La princesa sin reino

Capítulo cuatro

– ¿Luana?

Luana volteo a ver a la mujer que la llamaba. Se encontró con una mujer de aproximadamente 50 años, Luana suponía que se trataba de una reina, una muy hermosa por cierto y elegante.

– ¿Quién es usted? –pregunto Luana confundida admirando los ojos miles de la señora.

–Disculpa mis modales– respondió la señora con vergüenza– Soy la reina Cordelia, mucho gusto.

Cordelia… recordaba haber escuchado ese nombre, pero no estaba segura, de lo que si estaba segura es que se parecía al nombre de su hermana mayor, Cornelia.

–Supongo que crees que es una coincidencia que el nombre de tu hermana sea similar al mío– comento la reina con cierta gracia– a tu madre le pareció divertido llamar a su segunda hija así.

De repente su mente cayo en cuenta, Cordelia Losunter, la reina de Roznok o más bien la reina madre, si su memoria no fallaba hace unos años se anunció el cambio de reyes en Roznok. 

– ¿conocía a mi madre?

–Pues claro, ella era mi mejor amiga. – Luana miraba a esa mujer con desconfianza, no lograba acordarse de ella. –Han pasado muchos años desde la última vez que nos vimos, pero eres idéntica a tu padre.

Luana arqueo una ceja y miro a la supuesta Reina Cordelia, estaba segura que no se parecía a su padre o si no sus facciones serían las de un hombre ¿no?

– ¿Cómo es que usted sabe de mí? – pregunto Luana sin dejar su desconfianza de lado. –se supone que nadie tiene que saberlo.

–Bueno no sabes lo mucho que tarde en encontrarte– comento Cordelia mirando con cariño y lastima a la joven recelosa– Tus tíos hicieron un buen trabajo escondiéndote.

–difiero en su último comentario porque usted lo hizo.

–Si pero soy amiga de tu madre y tu madrina, así que henos aquí.

– ¿Qué es lo que quiere?

–Algo que nos conviene a las dos. –Cordelia sonrió con complicidad– Ven caminemos, hace mucho que no venía a Borgoña–La reina hizo deje para que comenzaran a caminar y Luana cegada por la curiosidad no pudo evitar seguirle la corriente a Cordelia–Para mí decepción Borgoña no ha cambiado nada.

Ambas mujeres paseaban por los pasillos desérticos de aquel castillo, por una parte la reina seguía observando aquel castillo, había visto mejores y se notaba que Dagma seguía con su mal gusto, y bueno al lado iba Luana, se sentía desconfiada, claramente esa mujer tenía un objetivo y se veía a simple vista que no era una mujer que cediera de buenas a primeras, por lo que la joven princesa esperaba que esa “reunión” no durara mucho.

–Tu madre y yo nos conocimos en un colegio para señoritas– La reina comento repentinamente parándose frente a un pintura donde estaba la familia real de Borgoña– Recuerdo que teníamos doce cuando nos mandaron a ese colegio, donde sufrimos como no tienes idea– Los recuerdos invadieron a Cordelia, sonrió con nostalgia recordando a su hermosa amiga y los problemas en los que se metieron cuando eran jóvenes.

– Sorpresivamente nuestra amistad persisto a pesar de los años, primero me case yo con mi adorado Lucas y después fue el turno de tu madre; a pesar de la distancia compartíamos llamadas y tratábamos de visitarnos a menudo, por suerte nuestros esposos se llevaban de maravilla así que fue más sencillo.

Luana no recordaba que su madre mencionara a una Cordelia. Tristemente Luana había aprendido a no confiar ciegamente en nadie, aquella mujer no se veía mala pero no le convencía del todo la plática que mantenía con ella.

–Disculpe… majestad– dijo Luana interrumpiendo a la reina– Pero me temo que mi madre nunca la menciono y prefiero no ahondar más en temas que involucren a mis padres, que tenga excelente noche.

Luana inclino levemente su cabeza, dio media vuelta y empleo su camino hacia su habitación, aunque en la mente de Luana se ceñía la idea de ir primero a la cocina por un vaso de leche caliente y quizás unas galletas de chocolate.

Uhmm, chocolate.

–Mi esposo y yo teníamos un acuerdo con tus padres– Hablo la reina en un intento desesperado de que Luana no se fuera. Cordelia logro su objetivo porque la joven se giró levemente y la curiosidad volvió a embargarla–Muy pocas personas tenían conocimiento del documento.

– ¿eso que tiene que ver conmigo? – contesto Luana con sequedad.

–El documento avala que cuando mi hijo y tú cumplan la mayoría de edad contraerán matrimonio. –Hablo la reina rápidamente– ambos ya cumplieron la edad y estoy segura de que eso te conviene más a ti que a mi hijo.

–Mire majestad– Luana trato de no levantar la voz, eso no sería de señoritas diría Cornelia con mala cara– no la conozco y me niego a seguir por un convenio que hicieron mis padres hace años, ellos ya no tienen poder sobre mí además no me interesa casarme con nadie. Si eso es todo lo que quería decirme podemos dar por terminada esta incoherente conversación.

–Tu abuelo Michael está de acuerdo con que se lleve a cabo el convenio– Cordelia sonrió para sus adentros cuando vio titubear a la joven princesa. –dice que puede ser muy beneficioso para ti, su única nieta.

Como toda reina había realizado bien la tarea. Había investigado los últimos cuatro años sobre qué había pasado con Luana hasta que dio con su abuelo Michael quien le había comentado que le habían quitado a la niña y que estaba con la tal Dagma, esa mujer siempre metiéndose donde no le llaman.

–Tu abuelo solo quiere ver a su nieta segura y feliz. –Siguió comentando la Reina mientras daba vuelta alrededor de Luana–Igualmente no creo que una princesa con esos modales tan impecables, hermosa, inteligente y con una fortuna sustanciosa en el banco quiera que la sigan tratando como a una simple… arrimada y solo una protegida.

Algo dentro de Luana se removió al escuchar eso último. Desde que había llegado al Borgoña la mayoría la trataban con una simple protegida, cuando era la princesa de Aldruan, el país más poderoso de todos.




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