La Princesa del Infierno

Capítulo 34

Pero cuando pensé que la espada iba a atravesar mi cuello y todo iba a quedar en la mismísima nada, pasó todo en cámara lenta delante de mis ojos haciendo que los abra como platos y traté de alzar la cabeza aunque la mano del arcángel no me lo permitió.

De un momento a otro la espada que estaba sosteniendo Gabriel estalló en miles de fragmentos haciendo que el arcángel miré la espada sorprendido y luego frunza el ceño sin entender nada, Miguel sacó la suya en un movimiento rápido y se colocó en posición de ataqué frente a nosotros esperando el siguiente movimiento.

Sentí un agarre en mi brazo e hizo que me levante de un tirón, mis ojos buscaron de un lado a otro para ver quién era el protagonista de la interrupción de mi muerte pero mi sorpresa fue mayor cuando encontré el lugar completamente vacío y en silencio salvo por el sonido de mi respiración entrecortada, miré de reojo y vi que Gabriel estaba atrás mío inspeccionando todo el lugar con la mirada tratando de encontrar algo extraño y Miguel no se había movido ni un centímetro de donde había estado parado.

De un momento a otro aparecieron bolas de fuego dirigidas hacia nosotros como misiles, los arcángeles iban esquivando estratégicamente las bolas y yo también lo hacía aunque un poco más torpe ya que parecía que las bolas pasaban a milímetros de mí haciendo que sude frío.

El fuego empezó a disminuir de poco a poco haciendo que de nuevo reine el silencio y los arcángeles vuelvan a su sitio despacio, retiré las manos de mi rostro y miré alrededor para ver que la hierba estaba un poco incinerada y algunos troncos tenían la forma de las bolas de fuego.

- Prepárate Gabriel – dijo Miguel rompiendo el silencio – están aquí

¿Eh? ¿Quiénes están aquí?

Me enderecé un poco tratando de ver más allá de lo que mis ojos podían mirar pero no había nada, el suspenso me estaba matando y para completar la tensión no ayudaba mucho en estos momentos.

Inspiré profundamente pero antes de exhalar alguien me tomó por el cuello y me hizo dar tres pasos hacia atrás antes de que me choqué contra algo duro y sienta una hoja metálica en mi cuello y ahí, atrás mío estaba Miguel que se había movido en segundos hacía mi posición sin que me diera cuenta.

Pasé mi vista por la hoja metálica, por la hierba incinerada y miré al frente conteniendo el aliento al mirar a ese punto en particular, sentí que mis piernas temblaron y un gran peso se quitó de mis hombros al momento en que mis ojos lo estudiaron de arriba abajo.

Era él.

Estaba allí parado a mi frente con su armadura negra y su rostro sereno, sus ojos azules me miraron de arriba abajo haciendo que mi piel se ericé y mi corazón empezó a saltar en mi pecho de manera desenfrenada, su vista se posó en la mía y vi que a pesar de que se mostraba tranquilo sus ojos refulgían con varias emociones demasiado fuertes.

Solté un fuerte suspiro y llevé mi mano izquierda hacia la espada que estaba en mi cuello tratando de quitarla de ese lugar pero al momento en que toqué la hoja sentí como me quemaba la palma al instante haciendo que la quité en un segundo con una mueca de dolor.

Elián no había quitado su vista de mí en todo el tiempo, empezó a caminar a pasos largos pero pausados acortando la distancia que nos separaba haciendo que mí piel se erice cada vez más y mis nervios estén a punto de romperse.

Dejó de caminar a unos diez pasos de nosotros y pasó su vista de mí hacia los arcángeles que estaban atrás mío y sentí como la tensión era tanta que se podía cortar con un cuchillo, Elián pasó la lengua por su labio inferior humedeciéndolo e inspiró preparándose para hablar pero Gabriel se le adelantó.

- Creo que llegaste un poco tarde Lucí

- La puntualidad nunca ha sido lo mío – respondió encogiéndose de hombros – y ahora mismo estoy llegando tarde a otra reunión así que solo suelten a Kenya y me iré – sonrío de medio lado  

- Lástima, eso no podemos hacer – dijo Gabriel y sentí la hoja de la espada quemar la piel de mi cuello – ella hoy va a morir

- No lo permitiré – habló Elián secamente – no voy a dejar que muera

- Eso lo veremos – replicó Gabriel – ¿verdad, Miguel?

- Claro – dijo Miguel y sentí como la espada se iba hundiendo en mi cuello y unos segundos después sentí como una gota de sangre bajo deslizándose por mi cuello

Abrí los ojos como platos en el momento en que la sangre paso de ser una gota a un chorro – en verdad, si querían matarme podían hacerlo de un solo golpe – llevé mi mano derecha a mi cuello y pude sentir el líquido viscoso en mis dedos haciendo que un escalofrío me recorriera toda la columna vertebral.

Sentí una ráfaga de viento en mi rostro y un minuto después la espada había desaparecido y las manos de Miguel también.

Di unos pasos hacia adelante tratando de mantener el equilibrio y me di la vuelta casi al instante para ver el escenario que se presentaba delante de mis ojos, Elián estaba bloqueando los ataques de los dos arcángeles y a la vez trataba de atacarles aunque eso no estaba funcionando.

Dos contra uno.

Pero no me dieron tiempo de nada ya que una ráfaga de viento me mandó volando por los aires y caí contra el tronco de un árbol haciendo que me salga todo el aire que tenía en los pulmones.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.