Jared
La chica frente a mí parece una hoja, está temblando como una, tiene miedo y es normal, toda su vida está cambiando y todo por culpa de su padre y claro, porque quería cumplir los caprichos de mi hija, pero que cosa no le daría a esta? Daría mi vida de ser necesario, cosa que no puedo, aunque quiero, mi corazón se marchita con cada día que pasa y la veo a ella desvanecerse, podrá ahora parecer una niña fuerte y alegre, pero sus días se acaban y aunque tengo todo el dinero que un hombre puede desear y todo el poder no he podido hacer nada para salvarla, para curarla, no he podido y eso me está matando por dentro, ella es todo lo que tengo, lo que me queda, ella es todo y no quiero perderla, pero el tiempo pasa aunque quiera detener este. Solo me queda cumplir sus deseos y cuando conoció a Virginia en el hospital, en una consulta, me dijo que la quería a ella, que la chica era amable y buena y que quería a alguien así a su lado, una madre, eso deseaba mi hija, una madre que le diera amor, cosa que nunca pudo tener, pero que ahora se lo daré.
—¿Estás bien? —le pregunto a la chica que está pálida, mi hija me mira y al ver su mirada triste solo me enfado más con la chica frente a mí
—Papi —aprieta mi mano —no me quiere papi —tenso mi mandíbula.
—Emily
—Nadie puede quererme, ¿quién va a querer a alguien roto? —mi pequeña se echa a correr y se esconde dentro del baño, yo camino con rabia hacia Virginia y tomo con fuerza su brazo.
—Entiende esto —mascullo cerca de sus labios —no me interesa quién eres ni lo que eras ni lo que hacías, estás aquí por una razón y estás fallando y si fallas y no me sirves, te mueres —palidece más aún, cosa que no sabía que podía ser posible.
—Sí, si
—¿Sí qué? —mascullo apretando más su brazo
—Si quiero ser su madre —dice al fin sin tartamudear y la suelto enojado
—Más te vale que la hagas feliz Virginia, piensa en esto —mi mirada viaja a su brazo, el cual soba con su mano —eres como una muñeca, su muñeca y cuando ella ya no te quiera, cuando me diga que ya no le gustas entonces te sacaré de mi casa, ¿entiendes lo que eso significa cierto? —asiente con sus ojos cargados de lágrimas, debe de pensar que soy un monstruo y si, lo soy, me volví uno hace años cuando supe que mi princesa tenía una grave enfermedad y peor me volví cuando hacía todo y no lograba encontrar una cura, tantos médicos, tantos viajes, todo en vano, no me he rendido, pero ya no me quedan lágrimas y según lo que los médicos me han dicho, cada día con mi hija es un regalo, por eso quiero que sea feliz, muy feliz, ella es mi princesa, la princesa de papá.
Le doy la espalda a la chica y camino hacia la salida, pero su voz me hace detenerme
—No quería hacerla sentir mal —dice y suena a verdad, he aprendido a saber cuándo alguien me miente y ella no parece estarlo haciendo —es lo que menos quiero, pero todo esto es muy raro, no entiendo nada, yo —su voz se corta, yo volteo a verla
—No debes entender nada Virginia y deja de llorar.
—Nos conocimos antes, ¿verdad? —su ceño está fruncido, a mí no me conoció, a mi hija si, yo solo vi de lejos la escena, vi como la hacía reír y fui feliz, fui feliz viendo a mi princesa riendo con una desconocida —la recuerdo —dice con emoción —fue hace un tiempo, yo... Yo estaba en un hospital y
—Sí —digo y muerde su labio inferior
—Me dijo que estaba enferma, muy enferma —un nudo se apodera de mi garganta —lo lamento, ¿qué edad tiene?
—10 años —respondo y ni sé cómo la voz me sale —más le vale que mi hija quiera verla y que cuando yo vuelva a verla una sonrisa adorne su precioso rostro —vuelvo a amenazarla para salir de ahí, pensé que no recordaría a mi hija, pero lo hizo y eso me alegra, solo espero que luego de lo que pasó Emily quiera verla o de lo contrario, la boda que tengo preparada no se efectuará, boda que solo realizo porque así mi hija lo quiso, sino, jamás me casaría y menos con alguien a quien a penas conozco y que es tan joven como ella.
—Señor —uno de mis hombres me aborda —los invitados ya están llegando —asiento y voy a mi despacho
—Bien, será algo sencillo, pero quiero que todo salga bien —miro a Izan —quiero que mi hija disfrute el día de hoy y no quiero nada de interrupciones —asiente
—Hay algo que no entiendo
—No te pago para que entiendas —el hombre encargado de mi seguridad ríe
—¿No invitará a la familia de la novia? —me acomodo en mi silla
—No quiero falsos en mi casa, ¿qué se puede esperar de un hombre que prácticamente vende a su hija? ¿O de una madre que acepta eso como si nada? A esas personas las quiero bien lejos Izan —él asiente comprendiendo.
—¿Y qué hay del chico? Sergio Burton
—Es el guardaespaldas de la chica, quiso estar aquí para cuidarla y se quedará, tampoco quiero alejarla de todos los que conoce, esto no es la bella y la bestia —Izan ríe mientras asiente —pero mantenlo vigilado, no quiero que entre a la casa, no le conozco así que... —dejo la frase en el aire dándome a entender
—Estará vigilado, señor, todo el tiempo
—Y ella también —murmuro sin mirarle —quiero saber todo lo que hace, cada paso que da en mi casa y fuera de esta, todo Izan.
★★★
Virginia
Perfecto, estoy en una casa de locos, no negaré que me duele que Emily esté enferma, eso me afectó mucho, es tan solo una niña, pero es difícil vivir en una casa donde un hombre peligroso hace todo lo que su hija quiere y cumple todos sus caprichos, por lo que si ella mandara a su padre a echarme a los perros que ni sé si tienen o no, su padre lo haría. Miro hacia la puerta del baño, mi salvación está detrás de esa puerta y mi vida depende de una niña de 10 años que es un poco caprichosa y muy mimada, apuesto a que su padre cumplía todos sus deseos desde antes de enfermar. Me acerco a su puerta y toco esta con cuidado.
—Emily, abre la puerta, hablemos por favor —pido con calma y amor, mucho amor.