La Princesa De Todo Y El SeÑor De Nada

Capítulo 20 — La luz brilla. El mayor poder de la existencia

Tener un poder inmenso, con el cual incluso podía enfrentarse a todo el mundo y salir victorioso o muy mal herido como lo estaba en este momento. A veces te preguntas ¿cuán fuerte puedo llegar a ser? ¿Dónde están los límites de mi fuerza? Y al conseguir el poder más grande te cuestionas. Si realmente valió la pena todo ese camino que recorriste por alcanzarlo. 

Shun lucho para alcanzar ese poder que tenía y lo consiguió al darse cuenta de ciertos aspectos de la vida. Al obtenerlo tenía algo claro. El poder no se mide por la fuerza, o el conocimiento que puedas poseer, después de todo solo son aspectos superficiales, simples atributos que cualquiera puede alcanzar. Al ver la realidad del mundo, noto que todos eran fuertes, todos tienen conocimiento. A su manera, pero lo tiene y hacen con el lo que sea.

Lo usan para destruir y crear. Pues no puedes crear sin destruir y no puedes destruir sin crear. Ese es el ciclo de la naturaleza, de la creación. Destruye y crea. Hasta que al final el propósito se cumple, estas en el lugar donde realmente debes estar. Del cual jamás debimos salir.

Por un tiempo por su cabeza paso esa idea, pero la sustituyo por otra. El mundo no es igual, pues se rigen por quienes tienen mayor poder y conocimiento. Y eso era lo que representa la energía. Con su nuevo poder intento cambiar ese paradigma al darles a otros esa misma convicción, al hacer el mundo más equitativo. Las personas son inteligentes, pero las masas son ignorantes y temen a lo desconocido.

Su nuevo poder representaba eso. Era un poder desconocido, muy poderoso y la gente empezó a temerlos por el hecho de usarlo. Levantándose en su contra, levantando falsos empezaron a perseguirlos hasta finalmente acabar con aquellos que lo usaban.

Su gente, las personas que aceptaron ese poder, encontraron en ese poder, la esperanza de no ser menospreciados como solían hacerlo, lo practicaron y dominaron. Obtuvieron la equidad e igualdad que deseaban incluso si para el resto no lo eran. Pero si ellos sentían que ya habían alcanzado lo deseado serian felices, incluso si eso los mantenían más alejados de los demás.

El miedo a lo desconocido solo lleva a una decisión y es su completa destrucción y eso, fue lo que hicieron ambos reinos. Destruyeron lo que empezó a crear, su gente murió todos y cada uno de ellos nos les importo si eran niños, mujeres o ancianos. Todos fueron eliminados debido a su poder.

Su cabeza, pese tener controlado todas sus emociones y la única que persistía era la primordial, la madre de todas las emociones. mientras ella exista seguiría completamente unido a los lazos humanos. Venganza era lo que decía su cabeza, su corazón y eso lo instaba a tomar aquella decisión que había abandonado cuando salió del río oscuro. Durante su entrenamiento ahí, una idea cruzo por su cabeza, la medito hasta que se olvidó de ella cambiándola por la de torcer un poco el mundo.

—Tus pensamientos no son nada buenos —dijo la joven doncella acercándose, con una charola de madera con algo de comida. Shun la miro dejar la charola sobre sus piernas. Lo miro —tus ojos tienen el brillo de la venganza. Quieres vengarte ¿cierto?

Shun se encogió de hombros. Miro el plato de sopa humeante —¿Qué harías si lo que has empezado a construir lo destruyen? —pregunto Shun.

La doncella tomo la taza de té y la comenzó revolver, soplando para disminuir el calor —lo mismo que tú, pero creo que la razón más grande es por la gente que murió ¿cierto? —le extendió la taza de té.

—Ellos no tenían nada que ver. Si tenían algún problema debían resolverlo conmigo, pero lo hicieron porque ellos al igual que yo amenazaban su estilo de vida —respondió Shun bebiendo el té.

—Los cambios son aterradores, pero necesarios. ¿Qué esperabas lograr con ese poder? —pregunto la doncella.

—Torcer el mundo. Crear un mundo donde las personas como nosotros pudiera vivir en paz —respondió Shun.

—Pienso que pensabas crear tu propio reino, para ellos. Sin embargo, eso habría causado problemas en los dos reinos…

—Sé muy bien lo que hubiera pasado, pero lo hubiéramos resuelto dialogando para llegar a un acuerdo y evitar las bajas —dijo Shun interrumpiéndola.

—E imagino que, para eso, necesitabas volverte más fuerte para superar a todos y llegar tu reino sin derramar sangre —dijo la doncella.

—Ese era el propósito, pero ya no existe. En este momento —apretó los puños se dejó llevar por la emoción de la furia y el odio. Su cuerpo lo demostraba —solo pienso en destruirlos.

La doncella lo miro. Los rumores que había escuchado sobre él eran infundados, no se parecía en nada a lo que decían de él. Incluso si ahora lo empezaba a dominar la ira y el odio. No era lo que decían. Un ser ambicioso, que buscaba el poder, para someter y destruir a todos. El joven que miraba aquí delante de ella, era como cualquier otro, con un propósito. Este joven tenía la convicción de proteger lo que quería y ahora lo perdió.   

Se levantó dejándolo solo para que descanse —cierto. Todavía no se tu nombre. ¿Cómo te llamas? —pregunto Shun.

—Sofía. El espíritu zorro de nueve colas —respondió la doncella.

—Gracias, por cuidarme señorita Sofía —dijo Shun inclinando su cabeza.

Ella lo miro sincero y solo asintió saliendo de la habitación. Llego a su jardín trasero, donde un increíble campo de flores, de toda clase de colores y pasto verde estaba a la vista. Mariposas revoleteaban de flor en flor al igual que los picaflores succionando el néctar de ellas. Se acercó al centro del jardín donde se encontraba una espiral sentándose en posición de loto, comenzó a meditar liberando una cálida energía de color roja dando un toque sublime a su campo de flores.




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