La hora pasó lenta y cuando la sirena tocó por poco salimos corriendo, esa es una de las horas más aburridas que teníamos, ¿a quién le interesaba filosofía?, pues a mí no, caminamos o arrastramos los pies, mejor dicho, a nuestros casilleros para sacar los libros de la otra hora.
El día paso sin mayores inconvenientes y llegó la hora de salir, Brandon me llevó hasta casa y luego de un cuídate arrancó y yo entré. Después de hacer los deberes, darle de comer a Dante y mirar la televisión, la noche llegó y fui a dormir.
- No es justo – las palabras salieron antes de poder contenerlas y todos se voltearon a verme
- ¿Perdón? – dijo el profesor con una ceja enarcada
- Perdonado profe – sonreí y todos mis compañeros hicieron lo mismo
- Scott – llamó el profesor - ¿me podría decir qué no le parece justo?
- El castigo que nos está mandando – respondí mirando al frente – no le veo justo que nos mande hacer un ensayo de dos mil palabras
- Yo no veo que sea difícil ese trabajo
- Como usted no tiene que hacerlo, además tenemos muchas cosas que hacer este fin de semana
- ¿Y qué cosas tiene que hacer?
- Eso es personal – dije y alcé un lápiz – pero entre lo que tengo que hacer, es dormir
- Se ve que está ocupada – dijo sarcásticamente – por lo que a usted le va a tocar hacer un ensayo de cuatro mil palabras
- ¿Qué? – mis ojos se abrieron como platos y mi quijada se desencajó de la sorpresa
- Como lo escucha – sonrió – y siga diciendo que no es justo para ver si llegamos a las diez mil palabras – dijo y se giró a la pizarra
- Abusivo – me quejé y me cubrí la cara con las manos, ahora ¿cómo iba hacer ese estúpido ensayo?
Cerré mi casillero y me gire para irme a casa, el pasillo estaba desolado y solo unas pocas lámparas iluminaban el camino, había salido tarde y todos ya se habían ido a sus casas, incluido Brandon que tenía una cena familiar, me había invitado pero yo me negué ya que no me caen muy bien sus primas.
Camine zigzagueando por los pasillos para llegar a la puerta principal, saqué mi teléfono y el reloj marcaba las seis en punto, el día había estado nublado y eso hacía que a esta hora el día ya parezca noche.
Estaba en las gradas cuando un viento helado sopló haciendo que mi piel se erizara y mis nervios se pusieran de punta, giré mi cabeza a todas las direcciones para ver si estaba alguna ventana o puerta abierta por donde pudo entrar el viento pero todo estaba cerrado, apreté más las correas de mi mochila y seguí caminando tratando de convencerme que solo fue el viento.
Vi la puerta de salida a unos pocos metros, aceleré el paso para llegar lo más pronto y salir, sentía una mirada en mi espalda haciendo que cada vez me ponga más nerviosa, por el rabillo del ojo pude ver una sombra que se proyectaba en la ventana de unos de los salones.
Mi corazón subió a mi garganta y mi sangre se congelo cuando escuche que una puerta se abría y se cerraba, gire la cabeza hacia el lugar de donde provenía el ruido pero todo estaba cerrado, no había puertas abiertas ni nadie más en el lugar.
Abrí la puerta de la salida con mi mano temblorosa y salí, era la primera vez que me pasaba algo así, no creía en fantasmas pero esto no tenía explicación. Mi respiración estaba entrecortada y mi cuerpo no dejaba de temblar.
Coloqué bien la mochila en mi hombro y caminé por las desoladas calles de la ciudad, hoy parecía que todo el mundo se había quedado en su casa.
Las calles cada vez se iban haciendo más oscuras conforme me iba acercando a mi casa, las lámparas que alumbraban las calles emanaban una luz mortecina y tener al lado el bosque no me ayudaba mucho para tranquilizarme.
Abrí la puerta de mi casa y entre, deje la mochila en un sofá de la sala y entre a la cocina para servirme agua en un vaso, mi corazón estaba latiendo a mil por hora y mi cerebro no podía encontrar repuestas lógicas a lo que paso hace un rato.
Sentí algo en mi pierna y baje la vista asustada para encontrarme con Dan quien estaba ronroneando en mis piernas, lo alcé en brazos mientras le daba un beso en la frente.
Mi cuerpo aún estaba tenso, no me podía quitar de la cabeza lo que había pasado, me acosté en la cama y cerré los ojos tratando de relajarme, mi mente divagó en el espacio haciendo que todo lo que había pasado se borre de mi mente, estaba a punto de lograrlo cuando escuché ruidos en el piso de abajo haciendo que mis ojos se abran como platos.