La Princesa De Todo Y El SeÑor De Nada

Capítulo 7 — Casi una respuesta

Este viaje solo demuestra una cosa que a sus ojos es claro. Amor, dolor, tristeza, llanto, odio. Es todo lo que podía ver en cada lugar que llegaba y encontraba a las personas que expresaban esas emociones, los únicos lugares donde parece que hay un suspiro un alivio de paz es la naturaleza, es estando en soledad sientes esa paz que tanto anhelas, miras de forma diferente el mundo, pero incluso en el reino animal hay similitud con el humano y es la supervivencia. Debemos tomar para vivir.

¿Cuál es la diferencia entre los animales y los humanos?

Diría que es la capacidad de negociar, de pensar. Del conocimiento que tenemos. Los humanos hacemos acciones, con nuestro conocimiento de los riesgos y los animales lo hacen por instinto sin saber los riesgos. Conocimiento e instinto son iguales ya que ambos tienen un poco en común y es la supervivencia de quien los use. Es lo que Shun miraba en ese viaje, sin encontrar el factor importante el nexo común de todo esto. La vida busca sobrevivir, pero también tiene que desaparecer.

—Se supone que este viaje era para despertar mis poderes, pero solo tengo preguntas y más confusiones —se dijo a si mismo tomando una pequeña piedra y lazándolo de lo alto de la montaña al fondo donde se encontraba un rio. —¿Qué tiene que ver este viaje con mis poderes? Debería volver y preguntar al maestro —se quedó en silencio —no voy a conseguir lo que quiere. Y veremos si soy digno o no de su entrenamiento.

Continuo su camino llegando a una pequeña aldea, de casas de madera y techo de paja, tenían las lámparas alumbrando el interior, sería un buen lugar para pasar la noche y protegerse del frio a la distancia ya se encontraba las nubes negras acercándose, además de la niebla cubriendo la montaña. Se acercó a una casa llamando a la puerta y lo recibió un hombre con expresión molesta que lo miro con enojo.

—¿Quién eres? —pregunto enojado el hombre.

Shun conservo la calma, pero su cuerpo empezaba a temblar por el frio y la pequeña llovizna que caía —buenas noches señor. Soy un viajero ambulante…

—No quiero comprar nada —cerro la puerta de un manotazo.

—¡Que amable! —dijo Shun retirándose de la casa.

Dirigiéndose a otra casa con el mismo resultado., nadie le daba cobijo resignado con la lluvia fuerte sobe la aldea se refugió bajo el techo de una casa, mirando las gotas de lluvia caer, siendo agitadas por la brisa. Estaba con mucho frio, su cuerpo empezaba a castañear se froto las manos con algo de fuerza y velocidad para generar calor y esparcirlo por los brazos y el rostro siendo momentáneo el abrigo.

—¿Tiene frio señor? —escucho hablar a un niño de unos trece años sosteniendo un paraguas y una linterna. —venga quédese en mi casa —ofreció amable el niño.

—Gracias —dijo Shun levantándose.

El niño abrió la casa donde se estaba refugiando —Lilith ya volví —dijo el niño apareciendo una pequeña niña de cabello ondulado, que se lanzó a los brazos del niño que debía ser su hermano.

—Tardaste mucho hermanito —dijo la pequeña niña.

—Lo siento. No volverá pasar. ¿comiste? —la pequeña negó —ahora te preparo al delicioso.

—Hermanito ¿Quién es él? —señalo a Shun.

—Alguien que necesita ayuda. Por cierto ¿Cómo te llamas? —pregunto el niño.

—Soy Shun. Y te agradezco mucho por darme posada —respondió Shun.

—Yo soy Arthur y ella es mi hermana menor Jee —dijo el niño.

—¿Están solos en casa? —pregunto Shun.

El niño asintió —nuestros padres salieron en un viaje de negocios, llegaran mañana por la tarde. ¡por favor! Toma asiento, ya preparo la comida.

Shun estaba impresionado. ¿Cómo ese niño se mostraba tan confiado? Es decir, recogió a un desconocido de la calle bajo la tormenta. ¿Cómo puede estar seguro de no los lastime? El niño empezó a encender el horno de madera y parece que se iba a demorar en hacerlo.

—Déjame a mí —dijo Shun sacando su espada encendiendo el fuego.

La pequeña niña se acercó al fuego extendiendo sus manos abrigándose y aquel niño lavo el arroz y pico algunos vegetales. Al terminar de comer sirvió la comida y la pequeña niña comió con energía. —¿De dónde viene? —pregunto el niño.

—Del santuario del maestro Hiroki —respondió y esto llamo la atención del niño.

—¿Eres un inmortal? —pregunto asombrado.

Esa pregunta lo hizo bajar la mirada —no. —respondió encogiendo los hombros.

—Entonces eres normal como nosotros —dijo la pequeña niña.

—Puedo decir que sí. Ahora estoy en un viaje que mi maestro me envió —dijo Shun.

—¿Qué clase de viaje? —siguió preguntando la niña.

—De descubrimiento. Solo que… no sé qué debo descubrir —respondió Shun.   

—Me gustaría ir a un santuario para convertirme en inmortal —dijo la niña.

—Puedes ir, las puertas del santuario están abiertas para los que quieran ser inmortales —dijo Shun.

—No podemos —dijo el niño llamado Arthur —nuestros padres no son usuarios de la energía y nosotros tampoco. No pasamos la prueba.




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