twi’lek.
“Me disculpo por ser una molestia.” Dijo con seriedad Shin. “No hay nada que hacer, Alara. No deberían malgastar su tiempo en mí.”
“Malgastaremos todo el tiempo que queramos, Shin.” Dijo sonriente Alara. “Tu mamá quería verte, ya sabe que estás de vuelta. Cuando te sientas mejor volveremos a casa.”
Shin no sabía que iba a pasar con él. Todo era frío y distante, cada palabra, cada caricia era un recuerdo lejano que no podía traer a su mente. El anhelo que siempre sentía por su prometida ya no existía y lo único que quería era dejar de existir.
“¿En qué piensas?” Preguntó sonriente su prometida.
“No quieres escucharlo.” Dijo con seriedad Shin. “¿De dónde sacaste tantas naves?” Preguntó para cambiar de tema.
“Son tuyas, o por lo menos eso dijo Hussan.” Respondió divertida Alara.
“Ya veo, deben haber trabajado bastante para recuperarlas.” Dijo pensante Shin. “Noté algunas caras conocidas mientras caminábamos por el pasillo.”
“Muchos vinieron con nosotros.” Dijo contenta Vitti. “Otros son mandalorianos.” Agregó mirando a Sanza caminar hacia ellos.
“¡Shin!” Gritó contenta mientras se acercaba. “Bienvenido, estoy asombrada por el estado de tu armadura, Vera va a estar ocupada.”
“¿Encontraron algo útil en lo que descargaste, Keyfour?”
Keyfour estaba entusiasmado.
“Estuvimos revisando esa base de datos, había mucha información del planeta y algunos detalles de esas máquinas…” Dijo al aire Vitti. “No puedo creer que hayan sido construidas con el ADN de la gente de la Cascada. El profesor se cayó de su silla cuando se enteró. Envié todo hace unos días, espero que no sea un problema.”
“Para eso lo trajimos.” Dijo con seguridad Shin.
Alara levantó su holo para leer un mensaje.
“Quiero presentarte a alguien, Shin.” Dijo divertida Alara. “Hice amigos en la Orden y conocí al jefe de Mirabella. Nos vemos más tarde, Vitti. Keyfour debe estar molesto con tus cambios en mi nave.”
“No tanto.” Dijo divertida Vitti. “Después voy a visitarte, Shin… Tu novia es celosa.” Agregó jocosa. “¿Te dijo que durmió toda la semana contigo? Shia tuvo que llevársela a tu habitación porque se durmió junto al tanque.”
Shin miró con curiosidad a Alara mientras esta tironeaba de su brazo.
“No me dijiste eso.” Dijo con seriedad Shin. “¿Hace cuanto no dormías?”
“Desde que te fuiste…” Dijo avergonzada Alara. “Tenías razón… Aprendí muchos estos meses.”
“No pensé en eso cuando me fui, Alara. Mis…”
“No te disculpes, estúpido.” Dijo divertida Alara. “Dormí como una beba estos días… Solo significa que te necesito en mi cama.”
Alara notó que Shin no dijo algo.
“¿Qué?” Preguntó jocosa.
“No debo ser buena compañía en estos momentos.” Respondió con seriedad.
Alara respondió con una sonrisa.
“Te extrañaba tanto que no me molesta tu silencio. Además… yo sé que eras extrovertido para mí, Shin.” Dijo mientras saludaban a alguien por el pasillo. “Mirana me dijo que así eras en el Imperio.”
“Es probable.” Respondió con seriedad.
“¿Cómo te sientes? ¿Mareado? ¿Cansado?” Preguntó con curiosidad.
“Nada que reportar.” Respondió al instante.
“Cualquier problema que tengas, me lo dices. ¿Me escuchaste? No quiero que vuelvas a mentirme… Las chicas me contaron todas tus historias del Imperio, incluso lo que hacías entre las sábanas…” Dijo celosa. “Lo importante es que sé que eres un gran mentiroso, Vitti me contó que hasta bailabas si era necesario…”
“Así es el espionaje, Alara. Tienes que usar cada ventaja que tienes para obtener información o quebrar a un rival. No todo se soluciona con violencia.” Respondió con seriedad Shin.
“Lo sé, pero justamente por eso tienes que ser sincero y decirme todo.” Dijo con firmeza Alara mientras se detenían frente a una puerta. “Si te duele algo o si… sientes que estaríamos mejor sin ti.” Agregó con tristeza.
“Así me siento, Alara.” Dijo con seriedad Shin. “No quiero arruinar tu futuro.”
“El único futuro que podría arruinarme es uno sin ti.” Dijo al instante Alara. “Me diste mucho más de lo que crees, Shin.”
La puerta se abrió para que Satele se asomara a mirarlos con curiosidad.
“Podemos escuchar todo, Alara.” Dijo con seriedad la mujer.
“Perdón…” Dijo sonriente la gris.
Alara arrastró a Shin dentro de la sala de reuniones para encontrarse con un hombre y Mirabella. La jedi pasó detrás de ellos para sentarse junto al hombre mientras la espía se acercaba a apretar su mano.
“Shin, te presento a Satele y Vaner Shan.” Dijo sonriente Alara. “Supongo que reconocerás el apellido.”
Shin sabía que debería estar entusiasmado al conocer al hijo y la nieta de Revan.
“Mucho gusto.” Dijo con seriedad Shin. “¿Le diste la máscara?”
“Él día que lo conocí, supuse que eso sería lo que tú harías.” Dijo contenta la gris.
“Era lo correcto.” Dijo con seriedad Shin. “Gracias por ayudarnos en estos tiempos difíciles, Director. Espero que no haya sido muy costoso para el SIS.”
“Nada que un par de misiones no arregle, Shin. Es un placer conocer al famoso líder de los grises.” Dijo sonriente el hombre.
“Alara es la líder hace tiempo.” Respondió con simpleza Shin. “Su hija no era una Shan cuando estaba en la Orden.”
“Se enteró hace poco.” Dijo pensante Mirabella. “¿A esto te referías, Ali?”
“Sí… Ya conocen tu historia, Shin. Satele quería hacerte algunas preguntas.” Dijo sonriente Alara. “Shin está desconectado de la Fuerza, Satele.”
“Lo noté…” Dijo con seriedad la jedi. “Shura va a estar feliz de escuchar eso.”
Alara la miró con desdén.
“Mis disculpas, es extraño tener a Darth Ihsahan enfrente. Escuché las historias de los que sobrevivieron y tenerlo enfrente…” Dijo con seriedad Satele. “Yo no estoy feliz de verte así, Shin. Ahora entiendo lo que has hecho en el Imperio y como has rescatado a estos siths.”
“Ellos son los verdaderos Imperiales, lo que aman al Imperio y a su gente. Me han seguido porque destruí el lugar que había creado para ellos.”
“¿Conocías a Satele?” Preguntó con curiosidad Alara.
“Ella era el ejemplo para seguir de Thirin y Syo en su momento. Supongo que la usaban a ella para no nombrarte a ti.” Respondió mirando a su prometida. “En su momento era conocida por su telequinesis.”
“Arranca puertas blindadas como tú.” Dijo divertida Alara mientras se aferraba a él.
“Yo te he visto compactar cazas en algunos videos.” Dijo divertido Vaner. “Prohibimos a los cazas atacarlos de sorpresa desde ese día.”
“Cualquier sith que se considere poderoso debería tener el poder para hacer eso.” Dijo con seriedad Shin. “Tú también puedes hacerlo.”
“Sí, pero prefiero desactivarlos con mis relámpagos.” Dijo divertida Alara. “Pregunta, Satele… No debería estar fuera de la cama, solo salió a pasear para estirar las piernas.”
“¿Cómo te desconectaron?” Preguntó con seriedad la jedi.
“Ritual, ya escuchaste la historia de Alara.” Respondió al instante Shin.
“Debes saber algo más…” Dijo pensante la jedi. “¿Fue algo como nuestra técnica secreta?”
“No.” Respondió al instante. “Los enon estaban haciendo un ritual, querían comunicarse a través del espacio, conectando la Fuerza a través de sus planetas. Ellos se comunican de manera diferente a ella que nosotros, ya que creen que la naturaleza misma es la esencia de su magia. Estos árboles son especiales, ya que crecen en lugares donde la Fuerza se congrega. Los Druidas eran los que estaban llevando a cabo el ritual, los Brujos, en cambio, querían apoderarse de la conexión para ellos. Lo que hicieron convirtió todo en una Barrera de Luz, matando a la Fuerza en toda la Cascada de un solo golpe. La masividad del evento no le permitió a la Fuerza recuperarse.”
“¿Qué querían ganar con ese ritual?” Preguntó con curiosidad Alara.
“Lo mismo que quieren hacer ustedes cuando meditan, conectarse a la Fuerza. Me imagino que al conectar los planetas a través de caminos estables ganarían facilidad con ciertas habilidades, como la telepatía, por ejemplo. Tal vez pudieran rastrear mejor a sus enemigos o encontrar aprendices perdidos en sus caminos.” Aclaró con prestancia.
Satele se cruzó de brazos para mirarlo con curiosidad.
“Hablas con demasiada seguridad, Shin.” Dijo sin pensar.
“Es lo último que he aprendido.” Dijo con seriedad Shin. “¿El SIS te he tratado mejor que la armada?”
“Bastante mejor…” Dijo divertida Alara. “Krishu no me habla… Los primeros días quería arrancarle la cabeza con mis propias manos…” Agregó apenada.
“Sus acciones han sido en respuesta a las mías.” Dijo con seriedad Shin.
“No todo es tu culpa, Shin.” Dijo sonriente Alara. “Luego me percaté del contexto y solo sentí lástima por él, deberían juzgarlo por sus acciones, pero no creo que la República haga nada al respecto.”
“¿Qué quieres que hagamos con la Cascada, Shin?” Preguntó sin cuidado Vaner.
Shin lo miró con seriedad.
“Di lo que piensas, Shin.” Dijo pensante Alara mientras lo miraba de cerca.
“Estoy acostumbrado a informar lo que va a pasar, pero no es algo que pueda hacer en estas circunstancias, ya que no puedo respaldar mis palabras.” Respondió al instante el gris. “Mi sugerencia es que esperen a que la barrera se degrade, solo serían un par de años o una década cuando mucho. Mientras tanto los enon recuperan un poco de su vida. Ustedes ya no se dedican a explorar la galaxia y solo lograrían que el Imperio gane nuevos esclavos. Lamentablemente ya no puedo cumplir la promesa que les hice.”
Alara estaba preocupada por su prometido, sus palabras sonaban mecánicas y sentía que estaba mucho peor de lo que dejaba ver.
“Shin, yo estoy aquí para ayudarte. Los Grises también, nada de eso cambió.” Dijo con seguridad.
“No es lo mismo, Alara.” Dijo con seriedad Shin. “Los enon viven en túneles y por lo que puedo entender esa inteligencia los dejaba vivir ahí por si necesitaba más material para crear más máquinas. No necesitan de ustedes o del Imperio en estos momentos, necesitan sanar su civilización y su conexión con la Fuerza.”
“Entendido, ese será el mensaje a la gente de la República.” Dijo pensante Vaner. “Ustedes tienen la llave a esa compuerta, de todas maneras.”
“No es relevante la llave, si quieren pueden destruir este lugar y acceder a la hiperlane, nadie podría detenerlos.” Dijo con seriedad Shin. “Supongo que estamos en guerra.”
“Pronto se declarará un cese al fuego.” Dijo pensante Vaner. “Alara volvió a derrotar a Malgus y perdió las batallas importantes en el espacio de la República… Suena raro decirlo en voz alta, pero extraño a vieja guerra fría, con un poco de suerte volvemos a ella.”
“Deberían tomar el tiempo para fortalecerse en lugar de desperdigar sus esfuerzos en controlar la influencia del Imperio en lugares que ya perdieron.” Dijo con seriedad Shin.
Shin tuvo que apoyarse contra una silla para tomar aire, un golpe de dolor atravesó su cabeza y tuvo que apretarse la nariz para resistirlo. Su mano estaba roja de sangre.
“Deberías sentarte, Shin.” Dijo con cuidado Vaner.
Alara se acercó para atrapar a su inconsciente prometido mientras gritaba por Hussan con todas sus fuerzas. Su felicidad se desvaneció por completo al ver a su prometido temblar entre sus brazos.