La princesa de papá

Capítulo: 1

Virginia

Pensé que podía escapar de mi destino, ridículamente pensé que él se había olvidado de mí, de ese trato que hizo meses atrás con mi padre, sé que nunca tuve el control de mi vida, pero ahora sé que todo será peor, en un mundo gobernado por hombres, ¿por qué el peor se tuvo que fijar en mí? Aunque no es del todo su culpa, el peor de todos en realidad es mi padre, ¿quién se apuesta a su hija en un juego de cartas sabiendo que puede perder? Él lo hizo y ahora tengo que enfrentar las consecuencias de sus actos. Pensé que él se había olvidado de mí porque habían pasado los meses y no me había reclamado, pero ahora me quiere consigo y no puedo negarme.

—Ha llegado la hora mi amor —murmura mi madre mirándome, nuestros ojos se conectan a través del espejo y asiento —Virginia, sé que no estás feliz —imposible estarlo —pero es lo mejor.

—Lo sé madre —ella sonríe, yo solo tengo ganas de llorar, hoy me casaré con un hombre al que nunca he visto, con alguien a quien no conozco, a quien no amo, alguien peligroso y malvado.

—Tu padre quiere verte antes de que te vayas —solo asiento y ella sale dejándome sola en la enorme habitación, toco el collar que traigo y sonrío triste, a él también debo dejarlo atrás, mi vida ahora ya le pertenece a otro, mis ojos se cierran y comienzo a imaginar un destino distinto a este, una historia en la que soy feliz con el hombre al que amo, odio mi realidad porque en esta realidad debo casarme con un hombre malvado al que no amo.

—Mi amor —sus brazos me envuelven y doy un salto del susto, él me gira entre sus brazos y me besa

—Sergio ¿qué haces? —río, sé que está mal, pero...

—Necesitaba verte —murmura acariciando mi rostro —joder, he trepado por tu ventana porque no podía esperar a verte —vuelve a besarme

—¿Estás loco? Si mi padre te ve aquí te mata

—Debía arriesgarme —sonríe con mi rostro entre sus manos —sabes que te amo Virginia ¿verdad? 

—También te amo —él suspira y me abraza

—Lo nuestro no va a acabar —me tenso un poco al escucharlo —estaré siempre contigo, nunca nos vamos a separar.

—¿De qué hablas Sergio? Me casaré con

—No lo menciones —coloca un dedo en mi boca y sonríe —te amo desde siempre Virginia

—Yo también —sonrío triste, conozco a Sergio desde que éramos niños, crecimos juntos, pero somos de vidas muy distintas, yo soy la hija del hombre millonario, él es el hijo de uno de los guardias y de una cocinera, llevamos vidas muy distintas, pero eso no impidió que el amor creciera.

—Promete que nunca me vas a abandonar

—Sergio —mis ojos se llenan de lágrimas

—Promételo, dime que nunca dejarás de amarme —sonrío

—Nunca dejaré de amarte —él sonríe también —¿por qué no nos vamos? —me mira confundido —podemos huir amor

—Eso es imposible Virginia, nos matarían y lo sabes

—Podemos arriesgarnos —él niega y todo se derrumba, tenía la ridícula esperanza de que aceptaría, de que nuestro amor era mucho más grande que el miedo, pero no es así, quizás no es tan grande el amor como para luchar contra todos.

—No digas locuras mi amor, me matarían —ríe nervioso —debo irme, nos vemos pronto —se acerca y vuelve a besar mis labios para luego irse por donde mismo entró, suspiro hondo y las lágrimas se derraman sin control.

—Hija —mi padre sonríe al verme —estás preciosa

—Hola padre —él se detiene a pocos pasos de mí

—Lamento que tengas que pagar por lo que hice, pero mi amor, yo no puedo hacer nada

—Prácticamente me vendiste —las lágrimas vuelven a salir

—Virginia, sé que hice mal, pero estará todo bien mi amor, ese hombre

—Es un monstruo y lo sabes —gruño apartándome del que intenta tocarme —incluso podría ser mi padre, tiene edad para ser 

—¿Quieres que me mate? Yo no quiero morir, te casarás con él mi amor y serás muy feliz

—No lo amo

—El amor no lo es todo en esta vida —me da la espalda y supongo que nuestro encuentro ha terminado.

He pasado mi vida encerrada dentro de un castillo, solo he salido para ir al médico y solo eso, nunca he ido a una fiesta, nunca me he divertido, he estado en casa, he estudiado, he sido una princesa a la que han cuidado más que un cristal, la niña a la que no dejaban jugar fuera para que no se ensuciara la ropa, la joven que tenía que saber más de tres idiomas y que debía tocar el piano para hacer feliz a mis padres, de eso se ha tratado toda mi vida, de hacerlos feliz a ellos, fui como una muñeca en sus manos y ahora me han echado del castillo porque mi padre es un adicto al juego que nunca se detuvo ni siquiera cuando lo único que le quedaba por apostar era su casa y su hija, apostó y perdió y ahora aquí estoy, en mi nuevo castillo, solo que este parece más tenebroso.

—Hemos llegado —comenta el hombre que me ayuda a bajar del auto, yo miro la enorme reja en la entrada y a unos metros se ve la mansión, resalta entre los árboles que hay a su alrededor y sí, da mucho miedo estar aquí.

—Gracias —susurro con temor y comienzo a caminar siguiendo a una de las empleadas, mi corazón late a mil con cada paso que doy, me detengo un segundo al ver a Sergio ahí, ¿qué demonios hace aquí? La boca se me seca cuando me saluda y la empleada me dice que sigamos, yo camino de nuevo sin dejar de mirarle hasta que entramos.

—El señor vendrá en unos segundos —dice la empleada sin levantar la mirada del suelo y desaparece, la casa por dentro no parece tan tenebrosa, está iluminada y muchos cuadros realmente caros adornan las paredes.

—Hola Virginia —me quedo estática al escuchar una voz profunda de hombre y lentamente volteo para quedar justo frente a él, su perfume llena la estancia y mis ojos quedan fijos en unos ojos negros que parecen leer mi alma —Soy Jared King —él da unos pasos hacia mí que simplemente no puedo moverme —me alegra volver a verla —¿volver a verme? No nos conocíamos, su sonrisa se agranda y siento que no puedo respirar, genial, me está dando un ataque de pánico y el aire comienza a faltarme —¿Virginia? —mi nombre es lo último que escucho antes de desplomarme en sus brazos.




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