."La Princesa Perdida de Noveria: El Despertar del Hielo"

Capítulo 22: "La Llamada de la Sangre"

La noche caía pesada sobre Noveria, como un manto de ceniza que presagiaba el fin de algo... o el nacimiento de algo nuevo. El viento susurraba nombres antiguos, palabras prohibidas, secretos olvidados. Y yo, de pie sobre la colina, mirando los restos del castillo, sentí en mi pecho el eco de esa voz vieja como el mundo.

El llamado de la sangre.

¿Estás lista? La voz de Isla me llegó suave, pero su temblor la traicionaba. Yo no respondí inmediatamente, mis pensamientos estaban lejos, perdidos en la neblina de mis recuerdos.

El viento, cargado de magia, revolvía mi cabello y mi capa, como si la misma naturaleza me reconociera por fin. Y yo… yo me sentía como una extraña en mi propio reino, aunque sabía que mi destino estaba frente a mí, esperando.

—Sí. Susurré, y en ese susurro, sellé lo que había de venir.

El Rey Alex avanzó hasta mi lado, con un artefacto antiguo en sus manos: un cuerno de guerra forjado en los días cuando los humanos y las criaturas mágicas caminaban como iguales. Un artefacto solo digno de los herederos reales. Solo una voz digna podía despertarlo. Solo una sangre auténtica podía invocar a los olvidados.

—Hazlo, Amelia. Sus palabras fueron firmes, pero en sus ojos vi algo más: respeto, esperanza, como si me viera por primera vez no solo como una niña perdida, sino como la heredera que siempre fui.

Tomé el cuerno entre mis manos, mis dedos temblaban. En ese momento, pensé en todo lo que había perdido: mi infancia, mi hogar, mi inocencia. Pensé en mi madre, en mi padre, en los recuerdos que ya no podía recuperar. Pero también pensé en lo que podía ganar: mi reino, mi gente, mi verdad.

Miré al horizonte, al lugar donde todo comenzó. Y con un grito que partió la noche, soplé el cuerno.

El sonido que emergió no fue solo un llamado: fue un rugido ancestral, un grito de batalla que atravesó el cielo, bajó hasta las cavernas del subsuelo, donde las criaturas desterradas, aquellas que habían sido olvidadas, despertaron. Los elfos, los druidas, los espíritus de los bosques, los guerreros mágicos, todos sintieron el eco de esa llamada, alzaron la vista al cielo encendido. Lo entendieron de inmediato: el linaje perdido había regresado. La heredera de Noveria reclamaba su derecho.

Mi corazón latía con fuerza, mi sangre se elevaba, resonando con el llamado. Y mientras los vientos mágicos revolvían el aire, algo dentro de mí se despertó. Era mi momento.

Desde su trono falso, Deysi sintió el estremecimiento de la tierra bajo sus pies. El mismo eco que había despertado a los olvidados. Sabía que su tiempo de esconderse había terminado. Con un grito de furia, la sentí convocar a Isabela y sus fuerzas oscuras. Si Amelia quería guerra… guerra tendría.

La sangre real ardía en mis venas, fuerte como el fuego, dulce como la esperanza.

Y entonces, entendí: no iba a huir. No más.




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