Mateo hizo la misma promesa cientos de veces: no olvidar jamás a su pequeña lucecita.
Pero por más cuentos que contara, por más historias que inventara, el proceso de la enfermedad jamás se detendría.
«Siempre te recordaré lo mucho que te amo, papá, no dudes de ello.»
Sin dar una tregua el alzheimer avanzó tal cual los dragones y villanos lo hacen; sin embargo, Mateo al igual que los príncipes conservaba un tesoro, aquel que lo hacía recordar fugazmente a la única princesa de su reino.
"Si los recuerdos amenazan con esfumarse, te prometo mi pequeña, que siempre tendremos nuestro propio reino."