Olivia:
Miro la prueba y luego a mi amiga. Ella está con la mirada fija en la prueba, como si buscara algún error. Pero no, no lo hay. Ya es la tercer prueba de embarazado que me hago y todas tienen el mismo resultado: positivo.
-Olivia, entiendo que quisieras vivir nuevas aventuras y experimentar cosas, pero no creí que esta fuera una de ellas.- Habla la rubia por primera vez y simplemente paso mis manos por mi rostro. Me pellizco varias veces intentando despertar de lo que creo es una pesadilla, pero no funciona.
Estoy embarazada. Hay un bebé, una pequeña vida... dentro de mí.
Es verdad que yo quería experimentar nuevas cosas, conocer gente, probar nuevas cosas, tal vez hasta ir a Italia, como lo he soñado desde que era una niña. Básicamente, salir de mi aburrida rutina. Pero no esto. Ahora me arrepiento de haberle hecho caso a Freya cuando me llevó a ese club.
-¿Qué haré ahora, Freya?- Pregunto con notoria desesperación en mi voz.
-¿Esperar a que tu panza crezca y que parezcas un teletubbie gordo, para luego sufrir horrorosos dolores de parto y convertirte en en una madre luchona?- Le saqué mi dedo del corazón y rio.
-No ayudas.- Me levanto del cómodo sofá y camino por la sala con mis manos entrelazadas-. Esto es tu culpa.
-¿Disculpa? Yo no fui la que te embarazó. Incluso intenté detenerte cuando te estabas yendo con ese chico, pero no me hiciste caso y esta es tu consecuencia.- Ella tenía razón. Fue muy malo tomar todos esos tragos, coquetear con ese chico y despertarme en una cama con una resaca de mil demonios y una pequeña carta a mi lado agradeciendome por lo que pasó esa noche.
-Bien, lo siento. En mi defensa, no estaba en mis cinco sentidos cuando casi te tiro de esa escalera.- Rasco mi nuca nerviosa y le doy una sonrisa angelical. Ella rueda los ojos.
-Eso no importa ahora. ¿Qué harás con el niño, mamá osa?- Le doy una mala mirada por el apodo, pero me enfoco más en su pregunta.
Lo pienso durante varios minutos. ¿Qué debería hacer? ¿Quedármelo? ¿Darlo en adopción? ¿Abortar? No lo sé. Tengo apenas veinte años, y aún quiero tener una vida sin responsabilidades, hacer lo que se me dé la gana; no cambiar pañales y calentar biberones.
Sí, desde siempre quise una familia, pero luego de vivir realmente, no siendo apenas una adulta que ni siquiera ha terminado su carrera universitaria en idiomas.
-¿Darlo en adopción?- Pregunto dudosa, un nudo se forma en mi garganta de solo pensarlo. Freya se relame los labios y luego me da una de sus miradas que sé muy bien lo que significan: un gran discurso en el que me quedaré dormida tres veces y ella pegue tres gritos.
-¿Acaso quieres que él tenga la misma vida que nosotras tuvimos? Olivia, sabes lo que es vivir en un orfanato y que nunca te adopten, ¿quieres que le pase lo mismo?- Me pregunta y niego con la cabeza.
Los oscuros recuerdos vuelven a mi mente. El frío, la desesperanza, las chicas que se prostituían solo para que les den un poco de dinero y poder comer, las adopciones que resultaron ser aún peores que el orfanato... Definitivamente eso no le pasaría a este bebé.
-No lo sé, Freya. No estoy preparada para esto de la maternidad, este niño tendrá una mala vida si se queda conmigo.- Me siento sobre el pequeño sofá nuevamente.
El silencio reina en la habitación, ella sabe que tengo razón. Suspira lentamente.
-¿Qué hay del padre?- Frunzo el ceño-. Tú no hiciste a este bebé sola, Olivia. ¿Quién es el padre?
Fuerzo mi cerebro para recordar y entonces su nombre vuelve a mi mente.
-Sebastian Hayes.- Digo y ella asiente. Toma su celular y teclea un par de cosas. La miro confundida-. ¿Qué haces?
-Buscarlo en Google, debe haber alguna información suya. Yo lo vi antes de que subieran a la habitación así que veré si hay fotos.
Pasaron minutos hasta que un gritito emocionado por parte de la rubia llamó la atención de Olivia. Volteó a mirarla con el ceño fruncido.
-¿Qué encontraste?- Me senté a su lado en el suelo, y ella me pasó su celular emocionada.
Leí el título de la noticia que mi amiga estaba mostrándome:
"Famosa empresa Hayes conocida por alianzas con países extranjeros pasará a las manos de Sebastian Hayes, hijo de Nicholas Hayes, tras la muerte de su padre por causas aún desconocidas"
-Es una noticia reciente. Sabes lo que significa, ¿cierto?- Freya mordía su labio inferior mirándome emocionada.
-¿Que creerá que soy una cazafortunas si me presento en las puertas de su empresa con un test de embarazo?- Crucé mis brazos sobre mi pecho con el ceño fruncido.
-Significa que podrá darle al bebé todo lo que necesita sin ningún problema. ¡A tu hijo no le faltará nada! ¡Tiene una maldita empresa, Olivia!
Me quedé unos segundos pensando en lo que acababa de decir. Yo no tenía nada para ofrecerle a este bebé, apenas podíamos mantenernos nosotras mismas y a este pequeño apartamento. Tenemos una amiga que está embarazada; casi muero al ver los precios de las cosas para bebé. Con todos mis ahorros podría comprarle un cochecito o un poco de ropa... En cambio Sebastian hasta podría ofrecerle el mundo si quisiera.
El bebé nacerá, esa decisión ya fue tomada, pero tendría que contárselo a su padre. Además del dinero, también estaba el sueño que siempre tuve de tener una familia con un esposo que me amara, hijos preciosos y Freya como su madrina. Ese sueño podrá hacerse realidad si se lo cuento.
-No tengo nada suyo, Frey. Solo me dejó una nota al lado de la cama y a este niño dentro de mí. Ni siquiera le pedí su número de teléfono.
No recibí una respuesta de su parte. La vi fruncir el ceño varias veces; eso hace cada vez que se esfuerza pensando en algún plan o algo por lo que luego tendré que terminar disculpandome con alguien.
Unos minutos después me miró con una pequeña sonrisa y una mirada decidida. Apoyó su mano suavemente en mi aún plano vientre.