*PV- Personajes ocultos*
-Llegaron dos. - Comento ella enfocando su mirada en la fina mesa de madera.
- ¿De verdad? Es extraño ver gente nueva por qui...- Respondió el joven que se encontraba sentado junto a ella.
- ¿Y sabes lo que eso significa? - Cuestiono la chica mirándolo con seriedad.
-Comprendo lo que significa, mas no su importancia, hermana. - Respondió mirándola de la misma forma.
-Hay una familia nueva en el pueblo...- Comento ella mirándolo sin expresión alguna.
- ¿Cómo estas tan segura? - Cuestiono el joven mirándola con seriedad.
Ella solo se limitó a sonreír a medias.
- ¿Lo seguiste? Oh, nuestro padre va a molestarse mucho si se entera de esto...- Comento el chico pasando una mano por su cabello con frustración.
-Tengo que vigilarlos y asegurarme de que no sean una amenaza. - Respondió ella en defensa propia.
- ¿No crees que estas confundiendo las cosas, hermanita? En todo caso, ellos deberían de cuidarse de nosotros. - respondió el joven restándole importancia.
-No seas estúpido...- Comento la joven agresivamente. - Si papá los descubre... llevara a cabo su plan.
- ¿Crees que lo haga? Digo... supongo que después de tanto tiempo ya entendió que hacerlo no lo llevara a nada mas que a problemas más graves.
-Estoy segura... y si lo hace...
-Ya no habrá marcha atrás.
*PV/Ostin*
Era sábado por la tarde.
Yo acostumbro levantarme temprano, pero la incomodidad de una mirada invisible no me dejo dormir si no hasta que salió el sol.
Con pesadez me levante de mi cama y Sali de mi habitación.
Tenia tanto sueño que se me dificultaba abrir los ojos.
Iba caminando por los interminables pasillos de la planta alta cuando alguien me empujo y me acorralo contra una pared.
-Buenos días, Joven...- Dijo una voz femenina con un tono muy seductor.
Al abrir los ojos vi a la misma sirvienta que mi madre había corrido de mi habitación una semana antes.
- ¿Qué estás haciendo...? - Calle bruscamente al darme cuenta de que la chica se encontraba muy descubierta, exponiendo gran parte de su cuerpo.
Ella comenzó a acercarse peligrosamente a mí.
-Eh... con permiso. - Dije empujándola un poco y alejándola de mí.
Bajé lo más rápido que pude.
Al bajar me dirigí hacia la cocina.
- ¡Hola, querido! - Dijo mi madre sonriendo y bebiendo una taza de té junto con mi hermana.
- ¿Qué tienes? Parece que viste un fantasma. - Comento mi hermana mientras reía.
-Preferiría haber visto un fantasma. - Susurre. - ¿Y mi padre?
-Oh, salió a buscar algunas cosas para los caballos...- Respondió mi madre restándole importancia. - El cuidador aun no llega de Francia y los caballos ya están en muy mal estado.
Mi madre miro al suelo por un par de segundos.
- ¡EL DIABLO ME LLEVE! - Grito de la nada. - ¡Lo olvide por completo!
- ¿Qué pasa? - Pregunte preocupado.
-Tu padre conoció ayer a un señor que al parecer sabe mucho sobre esta clase de caballos- Respondió mi madre levantándose de golpe. - y lo invito a comer con nosotros, no debe de tardar en llegar con el hombre y yo aquí perdiendo el tiempo.
Mi madre camino hacia las sirvientas y les ordeno que limpiaran la casa de pies a cabeza.
- ¡Suban y cámbiense de ropa! No quiero que ningún alemán los vea mal vestidos. - Ordeno mi madre.
Ambos obedecimos y subimos a nuestras habitaciones para arreglarnos.
Yo baje con mi tradicional traje elegante y mi hermana bajo vestida casi como una princesa.
Al cabo de una hora llego mi padre acompañado de un señor.
El señor era muy alto, media casi dos metros supongo yo.
Sus cabellos eran negros como la noche y sus ojos... tenían el mismo brillo que el de aquella hermosa chica del colegio.
Supuse que ese brillo tan singular debía ser un rasgo común entre los alemanes, así que me limite a ignorarlos todo lo que pude.
El hombre tenía una presencia autoritaria y dura.
-Familia, quiero presentarles a Vladimir de villiers. - Dijo mi padre sonriendo en dirección a nosotros.
Todos saludamos de manera cordial y educada, justo como nos lo habían enseñado desde pequeños.
-Un placer. - Respondió el hombre con un tono seco.
Su voz era gruesa... y algo atemorizante para mí en ese entonces.