La princesa malvada

Capítulo 2.

Julio estaba ideando algo para ayudar a la princesa, pensó en matar a Vania, pero todavía no quería llegar a esos extremos, así que caviló que lo mejor sería que Alexandra le dijera a Santiago que lo quería, a lo mejor él dejaba a Vania para casarse con su bella princesa.

—Ya sé que podemos hacer.

—¿Qué haremos? —Preguntó la princesa—. ¿Matar a Vania?

—No, todavía no, primero tomaremos otra clase de medidas menos… salvajes.

—Pero tú eres un sanguinario desquiciado. —Se cruzó de brazos.

—Sí, pero aún no quiero llegar a ese extremo, tengo un mejor plan. Antes que nada, tendrá que hacerse mejor amiga de Vania, y así…

La princesa lo interrumpió abruptamente.

—¡¿Qué?! ¿Cómo que hacerme amiga de Vania, la fea? No haré eso.

—Espérese, no me ha dejado terminar —murmuró molesto, pues no le gustaba que lo interrumpieran—. Si se hace su amiga, dirá que le ayudará con los preparativos de su boda, pero en realidad la arruinará, aparte la podrá visitar y también verá al príncipe Santiago, empezará a platicar con él, dejará que le conozca y en un buen momento le dirá acerca de sus sentimientos, así él recapacitará y dejará a su fea prometida para casarse con usted.

La princesa pensó con detenimiento, hasta que por fin aceptó el plan de su sirviente. Aunque no le agradaba la idea de ser amiga de Vania, reconoció que ese sería el mejor plan para que Santiago se fijara en ella, sin tener que matar a nadie.

***

Al siguiente día a Vania le llegó una carta de Alexandra, donde le decía que ella le ayudaría con los preparativos de su boda, con el banquete, los adornos y que también la apoyaría para escoger el vestido y el color de las flores y manteles, es más, hasta preguntó si podía ser una de sus damas de honor.

Vania se puso contenta al saber que la princesa más bonita de todos los reinos la quería ayudar, así que de inmediato le contestó la carta, donde respondió que sería un honor para ella que una princesa tan hermosa quisiera ser su dama de honor y que la pondría muy feliz si le ayudaba con la organización de su boda.

Vania le dio a un sirviente la carta y él la fue a entregar al otro reino. Como los dos lugares estaban cerca, la respuesta le llegó pronto a Alexandra. La hermosa princesa se puso feliz al ver la respuesta de Vania, la primera parte de su plan había salido a la perfección.

—¡Julio! —Gritó la princesa. Él entró rápido a su habitación y ella lo miró con felicidad—. Prepárate, porque mañana viajaremos al castillo de Vania. —Al terminar de decir eso, el joven hombre sonrió con un gesto perverso y ella le devolvió la sonrisa; los dos daban miedo por separado y juntos eran mucho peor.

***

En la mañana del siguiente día, Alexandra y sus sirvientes salieron temprano y emprendieron el viaje hacia el reino de Vania. Llegaron al mediodía al castillo.

Alexandra bajó de su carruaje y para su sorpresa, ahí estaba Vania esperándola. La chica corrió y abrazó a Alexandra.

—¡Me da mucho gusto que estés aquí y que quieras ayudarme! —Dijo Vania; a Alexandra no le gustaban los abrazos, y menos el de ella, pero la otra chica no la soltaba.

—Sí. —Alexandra trató de alejarla disimuladamente. Ella tenía que actuar muy bien para fingir que Vania le agradaba, porque en realidad la odiaba.

—Oye, ¿te puedo preguntar algo? —Vania la miró con curiosidad.

—Dime —respondió la rubia con una sonrisa fingida.

—¿Por qué te fuiste corriendo la otra vez? Te estaba diciendo que Santiago es mi prometido, pero te diste la media vuelta y saliste rápido.

—Ah, es que… —Alexandra estaba nerviosa por esa pregunta, pero se controló—, pues, sí estaba emocionada, pero me acordé que dejé una llave de agua abierta, y no iba a permitir que se gastara, así que la fui a cerrar.

Era una excusa tonta y poco creíble, pero la castaña se la creyó.

—Oh, era eso. Hiciste bien, no podemos permitir que se gaste el agua.

Alexandra se dirigió a su sirviente Julio, que estaba atrás de ella, y le susurró:

—En serio, no quiero ser su amiga, es una tonta.

—Sí, es tonta y es perfecto, así podrá manipularla fácilmente, acuérdese de lo que practicamos y no lo arruine.

Alexandra de nuevo se acercó a la princesa Vania y le sonrió.

—¿Qué esperamos? Vamos a conseguir tu vestido de novia.

—Ah, sí, el vestido, ¡qué genial! —Vania aplaudió con emoción.

Fueron, junto con algunos sirvientes, a la mejor tienda de ropa que había. Era pequeña y fea comparada con las boutiques del reino de Alexandra. Las princesas entraron mientras los sirvientes las esperaban afuera. Empezaron a ver los vestidos. Vania no quería un vestido ostentoso ni muy caro, deseaba algo sencillo con el cual se viera bien.

La castaña se empezó a probar diferentes vestidos, pero ninguno le quedaba bien. Alexandra le decía que con todos le quedaban hermosos, pero ella no estaba muy convencida.

Finalmente, Vania se puso un vestido a su medida, muy bonito y sencillo; con él puesto se veía bonita, era de un color blanco perla, de tipo tubo, con pocos adornos.



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En el texto hay: princesa, amistad amor, princesamalcriada

Editado: 28.04.2025

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