La Princesa, el Dragón y el Caballero

El Dragon

Un dragón llegó una vez a un castillo que estaba casi en ruinas, supo que si quería vivir en ese castillo debía al menos repararlo un poco, comenzó su labor dándole la apariencia de un castillo digno de un rey, cuando tenía que hacer arreglos pequeños se transformaba en humano. Se le ocurrió hacer que un río de agua cristalina sentía que su sueño de una casa estaba cerca.

Una vez mientras descansaba, en una noche de lluvia torrencial, una pareja se le acercó a él despertando, el dragón los vio y exclamo: que creen que hacen en mis dominios.-exclamo con tono amenazante.-

La pareja, que estaba cubierta con capas, se descubrió el rostro dejando ver sus coronas, eran un rey y su reina, y traían con ellos una niña pequeña que no entendía nada de lo que estaba pasando.

Los monarcas le rogaron al dragón: por favor, oh gran señor dragón, le rogamos, rapte a nuestra hija y póngala en la torre de su castillo. El dragón no entendía lo que le estaban rogando, porque me piden algo como eso acaso odian a su hija?.-es pregunto el dragón con una voz un tanto molesta.-

No es así, señor dragón, la amamos más que a nuestra propia vida, y por eso estamos haciendo. La razón es que nuestro país está en guerra y todas las naciones se están matando, nuestra familia está siendo perseguida.

Apenas llegamos hasta aquí y me temo que al volver ya no existiremos más en este mundo para poder proteger a nuestra amada hija, así que por favor señor dragón, ablande su corazón, puede dejarla ir cuando considere que hay paz, solo le pedimos que la proteja.

Saben que puedo comérmelos a todos si a si quiero ¿no es así?. Exclamo el dragón viéndolos a los ojos. Es cierto que podría hacer rey dragón, pero le rogamos que cuide a nuestra hija, porque aunque muramos y no encuentren nuestros cadáveres, perseguirán a nuestra hija para toda la vida, por eso debemos volver y aceptar nuestro destino para darle a nuestra hija un futuro sin muerte.

Su petición es extraña y su futuro es incierto, pero cuidaré de su hija, no importa su destino, dijo el dragón transformándose en humano tomando a la niña y llevando al castillo mientras sus padres se despedían y volvían al pueblo montando sus caballos, antes de irse la madre le dio un relicario y se lo colgó en el cuello diciéndole que ellos siempre estarán con ella.

La niña lloró viendo como se alejaban, mientras el dragón entraba en el castillo y cerraba la gran entrada, comenzando así, la historia entre la última princesa y el dragón del castillo.

A medida que pasaban los años, el dragón cuidaba de la niña que le habían encomendado, aprendiendo sobre la marcha lo que debía y no debía hacer para mantenerla, se encariñó con ella, algo que nunca pensó que ocurriría, porque los dragones son las criaturas más nobles y los humanos son eran juguetes o carne.

Todo su razonamiento sobre su vida cambio, aquel castillo casi en ruinas se convirtió en un hogar para el y la princesa.

A veces notaba lágrimas y tristeza en el rostro de la pequeña, pero intentaba hacerla reír jugando con ella y hacerla olvidar lo que había perdido.

Le contó las historias que conocía, de los lugares que visitaba, donde había montañas, ríos, mares, vacas, leones y varios animales, también traía rosas para ella, y le mostraba las cosas que la harían sonreír.

La princesa le pregunto con ojos centelleantes, con llenos esperanza: ¿cuándo podre ver todas estas cosas que me has contado y has traído?. El dragón le contó la historia de la princesa en la torre y el príncipe azul, que cuando llegue un caballero con en su corcel blanco, rescataría a la princesa, derrotaría al dragón y viviría felices para siempre.

¿Entonces solo debo esperar a mi príncipe azul para poder ver todo lo que me cuentas? Dijo la princesa que estaba emocionada, ¿cuándo va a venir?, ¿a dónde vamos a ir? Decía la princesa mientras daba pequeños saltos, pero luego se detuvo. ¿Oye, pero si mi príncipe azul viene, dices que él te mataría? ¿Yo no quiero eso? ¿No quiero que te mueras?.-decía la princesa mientras abrazaba al dragón.- 

No te preocupes, no moriré, solo fingiré, para que puedas ir con él,.-dijo el dragón con una leve sonrisa en su rostro y acariciando la cabeza de la pequeña.

Es hora de que te vayas a dormir ya es muy tarde. Los dos se fueron a dormir y siguieron su tiempo juntos.

 




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