La princesa sin reino

Capítulo uno

El hombre de magnánimos ojos azules miro a la joven con ojos asustados, pero ambos reaccionaron demasiado tarde, los disparos sonaron estrellándose contra su cuerpo.

Luana despierta sobresalta ante la pesadilla, el sudor recorre su frente y parte de su cuello, su respiración esta acelerada mientras mantiene una mano sobre su pecho, una lagrima traicionera baja por su mejilla mientras la joven piensa que debería de estar acostumbrada ya que las pesadillas la atormentan desde hace cuatro años, aunque claro un acontecimiento como ese no se olvida tan fácilmente.

O al menos ella lo recordara durante toda su existencia.

– ¿otra pesadilla? –pregunto su dama de compañía.

–Sí– susurro la joven conmocionada hacia la mujer.

– ¿te preparo un té? –

–No Lily, gracias y discúlpame por haberte despertado.

Ambas mujeres trataron de conciliar el sueño, para una fue más fácil que para la otra.

Los ojos de Luana estaban fijados sobre el gran techo de su habitación, el suspiro lleno de sentimientos salió inesperadamente de la boca de la joven y no era para menos esa habitación tan oscura, con grandes estructuras de madera oscura, pinturas oscuras no se podían comparar con el palacio en el que vivió hasta los 16 años.

Cuando el Sol comenzó a ascender sobre el cielo de Borgoña Luana decidió que era momento de levantarse y empezar con su rutina para así no llegar tarde al desayuno con sus tíos.

Tomó un baño caliente y a continuación se vistió con una falda azul marino, que le llega por debajo de las rodillas, una blusa blanca con rayas azules verticales, un cinto para que su cintura se viera más estrecha y por último unos zapatos negros de piso.

Cuando salió del baño Lily se hallaba esperándola para darle el visto bueno.

–Este pelo es incontrolable– se quejaba Lily mientras intentaba peinar el largo cabello rubio dorado de Luana.

–Te lo dije, es imposible– comento Luana con un intento de sonrisa en sus labios.

–Hare una trenza.

Lilian o solo Lily había sido contratada como dama de compañía para Luana, que desde el punto de vista de la joven rubia más que dama de compañía era niñera, pero tenía que admitir que le caía bien y le gustaba cuando la peinaba, le recordaba a su madre.

–Bueno señorita esta lista.

–Gracias Lily– dijo la joven levantándose del tocador, Lily le hizo una pequeña reverencia y después Luana se dirigió al comedor.

El palacio de Borgoña tenía un estilo gótico, los grandes muros de piedra sillería abarcaban la mayor parte del castillo, los jardines en medio de los pasillos eran algo que le gustaba a Luana quien ya caminaba con prisa para no perderse el desayuno y ahorrarse una reprimenda de su tía.

El rey Anthony se encontraba sentado la silla principal del comedor mientras que su esposa, la reina Dagmar se encontraba a su lado, la reina se encontraba degustando felizmente su desayuno y es que ese día era muy especial para los reyes y el motiva era que llegaba su hija después de seis meses fuera de Borgoña.

–Buenos días– susurro Luana tomando asiento junto a su tía.

–Buen día florecilla– saludo Dagmar alegremente. –Hoy se cancelan tus clases por la llegada de Antonieta.

Eso solo significaba una cosa: postres y vestidos. Era el mismo ritual que tanto la princesa y la reina tenían para contar chismes y anécdotas de la princesa.

–puedo imaginar tendrán una tarde muy ocupada– comento Anthony con cierto deje de burla– Procuren no comer demasiados pasteles.

–No prometemos nada querido– Dagmar posiciono su mano con varios anillos en sus dedos sobre la del rey y ambos sonrieron. –Antes de que lo olvide la abuela llega mañana.

–Al fin da señales de vida– comenta el rey Anthony con sarcasmo.

La abuela Alice se la pasaba viajando por todo el continente, tenía varios amigos dentro de la realeza y con la edad que tenía nadie le puede negar hospedaje a la antigua reina de Aldruan.

El gran y antiguo reino de Aldruan, con sus hermosos paisajes, su gente llena de carisma, los palacios majestuosos, los museos llenos de arte e historia, un reino prospero o al menos eso es lo que se decía.

–Daremos una cena por la llegada de Antonieta y por la abuela Alice– comento Dagmar con emoción. –creo que ya va siendo hora de que conozcas a algunos prospectos Luana ¿y qué mejor que ahora?

– ¿prospectos? –pregunto la joven con incomodidad y desconfianza.

–Jóvenes de tu edad que puedan casarse contigo. –explica la reina con paciencia.

– ¿casarme?

– ¡Luana no repitas todo lo que digo! –regaña la reina

–Lo siento, pero creo que es algo… pronto– explica Luana viendo fijamente su plato vacío.

– ¿pronto? –Pregunta el Rey con burla– Luana tienes 20 años, a esta edad ya muchos tienen hijos, considero que es momento de tomar ya las riendas de tu vida, supongo que no siempre querrás estar de arrimada.

– ¡Anthony! –exclamo la reina ofendida de que su esposo se haya dirigido de esa manera hacia su sobrina favorita. – no es por ese motivo que lo propongo, florecilla, pero es buena idea que conozcas más personas, jóvenes, algunos príncipes, algún duque.

Luana pensaba que era algo incongruente que sus tíos le estuvieran diciendo que buscara marido y es que hasta hace un año la dejaron asistir a una fiesta, a ella no le gustaban mucho, pero por su tía era capaz de lo que sea, aunque algo le daba mala espina.

–Supongo que no es mala idea– dijo Luana para complacer a sus tíos, pero tenía un presentimiento que algo no cuadraba, pero con tal de no tener problemas prefería darle por su lado a los reyes de Borgoña.

 

 

El reino de Roznok se encontraba en plena primavera, los pájaros cantaban, los árboles estaban llenos de frutas, las personas salían a caminar y todo pareciera en calma y armonía.

Armonía era lo que menos estaba sintiendo Benedict Jasper, la vena en su frente zumbaba, su tez blanca comenzaba a tornarse roja y la indignación lo recorría de pies a cabeza.




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