."La Princesa Perdida de Noveria: El Despertar del Hielo"

Capítulo 15: La Traición y la Guerra

(POV Amelia)

La noche había caído sobre el campamento, pero algo no estaba bien. La calma en el aire era demasiado pesada, como si el mundo estuviera conteniendo el aliento. Alistair y yo caminábamos entre las sombras, el silencio roto solo por el crujir de las ramas bajo nuestros pies.

—¿Sientes eso? —preguntó Alistair, su voz baja pero llena de tensión.

Asentí lentamente, aunque no necesitaba palabras para describir lo que sentía. Algo estaba mal, muy mal. El campamento estaba demasiado tranquilo para ser una noche normal. Los guerreros descansaban, los fogones apenas ardían, y la brisa fría parecía moverse con una extraña presión.

¡Algo estaba a punto de pasar!

De repente, escuché un susurro. No de la naturaleza, sino del interior del campamento. Eren, uno de los nuestros, se movía sigilosamente entre las sombras. Vi cómo abría en secreto las defensas del campamento, sus manos manipulando la magia de los escudos con una rapidez desconcertante. El traidor estaba en acción.

Antes de que pudiera decir una palabra, el caos estalló.

Flechas silbaban en la oscuridad. Los guerreros, aún medio dormidos, apenas tuvieron tiempo de reaccionar. Los gritos de alarma se elevaron, y el sonido de la batalla comenzó a llenar el aire. Isabela había enviado a sus hombres, y el campamento estaba siendo atacado desde todos los ángulos.

Mi corazón latía con fuerza en mi pecho mientras intentaba mantener la calma. ¿Cómo íbamos a salir de esta?

—¡Proteged el campamento! —grité, pero mi voz se ahogó en el rugido de la batalla.

Usé toda mi magia para formar un escudo protector alrededor de los guerreros que estaban cerca. Un muro de energía brillante se levantó, pero sabía que no podría sostenerlo por mucho tiempo. Cada segundo que pasaba, sentía cómo la energía me drenaba más y más.

Mi mente estaba centrada, pero mi cuerpo estaba al límite. No podía permitir que los demás cayeran. No esta vez.

De repente, en medio del caos, algo llamó mi atención. Eren estaba cerca, moviéndose con desesperación entre los soldados caídos. Intentaba huir, o tal vez seguir saboteando, pero sus pasos vacilaban como si estuviera considerando algo.

Era el momento.

Sin pensarlo, corrí hacia él. Mi corazón me latía en la garganta mientras me acercaba.

—¡Eren! —grité, pero él ni siquiera se detuvo. Entonces, la furia creció dentro de mí, y sentí cómo la magia comenzaba a arder con fuerza en mis venas.

Lo alcancé, y en un segundo, mi magia lo rodeó. No podía dejar que escapara. Pero, al mirarlo, una duda me invadió. ¿Debería matarlo? ¿Debería capturarlo? Todo en mí quería que pagara por lo que había hecho, pero algo me decía que necesitaba respuestas.

Antes de que pudiera decidir, Alistair apareció junto a mí. Con una mirada decidida, le hizo una señal a los soldados para que se apartaran.

¿Qué quieres hacer con él? —preguntó, su voz dura, pero entendiendo mi conflicto.

Eren no pudo soportar la presión. —No es lo que crees. —Su voz temblaba. —Deysi… Deysi tiene el control de todo. No hay forma de detenerla. Yo... no puedo escapar.

¿Podía creerle? Parte de mí quería escuchar lo que tenía que decir, pero otra parte sabía que los traidores no merecían clemencia.

Antes de que pudiera hacer algo, una sombra oscura se alzó en el horizonte. La silenciosa presencia de Isabela emergió entre las llamas y el humo, con una gracia sin igual. Su figura se recortaba contra el fuego, y sus ojos brillaban con una fría determinación.

—¿Así que la pequeña Amelia ha despertado? —dijo, su voz como un cuchillo afilado cortando el aire. —He estado esperando este momento.

La miré fijamente, pero no dejé que mi miedo se notara. No iba a dejar que me quebrara con palabras. La batalla aún no había terminado.

—No te preocupes, Amelia. —Isabela sonrió, una sonrisa vacía de toda humanidad. —Aún no has visto nada.

—Lo que hagas, no cambiará nada. —respondí, mi voz más firme de lo que me sentía.

Sin embargo, algo en sus ojos me hizo dudar. Ella no estaba aquí solo para pelearme con espada; estaba aquí para romperme por dentro. La batalla sería más que física.

Isabela hizo un gesto con la mano, y sus soldados comenzaron a retirarse, como si la lucha fuera solo un preludio. Pero no me equivoqué. Había algo mucho más oscuro en sus palabras. —La próxima vez, no habrá piedad.

Y en ese momento, todo el peso de su amenaza cayó sobre mí. Sabía que había sobrevivido esta vez, pero las sombras de la guerra seguían acechando.

Cuando la calma volvió, los guerreros comenzaron a contar las pérdidas. Había caído gente que conocía, amigos que ya no estaban. Y aunque sentí orgullo por haber resistido, también sentí un dolor profundo.

No éramos los mismos.

A pesar de todo, no podía quedarme quieta. Algo me decía que la verdadera guerra estaba aún por comenzar. Cuando uno de los soldados caídos fue revisado, encontramos una carta escondida entre sus ropas. Un mensaje de Deysi y Isabela, y en él, algo que nos dejó helados: un plan para destruir los últimos refugios del reino.

La próxima batalla, la próxima guerra... sería aún más oscura.




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