-Dios ¿Por qué me has dejado sola? ¿Por qué no me brindaste de tu amor cuando más lo necesitaba?- Su voz empezaba a quebrarse y sus gritos desaparecían entre los truenos del cielo.
-Pero ya no mas, no quiero la aprobación de nadie ¿Me oyen? Nadie más. La sonrisa macabra que surgía de la pobre chica en su rostro demacrado y herido daba escalofríos.
Se descolgó rápidamente la mochila que se encontraba en su espalda y la abrió. Entonces vació su contenido en el sucio lodo que se encontraba frente a ella.
Lo que se encontraba en esa mochila era algo que a cualquiera le causaría escalofríos. Se encontraban 4 cabezas humanas recientemente cortadas y llenas de sangre junto con unas 10 de animales entre perros y gatos. Tres mujeres rubias también y un hombre con cabello castaño. Los rasgos eran parecidos a los de ella. Entonces la voz de la joven se alzó más aun.
-Ya no tienes con quien compararme madre, aquí están tus preciados hijos y tus animales, ya no tendrás que dejarme sola, ahora deberías amarme, pero, yo ya no estoy para ti ya no quiero saber de ti madre, no quiero mas- Rosario empezó a reír, una risa llena de lamento y tristeza, entre ellas se extendían sus lagrimas.
-¿Qué has hecho mi Princesa de la oscuridad?- Se oyó desde un árbol que se encontraba un poco cerca de ella. Se dio cuenta que una silueta la observaba.