."La Princesa Perdida de Noveria: El Despertar del Hielo"

Capítulo 9: El Trono Manchado de Traición

(POV Deysi e Isabela)

El gran salón del castillo estaba en penumbras, iluminado apenas por las velas que parpadeaban al ritmo de una tormenta que rugía afuera.
Deysi caminaba de un lado al otro, el sonido de sus tacones resonaba en las paredes frías de piedra.
Isabela, sentada en el trono que aún no le pertenecía, jugueteaba con una copa de vino, sonriendo como un gato acechando a su presa.

Un soldado entró apresuradamente, se arrodilló y, con voz temblorosa, anunció:
—Mi reina... mi princesa... hemos confirmado los rumores. Amelia... la verdadera heredera... está viva.

El silencio que siguió fue más aterrador que cualquier grito.

Deysi dejó escapar una carcajada fría, como hielo quebrándose.
—¿Así que la pequeña bastarda sigue respirando? —susurró con veneno en la voz.

Isabela se puso de pie lentamente, su sonrisa torcida se ensanchó.
—Entonces es hora de terminar lo que no se terminó hace años —dijo, sus ojos brillando de una oscura emoción.

Deysi, sin perder el tiempo, trazó su plan. Debía desaparecer toda amenaza.
Mandó llamar a los verdaderos reyes, con una excusa de que debían hablar urgentemente.

Cuando el Rey Román Windsor y la Reina Madison Windsor llegaron, confundidos pero esperanzados —sin saber que su hija seguía viva—, Deysi los traicionó sin piedad.
Hizo que fueran rodeados por guardias leales a ella, los encadenó como criminales comunes y los arrastró hasta el sótano olvidado del castillo.

Mientras los encerraban en aquellas celdas húmedas y oscuras, la Reina Madison gritaba desesperada:
—¡¿Qué has hecho con nuestra hija?! ¡Amelia está viva! ¡No puedes detener la verdad!

Deysi solo sonrió, burlona.
—¿Viva? —se burló—. Pobres ilusos... nadie creerá las palabras de una mujer que ha perdido la cordura.

Con una frialdad monstruosa, difundió por todo el reino que la Reina había enloquecido de dolor y que el Rey, avergonzado, había huido junto a su hijo menor, el pequeño príncipe Erik.
En realidad, Erik, ese inocente niño de apenas diez años, fue capturado también y arrojado en un cuarto oscuro, lejos de todos, bajo la vigilancia de los soldados más crueles.

—Que digan que huyeron juntos... —ordenó Deysi con una sonrisa malvada mientras bebía de su copa—. Nadie debe saber la verdad. Ahora... el trono me pertenece.

Y mientras la tormenta golpeaba los muros del castillo, Deysi y su hija Isabela, ahora proclamada princesa heredera, juraron acabar con Amelia.

Una orden fue dada: encontrarla... y matarla sin piedad.

Porque en su nuevo mundo de mentiras y sombras, solo podía haber una reina.
Y para eso, la verdadera heredera debía morir.

Capítulo 10: Perdida en un Mundo Nuevo

(POV Amelia)

Después de separarme de Isla, estuve buscando a Denis por todas partes, pero no lo encontraba.
—Buenas... ¿conoces a un tal Denis? —le pregunté a una elfa que encontré en el mercado.

—Sí, pero no está. Salió ayer y aún no ha regresado —me respondió.

—Uy... y ahora... Me dijeron que debía encontrarlo, que él me iba a cuidar —le expliqué, sintiéndome más perdida que nunca.

—Mira, si quieres, puedes quedarte conmigo hasta que Denis regrese —me ofreció la elfa con una sonrisa amable.

—¡Ay, muchas gracias! Por cierto, soy Charlotte... ¿y tú? —le pregunté, usando el nombre falso que me habían dicho que debía usar.

—Me llamo Dora. Encantada de conocerte, Charlotte —me respondió.

Dora me llevó a su casa. Era un poquito chiquita para mí, pero bueno... a caballo regalado no se le miran los dientes, ¿no? Igual, la casita estaba muy bonita.
Me presentó a su esposo y a sus dos hijos; todos eran muy lindos y amables.
Me quedé ahí un buen rato, agradecida por su hospitalidad, hasta que de repente escuché un ruido muy fuerte afuera.

Cuando me asomé a la ventana para ver qué pasaba, escuché voces... ¡me estaban buscando!
No me quedó de otra que escaparme.
Corrí tanto como pude, saliendo del pueblo hasta llegar a un bosque muy lindo que, para mi sorpresa, no tenía nieve. Era cálido... pero no todo era perfecto.

Cuando estaba a punto de dar un paso más, escuché unos ruidos muy fuertes entre los árboles. Antes de que pudiera reaccionar, alguien me agarró del brazo y me llevó a un escondite.

—¿¡Estás loca!? ¿Cómo vas a ir allí? —me gritó un señor alto, moreno y muy fuerte.

—¿Qué pasa? —pregunté, confundida.

—¡Estabas a punto de entrar en la boca del lobo! —dijo aún más enojado.

—No entiendo... ¿qué había ahí? —pregunté, temiendo la respuesta.

—Dragones. Pero no los buenos o domésticos. ¡Ahí solo están los más malos y fuertes! Nadie sale vivo de ese lugar —me explicó, mirándome como si no entendiera cómo seguía con vida.

—¿Dragones? —repetí en shock. Bueno, a estas alturas... ya nada me sorprende.
—Espera... ¿hay dragones domésticos? —pregunté, ahora curiosa.

—Sí —me respondió como si fuera lo más obvio del mundo.

—¿Tú quién eres? —me preguntó, mirándome con desconfianza.

Por un momento dudé si decirle mi nombre real o seguir con "Charlotte", pero al final decidí mantener la mentira.
—Charlotte... ¿y tú? —pregunté.

—Jj... Mucho gusto —respondió simplemente.

—¿Qué haces por aquí? Pareces que no sabes nada de este mundo —añadió, frunciendo el ceño.

—Me perdí —dije bajito, sintiéndome un poco tonta.

Y así fue como terminé pasando la noche en ese escondite, junto a un desconocido, perdida en un bosque lleno de peligros.

"Perdón, Isla... pero me tuve que ir, sí o sí", me repetí a mí misma mientras abrazaba mis rodillas y miraba las estrellas desconocidas que parpadeaban sobre mí.




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