La Princesa de Hielo

Capítulo 1: La antesala del desastre.

Mi vida era tranquila, todos los días asistía a mi lugar de trabajo del cual no es necesario dar más detalles, para ponerlos en contexto, solo diré que había cosas científicas por hacer experimentos, investigación y esas cosas. En aquel lugar había gente de todo tipo conviviendo todos los días y al igual que en cualquier otro trabajo. Muchos tenían fama por ser los bufones de la fiesta, otros por su profesionalismo y eficiencia, estaba yo como el tipo duro e inexpresivo que solo trabajaba y se iba a su casa y estaba ella, una hermosa gema rodeada por un infranqueable muro de frialdad. Por el momento la llamare "Princesa de hielo" a ella también le gustaba ese apodo.

Aquella chica, si bien era hermosa, también tenía la habilidad de alejar a cualquier hombre que se le acercara buscando algo más allá de una relación laboral, llegaba a ser bastante cruel, no mostraba remordimiento alguno al herir los sentimientos de alguien. Yo la conocía, pero mantenía mi distancia, no era alguien en que yo estuviera interesado, no tenía ni quería tener nada que ver con ella laboral ni personalmente y así fue por mucho tiempo. Hasta que cierto día eso cambió.

Después de una asignación de proyectos tuvimos que trabajar juntos. No fue algo que me molestara, de hecho, ella era bastante buena en su trabajo y eso facilitaba el mío. Trabajar a su lado no era un problema en absoluto o por lo menos eso creí sin pensar demasiado en otros detalles.


Ambos hicimos lo que teníamos que hacer sin mucha complicación, ninguno se metía en la vida del otro y todo estuvo bien por un par de meses, pero un día también eso cambió.

Durante una de esas molestas reuniones que no debes rechazar por ser invitación de un superior, tuvimos que coincidir todos en un bar cercano al finalizar el trabajo. Todo era normal y terriblemente aburrido, hasta que a un compañero que ya tenía unas copas encima no se le ocurrió mejor idea que decir "Ustedes dos harían buena pareja" señalándonos a la Princesa y a mí de manera desvergonzada. Ni ella ni yo estábamos cómodos con esa afirmación, pero eso no evito que se escucharan comentarios similares.

—¿En serio no ha habido nada más que trabajo durante estos meses? —dijo uno de los compañeros.

—Así como son ellos, podría haber un ardiente romance detrás de esas puertas donde pasan tantas horas juntos y nadie lo sabría —afirmó una chica a quien sinceramente yo nunca había visto en el trabajo—. Son el uno para el otro, no cabe duda.

Esos comentarios se prolongaron por un buen rato. Trate de no ser demasiado cortante con el asunto y tomarlo con humor, ya que de otra forma podría empeorar las cosas. Lo único que pude hacer es tratar de salir rápido del lugar. Dejé pasar un tiempo prudente para que mi salida no pareciera precipitada.

—Me tengo que ir, aún tengo trabajo que terminar, disfruten lo que queda de la noche —dije, después de tomar un par de cervezas, mientras me ponía de pie y tomaba mis cosas de la mesa.

La Princesa de Hielo pensaba salir del lugar también. La vi tomar su celular de la mesa, pero alcancé a mandarle un mensaje antes de que hiciera algo más, "Aún no" le escribí. Ella lo leyó y entendió lo que trataba de decirle. Yo sabía que ella también deseaba salir rápido del lugar, pero hacerlo juntos solo empeoraría la situación y eso era algo con lo que yo no quería lidiar.

Ese día marco una gran diferencia respecto a nuestra relación laboral, todo se tornó en algo incómodo, no por nosotros, sino por la forma en la que todos nos veían. Eso fue algo que también le molestaba a ella.

Al día siguiente de la reunión, nos encontramos como siempre en nuestro laboratorio, pero lo que antes era un silencio que nos traía paz para trabajar, se convirtió en algo incomodo, con dos personas intentado decir algo e intentando evitarlo al mismo tiempo.

Esto no duró mucho y debo decir que ella tuvo más valor que yo en esa situación. De pronto dejó de hacer lo que hacía en su mesa de trabajo, se levantó y se dirigió a la puerta, la cerró tratando de hacer el menor ruido posible, colocó el seguro, cerró la persiana y se recargo en la puerta como queriendo impedir que alguien pudiera entrar.

—Oye, no quiero que te hagas ideas extrañas sobre lo que dijeron anoche esos estúpidos —dijo con voz firme y sin titubeos—. Nuestra relación es estrictamente laboral, ¿Está claro?

«Esta chica no se anda con rodeos», pensé al ver su repentina muestra de decisión, que, aunque conocía, no había experimentado de primera mano.

—Creo que no te he dado razones para que pienses que yo lo veo de otra forma —conteste con la misma frialdad que ella había puesto en sus palabras al tiempo que alzaba la mirada para encontrarme con la suya.

—No lo sé, nunca me fijo en esas cosas, pero sería malo para nuestro trabajo si lo hicieras— Hizo una pausa como ordenando sus ideas o tratando de recordar algo—. Ayer después de que te fuiste dijeron cosas que me pusieron a pensar.

Dejé por completo lo que estaba haciendo y gire mi silla para quedar de frente a ella. Esas últimas palabras suyas habían logrado intrigarme un poco.

—¿Exactamente que dijeron? —pregunté consciente de que en mi rostro se reflejó toda la curiosidad que tenía.

—No mucho, solo dijeron que hace un tiempo rompiste con tu novia, que ella también trabajaba aquí y que de alguna forma ella se parecía un poco a mi... — De nuevo hizo una breve pausa, ahora para buscar las palabras correctas para continuar— Pienso que tendrías suficientes razones para buscar en mi un remplazo para.



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En el texto hay: amor, orgullo, metiras

Editado: 13.06.2023

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