- ¿Te crees muy valiente por desafiarme? – dijo con la voz contenida detrás de mí, seguí caminando sin hacerle caso – te estoy hablando – sus dedos se enredaron en mi muñeca haciendo que me detenga
- Suéltame, Elián – dije con la voz calmada
- No – se negó – hasta que hablemos
- ¿Hablar?, ¿de qué? – pregunté mirándole
- De que me tienes que obedecer o acaso no sabes quién soy
- Lo siento, yo no obedezco a nadie – traté de zafarme de su agarre – y si se quién eres, Lucifer
- Soy tu rey
- No lo eres –me negué y escuché como él bufó – que yo sea mitad demonio, no te da ese derecho
- No me hagas enojar – empezó a caminar arrastrándome con él – o te vas a arrepentir
- Le pido disculpas si lo hice, su alteza – dije sarcásticamente y apretó su agarre en mi muñeca haciendo que mi cara haga una mueca por el dolor
- Deja de ser sarcástica – ordenó y llegamos al parqueadero donde estaba su auto
- Ya te dije que no voy a ir contigo – volví a tratar de zafarme pero su agarre se hizo más fuerte, creo que mi muñeca va a estar morada mañana
- No te lo estoy preguntando – dijo y abrió la puerta del copiloto, me lanzó al asiento y cerró la puerta
- ¡Suéltame! – exclamé y traté de abrir la puerta pero está no cedió
- No – vi que entró en el auto y lo encendió, pasé mi mirada por todo el parqueadero pero no había ni rastro de Brandon – hoy no te va a salvar Brandon – se inclinó y me abrochó el cinturón de seguridad – no está aquí - susurró y sentí su respiración en mi cuello haciendo que mi piel se erice
- ¿Por qué? – pregunté tratando de que mi voz no me delate que estaba nerviosa por su acercamiento
- Tenía que resolver unos asuntos – respondió y dejo un beso corto en mi cuello, lo que hizo que frunciera el ceño pero que mi respiración se entrecortara – así que esta tarde eres toda mía
- ¿Qué? – mis ojos se abrieron como platos y mi boca se abrió en una o
Él solo sonrió y arrancó el carro haciendo que saliéramos del instituto, las calles pasaban demasiado rápido, aunque mi mente estaba estancada en el momento en que Elián había posado sus labios en mi cuello, había sentido que mi piel se erizó y mi respiración se entrecortó, haciendo que mi corazón se detuviera un milisegundo.
Llegamos a la calle en donde estaban nuestras casas y él estacionó su auto en el garaje, volví a tratar de abrir la puerta pero está se negó a ceder, vi que Elián rodeó el auto y me sacó de un solo jalón haciendo que me quede casi pegada a su cuerpo, antes de que pudiera reaccionar, él ya estaba arrastrándome a la puerta principal de su casa.
No pude ver nada ya que todo pasó muy rápido, una vez que habíamos entrado en la casa, Elián me levantó en brazos y de un momento a otro ya estábamos en una habitación, que supongo que es de él ya que todo estaba ordenado a excepción de que algunos libros estaban esparcidos en el suelo y un poco de ropa estaba en su escritorio, me lanzó a la cama y me miró desde arriba.
- ¿Acaso no puedes ser más delicado? – pregunté enderezándome en la cama
- Te lo mereces – dijo y se sentó a mi lado – por desafiarme
- Oh, por favor, como si nunca nadie lo hubiera hecho – le dije mirándole fijamente
- Han sido pocos los que lo han hecho – confesó – y terminaron muy mal – me devolvió la mirada y nuestros ojos chocaron – no creo que quieras pasar por eso
- No me das miedo – me encogí de hombros y traté de levantarme de la cama pero su brazo me detuvo – a pesar de lo que me hagas no te voy a tener miedo
- ¿En serio? – preguntó y de un rato a otro yo estaba debajo de su cuerpo, su nariz delineo la base de mi cuello y mi piel una vez más se erizo
- Si
- Entonces hagamos un trato – alzó su cabeza y clavó su vista en mi cara – si gano tendrás que hacer lo que yo te diga sin reproches
- ¿Y si gano yo? – pregunté arqueando una ceja
- No te vuelvo a dar una sola orden – sonreí y negué con la cabeza