No respondí, simplemente le mantuve la mirada a Miguel y empecé a caminar pero al dar el primer paso, sentí como todo mi cuerpo se contrajo de dolor y di un paso en falso cayendo al instante al suelo, mi espalda ardía, mi cabeza martillaba y mis piernas parecían gelatina, por lo que no me podían mantener de pie por mucho tiempo.
- Levántate – ordenó Gabriel – no se supone que los demonios son fuertes – dijo con una sonrisa - ¡entonces demuéstralo! – se burló
Reuní todas las fuerzas que tenía y me puse de pie tratando de no caerme en el intento, inspiré fuertemente y me dije a mi misma que no iba a dejar que se burlen más de mí y empecé a caminar notando que mis piernas ya me podían soportar.
Salimos de la habitación y subimos por las gradas para salir de ese lugar – aunque me volvieron a atar las manos, siquiera esta vez fue con una soga y no con esposas – hicimos el mismo camino por el cual entré a esta habitación con la única diferencia que estaba con Miguel al frente y Gabriel atrás dejándome a mí en la mitad.
Salimos de ese lugar y me volví a encontrar con el mundo exterior haciendo que un agradable escalofrío me recorriera el cuerpo ya que al haber estado encerrada tantos días ya había olvidado lo que era sentir el viento o el calor en la piel, parecía como si hubiera vuelto de un mal sueño, parecía como si las cosas tuvieran más color.
Miré hacia el firmamento y me encontré con la noche completamente negra, hoy no habían salido las estrellas ni la luna, lo que hacía que el camino se hiciera mucho más oscuro y frío, pero eso para mí ya no era un problema.
Gabriel me dio un empujón desde atrás haciendo que de un traspié pero no me caí, lo que hizo que salga de mi ensoñación y siga a Miguel que estaba a unos pasos más adelante que yo, ya que me había quedado parada admirando mi alrededor.
Caminamos a paso rápido por las calles solitarias y silenciosas, notaba como los dos arcángeles cada vez miraban a los lados de reojo como tratando de encontrar o ver algo fuera de lo normal pero no había nada.
Giramos a la derecha y llegamos a una calle que estaba frente al bosque, los árboles estaban unidos unos a otros haciendo sombra a todo el lugar, las sombras de las ramas y el viento que silbaba entre las hojas hacía de ese lugar algo tétrico, los arcángeles siguieron a paso seguro internándonos al bosque a esas horas de la noche.
Íbamos esquivando las ramas y las raíces de los árboles que sobresalían en el suelo y lo más raro de todo era que no había ningún ruido, lo que hacía que mis cinco sentidos se pusieran más alertas que antes, lo único que escuchaba eran mis pisadas cada vez que pisaba una hoja seca.
Según mi intuición llevábamos caminando cerca de una media hora cuando de repente Miguel se detuvo haciendo que yo lo haga de manera brusca, alcé la vista y me encontré con un claro con hierba fresca y los árboles lo rodeaban formando un círculo a su alrededor y dejando el cielo despejado.
Un fuerte viento hizo que las ramas y la hierba danzaran al son del viento y cuando un escalofrío me recorrió de pies a cabeza y mi piel se erizó, caí en cuenta que no llevaba nada más que el top que me había dado hace días o semanas Brandon.
Mis brazos se enredaron en mi cuerpo tratando de mantener mi temperatura aunque eso no fue necesario ya que al instante Gabriel me jaló del brazo llevándome a la mitad del claro y haciendo que me arrodille en la hierba con los brazos a mi espalda.
- ¿Una última petición? – preguntó irónicamente Gabriel parado atrás mío
- Sí, tengo una pregunta – dije alzando la cabeza para mirarles
- Dime – habló el arcángel de ojos verdes
- ¿Qué es el Kislev? – pregunté segura
- Es el tercer mes según el calendario hebreo moderno y el noveno según el ordenamiento de los meses de la biblia – explicó Miguel y yo lo miré atenta – es un mes donde las lluvias son más intensas y trae la prosperidad a la tierra
- ¿Y yo qué tengo que ver en eso? – fruncí el ceño sin entender nada
- Este mes es en donde la confianza y la esperanza de los humanos hacia Dios es más grande por lo que si tu mueres en este mes, tu alma no podrá renacer – dijo y su mirada chocó con la mía – ya que es un mes prospero donde renace la esperanza y muere el mal y tú eres el más grande para la humanidad
- ¿Por qué?
- Porque tú eres la mezcla entre dos razas y eso está prohibido – habló Gabriel – por lo que solo tu existencia ya es un peligro para la vida humana