La Princesa, el Dragón y el Caballero

La princesa

He aquí, la misma historia de siempre, una princesa en una torre, encerrada esperando a que su príncipe azul llegue a rescatarla, pero esto no sería igual a las otras historias, ya que el dragón que custodiaba a la princesa era diferente.

La princesa estuvo encerrada en ese castillo en ruinas desde pequeña, desde los 6 años aproximadamente, el dragón, en lugar de comérsela, la protegió, la cuido y la vio crecer como si de una hija y su padre se tratara, aun sabiendo que ella era su rehén y él era su carcelero.

La niña creció y se volvió una joven hermosa como una flor de primavera, más bella que las estrellas, hacía que la bella luna tuviera envidia de su hermosura juvenil, y su inocencia ante la vida, ya que ella no conocía el mal, su mirada sin malicia, era como ver los ojos de un bebe que muestran la nitidez de un alma sin mancha.

Pero la princesa, aunque feliz de estar con quien se suponía, era su mejor amigo y hasta su padre, anhelaba salir del castillo, algo que no podría ocurrir, ya que solo puede salir a exterior hasta que el príncipe azul, la salve del dragón y se case con él.

Ella refunfuñó, como una niña pequeña a la que no le querían dar su juguete, pasaron los días y ella no le hablaba al dragón, él le pregunto, ¿que es lo que tienes? ¿Acaso sigues enojada por no dejarte salir?. La chica contestó con enojo, si aún sigo enojada, tú puedes salir y volar por donde sea mientras yo debo estar aquí, es injusto.

El dragón, al ver que ella hacía una huelga, encontrá de él, sin comer ni beber nada, él aceptó llevarla a conocer el exterior, pero le dio 3 condiciones:
1. No debes alejarte de mí.
2. No debes hablar con extraños.
Y la más importante, jamás menciones quien eres y de donde vienes.
Ella alegremente acepto sus condiciones con tal de salir de ese lugar.

Entonces el dragón monto a la princesa en su lomo y despego, mientras volaba, ella pudo ver los más hermosos paisajes que el dragón le había descrito, no podía contener su alegría, eran demasiadas cosas nuevas las que veía, todo un mundo al que ella no le estaba permitido vivir, por los momentos.

Aterrizaron en un pequeño poblado, no muy lejos del castillo, inmediatamente, el dragón se convirtió en un humano para despistar a los demás, para hacerlos creer que era uno ellos, era muy atractivo, todas las chicas del pueblo lo miraban con ojos de lujuria, la princesa se impresionó al ver a su captor con una figura tan atractiva, pero eso no le importo mucho porque de inmediato empezó a hacer lo que el dragón le había prohibido.

Desapareció de su vista, la princesa se maravillaba con las cosas más pequeñas. ¿Qué es esto?, ¿Para qué sirve esto?, ¿quién es eso?, hay tantas maravillas aquí, exclamaba la princesa al tomar una pelota, señor ¿qué es esto? Dígame que hace este maravilloso objeto, el tendero algo sorprendido le dijo: es una pelota, puedes jugar con ella.

La princesa asombrada, pe-lo-ta, es un nombre extraño, gracias, señor, decía la princesa con el objeto en las manos, el tendero la detiene rápidamente sujetándola de la muñeca. A donde crees que vas, debes pagar por ella, no te la puedes robar, ladrona, la princesa asustada por la situación y confundida porque en la vida todo se lo había dado el dragón sin pedirle nada a cambio.

Rápidamente, mucha gente llego a ver lo que estaba pasando, y a chismorrear acerca de la situación, el dragón aun buscando a la princesa, noto el tumulto de gente que había reunido, rápidamente supo lo que estaría pasando, atravesando el gentío, llego hasta donde estaba la princesa, que estaba a punto de revelar su identidad, pago el valor del objeto, la tomo de la mano y salieron del pueblo.

Fuera del pueblo se transformó y rápidamente volvieron al castillo.
El dragón estaba furioso, no con ella, sino consigo mismo, por haber hecho algo que no debió hacer. La princesa, aún conmocionada, por lo que paso, sabía que tenía que saber el comportamiento de las personas, viendo la pelota en sus manos, se recostó en su cama y durmió placidamente.

 




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