La Princesa del Infierno

Capítulo 40

Mi vista lo grabó de arriba abajo y me encontré con un chico de cabello largo color blanco, piel pálida, alto y con buen cuerpo, sabía que era un arcángel, su parada y su aire de suficiencia lo decían por él. Me puse en guardia esperando su ataque, ataque que nunca llegó, fruncí el ceño y arquee una ceja,

¿Qué era lo que buscaba?

- Así que eres tú - dijo mirándome como yo lo hice con él - te pareces a Amaciel

- ¿Quién eres? - pregunté pero llevé mi espada hacia atrás en el momento en que vi de reojo que Gabriel iba a enterrar su espada en mi cuerpo - habla - exigió y de un movimiento limpio mi espada se clavó en el costado del arcángel que había tratado de herirme, haciendo que su cara se deforme de dolor

- Tranquila - dijo mirando rápidamente a Gabriel, quien había caído sentado y estaba cubriendo la herida con su mano - no vengo a pelear contigo - dijo, lo miré de forma incrédula sin creerle

- Disculpa si no te creo - hablé - pero el único contacto que tuvo con los seres del cielo ha sido de manera violenta - me encogí de hombros - no creo que solo quieras hablar conmigo, aparte de que aún no me dices quien eres

- Soy Rafael, un arcángel - se convirtió y dio un paso hacia el frente haciendo que automáticamente alcé mi espada hacia su dirección - y vengo a ofrecerte algo

- ¿Ofrecerme algo? - una sonrisa torcida se posó en mi rostro - ¿qué cosa?

- Hagamos un trato Kenia - él también sonrió - es algo que nos va a beneficiar a los dos

- ¿Qué me puedes ofrecer tú que me vas a beneficiar a mí? - cuestioné escépticamente

- Un trato de paz – expuso – hagamos un trato y paremos con esta guerra

- Ustedes comenzaron esta guerra – dije – desde el principio quisieron asesinarme

- Lo sé – asintió – pero si vemos las estadísticas, los dos mundos vamos a salir perdiendo, además de que, como ya te lo habrá dicho Lucifer, tú eres uno de los demonios más fuertes – explicó y yo me crucé de brazos – si seguimos con esto – señaló con su mano el lugar – sabemos que tú los vas a matar y eso no nos conviene a nosotros – dijo haciendo que lo miré con una ceja enarcada – aparte de que si aceptas el trato, la estabilidad entre los dos mundos va a mantenerse y no vamos a perder más vidas

- ¿Por qué no lo hicieron desde el principio? – pregunté secamente – lo que ustedes hicieron fue tratar de asesinarme desde que nací

- Porque nos estamos arriesgando – respondió – al momento en que tú despertaste tu parte demonio, también despertaste tu instinto de matar y cuando tú te descontroles puedes causar muchas masacres – explicó seriamente – lo más lógico era cortar el problema desde la raíz pero no lo pudimos hacer a tiempo y ahora tratar de hacerlo sería un suicidio – sus ojos se posaron en los míos – por eso vine a hacer este trato contigo, apostando todo lo que tengo en que te vas a controlar y no vas a hacer ningún desastre en el futuro

- ¿Cuál es el trato? – cuestioné manteniéndole la mirada

- Que te quedes en el infierno y no subas a la tierra – respondió rápidamente – si tú cumples con esa parte, nosotros no vamos a atentar otra vez contra ti

- ¿Qué pasaría si alguna vez subo a la tierra?

- Te mataríamos ya que estas incumpliendo el trato – se encogió de hombros – además de que no a todos los demonios se les está permitido subir – habló una vez más – piénsalo Kenya, si llegamos a un acuerdo, nadie va a morir y allí está todo lo que tú quieres

Me quedé callada mientras procesaba sus palabras, me estaba ofreciendo irme con la condición de que nunca más volviera a la tierra, no creía que volvería a subir de todos modos, ya que desde el momento en que acepté unirme con Kenya había aceptado que no volvería a ver a mis padres, debido a que no podría explicarles mi cambio físico y tampoco creía que me iban a creer si les contaba la verdad, aparte de que sabía que tenía que quedarme en el infierno ya que era allí donde pertenecía y donde estaban los dos seres más importantes para mí.

Mis ojos volaron hacia Lucifer y Samael, quienes me estaban mirando desde que Rafael llegó y me propuso el trato, sabía que ellos me dejarían escoger la opción que mejor me parezca aún si yo escogía no aceptar el trato, cosa que nos llevaría a una guerra más complicada y larga y como le había dicho a Lucifer, no iba a dejar que nadie muriera por mi culpa, aún si yo no conocía a los moradores del infierno. Suspiré y volví mi vista hacia el arcángel que estaba esperando pacientemente mi decisión.

- Hecho – dije y vi como Rafael asentía – no voy a volver a subir a la tierra

- Buena decisión Kenya – sonrió e hizo aparecer un pergamino y una pluma haciendo que enarque una ceja – ahora firma esto, por favor – me acercó las dos cosas

- ¿Qué es? – pregunté cogiendo el pergamino y la pluma

- Es la constancia de que aceptas nuestro trato y lo que pasaría si alguna de las partes lo rompe – explicó mecánicamente, lo que hizo que sonriera

- Y pensar que hasta aquí hay estos tipos de contrato – comenté mientras le daba una ojeada

- Es solo una formalidad – dijo y yo asentí

En sí era fácil, si alguna de los dos partes rompía el trato, el castigo era la muerte, nada mal si me lo preguntaban, tan arcaicos como siempre.




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