El primero en desfilar por la alfombra seria Lucifer dando inicio a la coronación para después salir mamá Ada tomada de la mano con mi mamá Melissa, para cuando llegaran al altar se pondrían cada una en una punta a esperar que pasara por en medio de ellas para poder subir las escaleras en donde me estaría esperando Lucifer. Y como dice el dicho, "Del dicho al hecho hay mucho trecho" y los nervios me carcomían mas y mas al escuchar como los tambores resonaban por todo el lugar.
-Lo harás bien mi amor- comento mi mamá Melissa tomando mi mano-
-Es solo que...estoy demasiado nerviosa-
-Concéntrate en que después de esto iremos por los cazadores- susurro dándome ánimos-
-Es verdad, eso es mas importante. Puedo con esto, es pan comido- asegure poniendo la cabeza en alto-
Estábamos en silencio escuchando los tambores cuando se detuvieron y escuche la voz de Lucifer.
-Por favor que no la cague- pedí juntando mis manos y mirando al cielo, o bueno al techo de la carpa en la que me encontraba-
-Se que muchos solamente han venido a comprobar si en verdad tengo una hija, y déjenme decirles que los entiendo completamente. Verán yo tampoco estaba convencido de eso porque como bien era sabido, los ángeles no podíamos tener hijos pero resulto que todo en lo creía era falso, por supuesto que podíamos tener hijos pero la sola idea de tenerlos me aterraba...-
-¿Acaba de admitir ante ochocientas personas que le aterra tener hijos?- pregunte asombrada-
-Es lo que acaba de decir-
-...¿Que clase de niño sobreviviría teniéndome como padre, no?. Aunque a pesar de que todas las pruebas me demostraban que esa pequeña mocosa era mi hija seguía escéptico a decir verdad, y no fue hasta que mi hermano, ¿Donde estas hermano?, Oh ahí esta, di "Hola" Amenadiel. No fue hasta que Amenadiel embarazo a mi terapeuta, di "Hola" Linda,...-
-Ya quítenle el micrófono por favor-
-...que entendí lo que habia aceptado inconscientemente tiempo atrás cuando la vi pelear en ese campo contra esos asquerosos Alfas. Ella era mi hija,...es mi hija. Una hija que al principio no quería tenerme en su vida porque pensaba que la habia abandonado y a la que prácticamente obligue a aceptarme como padre. Una hija que hizo sentir miedo de perderla aun sin conocerla del todo, una hija que arriesgo su propia vida para salvarme sin importarle nada, una hija que a pesar de todas mis fallas me sigue mirando como si fuera el hombre mas bueno del mundo,...-
-Lo eres-
-...una hija que a pesar de haberme perdido gran parte de su vida me incluye en ella como mi me conociera de toda su vida. Esa mujer a la que muchos de ustedes la conocen por ser cruel y algo abusiva pero que también la conocen por ser leal y protectora con los suyos, esa mujer es mi hija y a la cual estoy muy orgulloso de coronarla como mi princesa-
-Es hora- aviso Bri a través de la pulsera de mi madre-
Ellas me sonrieron y un portal se abrió cerca de ellas. Una vez que salieron me quede sola en la carpa esperando mi turno. Respire profundo notando como cada luz a mi alrededor se apagaba, era la hora.
-¡Que todo salga bien!- exclame en voz baja antes de tragar en seco al notar como poco a poco un portal se abría delante de mi-
Camine a través del portal con la cabeza en alto y a medida que avanzaba podía notar la increíble decoración del lugar, Briana si que se habia pasado.
Habia luces flotantes de diferentes tamaños sobre nuestras cabezas como si fueran estrellas aunque no en grandes cantidades dejando ver la enorme y hermosa luna justo detrás del enorme altar. El cual era de madera pintado de blanco con forma cuadrada y sus puntas unidas formando una cúspide al aire libre, todo estaba cubierto por una enredadera de rosas rojas y negras, con luces que le daba un toque rustico pero elegante. Las sillas de los invitados eran del mismo color que el altar y también habia enredadera con flores rojas y negras de decoración. A medida que avanzaba mi vista se centro en el frente, mas precisamente en las escaleras en las cuales habia velas rojas y negras encendidas y algunas completamente derretidas que marcaban el camino que debía seguir.
Mientras avanzaba escaleras arriba una sensación de intranquilidad me abordo de repente y eso fue algo que Lucifer noto al instante a medida que me acercaba a el.
-¿Estas bien?- susurro mientras tomaba mi mano-
-Algo no va bien-
-Solo son los nervios-
-La ultima vez casi mueres desangrado, ¿Seguro que quieres ignorar esto?-
Se quedo en silencio antes de darme una sonrisa y acercarse para besar mi frente.
-Nada va a arruinar esto. No cuando te vez así de hermosa hija-
Fue imposible no sonreír. Lucifer tomo mi otra mano y ambos nos giramos para ver hacia abajo, a todos los invitados. Mi vista recorrió a los invitados muy por arriba hasta llegar a mis hijos y al verlos no pude evitar sonreír aun mas al ver la cara de feliz cumpleaños de Thomas. Por otro lado Jack tenia la misma expresión que mi hijo, en verdad era otro niño mas. Unos minutos después Helena dio por inicio a la coronación.
Mientras ella hablaba el sentimiento de intranquilidad crecía mas y mas, y eso no era para nada bueno. Llegue al punto de comenzar a mirar con disimulo a los arboles de alrededor, tal era mi agobio que ni siquiera note cuando Helena le entrego la tiara a Lucifer para que me la colocara en la cabeza.
-...y por fin después de tanto esperar llego el momento que todos esperábamos. Mi señor...- la escuche decir-
-Hija mírame- me pidió-
Tarde unos segundos en salir de mi trance pero al hacerlo Lucifer me miraba intrigante. Me pare frente a el mientras sostenía la tiara entre sus manos.
-Yo Lucifer Morningstar te corono a ti, Brenda Aysel McCall Morningstar, mi hermosa hija con el titulo oficial de "Princesa infernal" y te otorgo el control de cada ser sobrenatural en este mundo- dijo en voz alta mientras colocaba la tiara en mi cabeza para después besar mi frente- Quien se atreva a ponerte una mano encima, morirá- aseguro poniendo su cara de Diablo para después tomar mi mano y girarse para mirar a los invitados- Mi primogénita. Mi hija. Su princesa- proclamo con orgullo en su voz-
Me gire hacia los invitados quienes comenzaron a aplaudir y el cielo se ilumino con fuegos artificiales.
Helena me quito la capa con cuidado para que pudiera extender mis alas sin problemas. Al hacerlo muchos invitados se quedaron boquiabiertos, eso era algo normal a decir verdad no muchos habían podido ver mis alas a no ser que sean realmente cercanos a mi o las personas que vivían en la reserva.
-¡Mi princesa!- exclamaron al final de las escaleras-
Al observarlo era un hombre o mas bien un chico como de la edad de mi hermano Scott, aunque mas alto, tenia el pelo corto y de color negro, tenia unos radiantes ojos azules, piel morena y con una gran figura o al menos eso se notaba a través de su traje.
-¡Mi princesa!- repitió-¡Le he traído un regalo para festejar su coronación!- exclamo con una sonrisa-
Sentí como se ponía la piel de gallina.
-No era necesario ningún regalo- asegure escondiendo mis alas-
-Le prometo que le va a gustar- vociferó extendiendo su mano para abrir un portal-
Al mirar dicho portal una figura oscura cayo al piso de rodillas. Sentía como mi corazón latía a diez mil por segundo al ver de quien se trataba. Solté la mano de Lucifer y apreté los puños con fuerza antes de bajar el primer escalón. La mano de Lucifer se instalo en mi hombro impidiendo que diera otro paso.
-No hagas una estupidez-
-Si no quitas tu mano ahora mismo te la voy a arrancar- le ordene entre dientes-
-Hija...-
-Quita...tu mano...ahora- gruñí sin quitar mi vista de la mujer que miraba con desdén-
Cuando su mano soltó mi hombro comencé a bajar las escaleras de forma lenta sintiendo como mi cuerpo comenzaba a arder de la misma forma que cuando me enfrente con el "Lobo negro", era el mismo sentimiento. Al llegar al final de las escaleras Amenadiel se acerco a mi para tratar de disuadirme pero al tocarme su cuerpo salió disparado hacia valla uno a saber donde ya que no me pare a ver si estaba bien. Quien si me hizo frente poniéndose delante de mi fue mi hermano Scott.
-No lo hagas- me pidió mostrándome sus ojos rojos- Por favor no lo hagas-
Me acerque a el y acaricie su mejilla para después moverlo con mi brazo hacia el costado para darle a entender que no importara cuanto insistiera no iba a parar hasta matarla.
-Mira eso ya ni siquiera te importa tu hermano- se burlo-
-Si mi hermano no me importara, no hubiera hecho todo lo que hice- le respondí acercándome aun mas hacia ella-
-No es una buena manera de demostrar que aun te importa tu hermano-
-Scott es el bueno de la familia pero yo...yo soy la hija del Diablo, la maldad esta implícita en mi sangre-
-¿Tan ansiosa estas por matarme?-
-¿Ansiosa?. Mataste familias enteras, dejaste cientos de niños y adolescente huérfanos, dejaste a padres completamente destrozados, mataste a mujeres embarazadas, ¿Y aun así crees que estoy ansiosa de matarte?. No tienes una jodida idea de lo mucho que quiero hacerlo-
-Lastima que no pude darme el lujo de ver como mataban a tu mocoso-
La furia que sentía creciendo dentro de mi era realmente incontrolable. Movi mi mano y la desate a lo que no tardo ni un minuto en tratar de apuñalarme el corazón con su cuchillo. Para mi suerte este ni siquiera me hizo nada, simplemente se partió haciendo que su cara sea de un creciente pánico.
Movi mi mano para hacerle exactamente lo mismo que le hice a Alec de los Vulturi, su cuerpo comenzó a retorcerse en el piso mientras gritaba de dolor. Eso me llenaba de placer, escuchar sus gritos desgarradores me llenaba de gozo porque después de tantos años por fin iba a matarla tal como ella habia matado a ciento de personas.
-¡Mátame de una vez!- me grito soltando un alarido de dolor-
-Vas a sufrir tanto como yo lo hice al ver a ese cazador apretando su cuchillo contra el cuello de mi pequeño hijo-
Le rompí las piernas, los brazos y podía escuchar como cada hueso restante crujía al romperse.
-Nadie toca a mis hijos y sale con vida- hable entre dientes para finalmente cerrar por completo mi mano haciendo que su cuerpo se retorciera todo-
Cuando finalmente murió estire mi mano y su cuerpo comenzó a consumirse dejando una estela de luces rojas brillante. Al desaparecer su cuerpo caí de rodillas al piso soltando un enorme grito antes de sentir como mi cuerpo se inclinaba hacia atrás soltando una luz rojiza de mi pecho.
Después de eso me quede unos minutos con la manos apoyadas en el piso para tratar de recuperarme, fue cuando sentí unas pequeñas manos tomarme del rostro. Al levantar mi vista mi hijo estaba frente a mi con una leve sonrisa.
-Mami no llores- me pidió con su tierna voz-
Estire mis brazos hacia el y se lanzo a abrazarme mientras me decía que todo estaba bien. Mi hijo de cuatro años era el verdadero ángel en este lugar.
Editado: 03.07.2023