Nos despertamos con la esperanza de que todo hubiese sido una pesadilla… pero no. Seguíamos en esa acogedora, pero extraña cabaña, con la cabeza llena de dudas y el corazón latiendo rápido. Bajamos lentamente a la sala, y ahí estaba Elvira hablando con un señor imponente: era alto, fuerte, de piel muy blanca, cabello largo y marrón, y barba perfectamente cuidada. Cuando me vio, su rostro se iluminó con una sonrisa que me heló el alma.
—Por fin te vuelvo a ver, niña —dijo con emoción.
—¿Quién es usted? —pregunté, nerviosa.
—Soy Alex, el rey del Mundo Mágico —respondió con voz profunda, inclinando la cabeza en señal de respeto.
—¿Mundo Mágico? —repetí, sin entender nada.
—Sí, Amelia —dijo, mirándome con ternura.
—Yo me llamo Charlotte… —susurré, dando un paso atrás.
—Hola, Isla —saludó también a mi amiga, como si ya la conociera de toda la vida.
Me giré hacia Isla, confundida.
—¿Ustedes se conocen?
Ella iba a responder, pero el rey Alex la interrumpió:
—Fui yo quien envió a Isla a protegerte. Después de que la madre de Isabella te arrojara al lago y te declarara muerta para quedarse con el trono… no podíamos dejar que algo así pasara. Fue Elvira quien te rescató de entre las aguas, y para protegerte, te entregamos a una familia humilde en el mundo humano. Isla fue enviada años después para mantenerse cerca de ti. Ella no lo recordaba, pero fue hechizada para despertar sus memorias cuando llegara el momento.
—¿Qué...? ¿¡Isabella, la princesa!? —pregunté aturdida.
—Sí —afirmó Alex con firmeza—. Isabella solo es princesa porque tú no estás. Ella no tiene derecho al trono. Tú eres la verdadera heredera… la hija de la Reina Elena, quien fue traicionada por su propia hermana: Deysi, la madre de Isabella.
Di un paso atrás, mareada por tanta información, y antes de poder procesarlo todo… me desmayé.
Cuando abrí los ojos, estaba acostada en el sillón. Isla me sostenía la mano. Alex me habló suavemente.
—Charlotte… tu verdadero nombre es Amelia del Reino de Nevaría. Eres descendiente de una línea de guardianas mágicas, y llevas en la sangre el don de la Llama del Alba, una energía legendaria que puede purificar cualquier oscuridad. La Reina Elena te ocultó este poder cuando eras bebé para protegerte de su hermana Deysi, que intentó apoderarse de la magia con ayuda de su hija. Al no lograrlo, te dieron por muerta. Pero el destino no se puede romper.
Yo lo miraba con incredulidad.
—¡No, no! Esto es una broma muy mal hecha, Isla. ¿Yo, princesa? ¡Por favor! —me levanté furiosa—. ¡Inventa algo mejor!
El rey Alex se acercó, serio, y con un gesto de su mano hizo que una esfera flotante de luz se materializara frente a mí. Dentro de ella… vi el rostro de una mujer hermosa con ojos como los míos. Sonreía mientras sostenía a una bebé en sus brazos. Esa bebé… era yo.
—No es una broma, Amelia. Eres nuestra última esperanza —dijo Elvira desde la puerta.
—¿Esperanza para qué? ¿Por qué una chica de 15 años salvaría un reino mágico? ¡Ni siquiera puedo hacer magia! ¡Yo solo quería ir al parque con Aarón!
—Tu magia está dormida… pero ya ha comenzado a despertar —me explicó Alex—. El Reino de Nevaría está cubierto por sombras. Deysi busca abrir el Portal de los Mil Inviernos, que destruirá no solo nuestro mundo, sino el tuyo también. Solo tú puedes cerrar ese portal, porque solo la heredera real puede activar el Cristal del Alba.
Me quedé en silencio, con el corazón latiendo a mil. Yo... ¿una princesa mágica? ¿Con un destino para salvar dos mundos?
No sabía qué pensar. Solo sabía que mi vida cambió para siempre.
Y esto… esto es solo el inicio de mi aventura.
Sigan viendo… bueno, leyendo.
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Editado: 28.04.2025