La princesa de papá

Capítulo: 9

Virginia

Me quedo en medio de la habitación sin saber qué hacer, acabo de decirle a Jared que soy virgen, mis mejillas arden de la vergüenza y más luego de ver su rostro, ¿me creería? Espero que sí, respiro hondo y me siento en la cama, no quería decirle pero tampoco ver a un médico, maldición! Ahora como le miraré a los ojos sin recordar este momento tan incómodo.

Entro a la cocina y todas las empleadas detienen lo que hacían y bajan la mirada, estaban conversando alegres y ahora parecen haber visto un fantasma, camino hacia la mesa y tomo una manzana.

—Soy Virginia —digo, nadie me mira —la esposa de Jared y viviré aquí, bueno, supongo que eso ya todas lo saben —el silencio continúa —cuando único me entretengo en esta casa es cuando juego con Emily, pero está ahora dando clases y estas duran horas —bufo —quiero conocerlas, así que digan sus nombres.

—Yo soy Fátima —dice una aun sin mirar mis ojos —ellas son Aurora y Cristina, estamos preparando el desayuno, estará listo pronto señora

—Llámeme Virginia por favor

—Lamento decirle que no es posible —ruedo los ojos

—Y mírenme a los ojos que no congelo a nadie con la mirada —Cristina medio sonríe, pero nadie deja de mirar el suelo, yo resoplo con fastidio —quiero ayudar en la cocina

—Para eso estamos nosotras señora —la paciencia la estoy perdiendo ya —no debe ensuciarse ni hacer nada.

—Sé cocinar —voy hacia ellas, las cuales se apartan, miro las cosas que estaban haciendo —bueno —respiro hondo —no sé hacer muchas cosas —miro a Fátima —hervir agua se me da de maravilla —las chicas ríen —ya mírenme ¿sí? Parece que hablo a los fogones

—Señora, son reglas de la

—A partir de hoy no —doy un golpe en la mesa —deben llamarme Virginia, dejarme cocinar y mirarme a los ojos, verme como a una amiga o —sonrío —les mandaré a limpiar la jaula de misu —las tres levantan rápido la mirada y me miran, sonrío victoriosa —las echaré al León si no me obedecen —me cruzo de brazos, ellas parecen estar aguantando la risa, cuando una carcajada se escucha las tres vuelven a mirar el suelo, yo volteo para quedar frente a Jared que se está riendo.

—Y luego me dices malo a mí —él sigue riendo —por Dios Virginia, ¿cómo se te ocurre amenazarlas con el León? 

—Vamos, como si tú no hicieras lo mismo —él alza una ceja —lo hace ¿verdad? —miro a las chicas y las tres niegan —¡por Dios! —miro a Jared que continúa riendo

—Dijiste que sabías cocinar —se sienta en la mesa, ¿hace cuanto que escucha? —retírense —las chicas no esperan más y salen rápido de la cocina —a ver Virginia, quiero que tú me hagas el desayuno y que no sea agua hervida por favor —me pierdo en sus ojos, él tiene una enorme sonrisa en sus labios, ¿dónde está el hombre gruñón que conocí?

—¿Te gustan los huevos fritos? —cuestiono bajito, Jared solo asiente y yo comienzo a prepararle el desayuno, cosa que se hace incómodo, ya que no deja de mirarme y siento vergüenza aun de la conversación que tuvimos.

—¿Por qué aún no has estado con Sergio? —maldigo cuando me quemo al escucharlo, él ríe —dices que lo amas.

—Y lo amo —miro sus ojos —pero —me callo —no te importa Jared, dime tú, ¿con quién estabas ayer? Llegaste tarde —me cruzo de brazos queriendo cambiar de tema

—Con una mujer, ya te dije

—¿Tuviste sexo con ella? —la pregunta sale sin pensar y siento el rubor cubrir mis mejillas, maldita sea

—Se quema el huevo —mis ojos se abren como platos y al voltear si, este se ha quemado, intento salvar algo, pero es en vano, lo único que hago es quemarme, siento las manos de Jared en mi cintura y el sartén que tenía en la mano cae al suelo, este se acerca a mi oído y cierro los ojos.

—Cuando me hagas el desayuno avísame —sus labios rozan mi oreja —Virginia no te importa que esté con otra mujer ¿verdad? 

—Por supuesto que no —digo rápido sintiendo que aprieta más mi cintura

—Si tuve sexo con ella —mi mandíbula se tensa —¿satisfecha con mi respuesta?

—Gracias por la sinceridad —él se aleja de mí, cosa que agradezco, cuando me giro ya Jared no está en la cocina, llevo una mano a mi pecho tratando de tranquilizar mi corazón que late a mil, las chicas entran y me mira.

—El señor nos mandó, dice que no sabe usted cocinar

—El señor es un engreído, ni que él sí supiera hacerlo —salgo de la cocina sin ganas ya de comer algo y voy a mi habitación, estoy molesta y ni siquiera sé por qué razón, voy directo al baño y echo agua en mi rostro, cuando miro mi reflejo en el espejo no solo me veo a mí.

—Sergio —volteo rápido y este sonríe

—Te echaba de menos —me besa sin dejarme hablar

—No puedes estar aquí —salgo del baño —me dijiste que tienes prohibido entrar a la casa —me detengo al ver un ramo de rosas sobre la cama.

—Como en los viejos tiempos —él me abraza por la espalda —Vi, esta ventana está más alta que la antigua —yo río —aun así entrar por ella es fácil cuando necesito verte —me giro, Sergio me roba un beso —te amo, no me canso de decirlo —vuelve a besarme y mis manos van a su rostro, las suyas se mueven por el contorno de mi cuerpo a medida que el beso se profundiza y cuando escucho el ruido de algo caer al suelo me separo bruscamente de Sergio, al mirar hacia la puerta me quedo helada mirando a Emily que nos mira con los ojos muy abiertos y la tasa que traía en su mano se ha hecho añicos en el suelo.

—Emily —la niña se echa a correr y voy tras ella —Emily espera —logro tomar su mano

—Suéltame —se suelta de mi agarre —¿por qué Virginia? ¿Por qué estás con ese?

—Emily

—Deberías querer a papá —sus lágrimas salen de sus ojos —se supone que te casaste con él para estar con él —se aleja cuando intento acercarme —se supone que cuidarás del cuando yo no esté.

—Emily por favor

—¡Te odio! —brama y sale corriendo alejándose más de mí, limpio como puedo las lágrimas que salen de mis ojos y voy a su habitación, no me sorprende encontrar la puerta cerrada.




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