Mi vista iba de un lado a otro tratando de adaptarse en la oscuridad, no sabía dónde estaba, pero el lugar era húmedo, frío y oscuro, parecía una habitación muy grande, ya que nunca llegaba a la salida o alguna puerta.
Caminé más rápido cuando sentí que alguien me estaba viendo, giré la cabeza a todos lados pero no había nada, sinceramente creo que me estoy volviendo paranoica.
Mis pies estaban descalzos y las pequeñas piedras se iban metiendo en mi piel pero eso era de lo de menos, quería salir de aquí, este lugar no me daba buena espina, parecía un almacén demasiado grande y olvidado.
Seguí caminando unos minutos más cuando pise algo viscoso, era líquido pero estaba espeso, mis ojos se abrieron como platos y mi piel se erizó – sangre – fue lo primero que pensé, pero mi subconsciente me dijo que no – tranquila, tal vez solo sea aceite o gasolina – me dije a mi misma tratando de tranquilizarme pero eso no me ayudaba mucho.
Y aún tenía la duda de cómo había llegado aquí, solamente me acuerdo que cuando volví en mí, estaba en este lugar, tenía que haber alguna puerta por aquí, sino ¿cómo entraban? y yo tenía que salir.
Me di la vuelta demasiado rápido cuando sentí algo atrás de mí, alcé la vista y me encontré con una sombra demasiada alta, tanto que no le podía ver el rostro y no creo que hubiera podido después de todo ya que estaba en la oscuridad.
Brillante, dijo mi consciencia haciendo que ponga los ojos en blanco.
Mis ojos no se alejaban de la sombra y está se mantenía tan quieta como una estatua, no sabía cuál era su plan y eso hacía que esté atenta a cada uno de sus movimientos.
La atmosfera se hizo más pesada y fría, el oxígeno parecía que cada momento se volvía más escaso haciendo que respire con más dificultad, la sombra se movió un poco y luego un poco más hacia adelante, di un paso atrás y mi pie volvió a pisar ese líquido haciendo que haga una mueca desagradable.
- ¿Qué pasa Kenya?, ¿no puedes respirar? – preguntó una voz burlona desde alguna parte de la habitación
- ¿Quién eres? – dije tratando de que no me tiemble la voz - ¿por qué no te muestras?
- Porque alguien como tú no merece ver mi rostro – habló una vez más – eres una simple humana
- Y tú eres un tipo con un ego muy grande, ¿cómo puedes soportarlo?
- Has sido escurridiza – dijo ignorando mi pregunta – pero eso va acabar ahora
- ¿Tú crees? – pregunté y sentí que mis pulmones gritaban por un poco más de oxígeno
- Te voy a decir una cosa Kenya – le sentí cerca de mí pero cuando me di la vuelta ya había desaparecido – lo que estás haciendo está mal, tú nunca tuviste que nacer pero lo hiciste
- Eso ya lo sé – me encogí de hombros sin darle importancia - ¿no me puedes decir otra cosa?
- Tengo algo que puede interesarte – musitó tan bajo que apenas pude oírlo – y cuando lo veas tal vez consideres mi trato
- Nada puede hacer que haga un trato con un fantasma al que no puedo ver – respondí tratando de albergar en mis pulmones todo el oxígeno que había
- Yo sé que lo que tengo en mi poder te va hacer cambiar de opinión – en su voz había un rastro de risa – es algo muy importante para ti
- ¿Qué es?
- Muéstrale – ordenó y la sombra empezó a desaparecer y a dejar un cuadro blanco
La pantalla que había creado la sombra, era una en la cual se veían sombras y pequeños destellos de luz, pero luego de unos minutos todo empezó a tomar forma hasta que las sombras se volvieron dos figuras que conozco, abrí los ojos desmesuradamente y sentí como la ira iba creciendo en mi interior.
- ¡Papa!, ¡Mamá! – exclamé sorprendida - ¡suéltalos, ellos no tienen nada que ver en esto! – grité demasiado fuerte - ¡esto es entre el cielo y yo!
- Tienes razón, es entre el cielo y tú – dijo muy cerca de mí – pero ellos van a sufrir si tú no haces lo que te digo
- ¿Y cómo sé qué no es una ilusión? – pregunté y me llevé la mano a mi garganta por el poco oxigeno
- Porque yo no engaño a nadie – respondió fríamente – y te lo voy a demostrar – sentí que un viento helado me recorrió la columna haciendo que mi cuerpo se erice