La princesa sin reino

Capítulo cinco

Michael Dumas nunca había gozado de un palacio, en realidad al hombre le gustaban las mansiones modernas y disfrutaba en demasía vivir en una, aunque de que servía tener una enorme mansión, llena de todos los lujos posibles si el hombre estaba completamente solo.

Los Dumas siempre fueron considerados extranjeros en tierras Aldruanenses, por lo que sus amistades fueron limitadas hasta que al Rey de Aldruan se le ocurrió posar los ojos en su única hija. Decir que Michael estaba encantado con la idea de que su hija se casara con ese rey seria contar una vil mentira, él era el que más se oponía a esa unión absurda.

Tal vez si su hija hubiera hecho caso a sus consejos no estarían donde están ahora.

Todas sus quejas se vieron interrumpidas cuando desde la ventana de su biblioteca vio estacionarse un auto negro y de ahí salieron los antiguos reyes de Raznok seguido de su querida nieta.

El anciano no dudo en ir al encuentro de su nieta, trato de no aparentar emoción y antes de salir por aquella puerta de madera se aliso el traje gris, se acomodó el liso cabello canoso y finalmente salió.

Largos cabellos castaños formados en ondas, magnánimos e intensos ojos azules, fue lo que percibió aquel anciano a quien inconscientemente le temblaban las arrugadas y manchadas manos.

Se acercó con cautela a su joven nieta, los ojos le comenzaban a lagrimear y lo único que pudo hacer es rodearla con sus brazos en un largo e intenso abrazo.

Fue en ese momento en que Michael agradeció, ya sea a los dioses, el universo mismo, el que sea que le haya permitido ver de nuevo a su nieta sana y salva.

–Oh Luana– susurro Michael contra el oído de su nieta, se separó y con una sonrisa añadió– Veía muy lejano el día nos reencontráramos pero finalmente aquí estamos.

–Te extrañe mucho abuelo– contesto Luana con una sonrisa sincera– Gracias por recibirme en tu casa.

–Oh bobadas– contesto Michael– ¿Dónde quedo la niña que escapaba del palacio de Aldruan para verme?

–Supongo que desapareció. – susurro Luana recordando.

Recordar era el único consuelo que le quedaba.

–Mis queridos amigos– dijo Michael saludando a la pareja– Les estaré eternamente agradecido por tal acto de bondad que han hecho por mí y mi nieta. Cualquier cosa que necesiten solo tienen que pedirlo.

–No es nada Michael– contesto Lucas.

–Pasen, pasen están en su casa.

 

Nada había cambiado en los últimos tres años, todo seguía en el mismo sitio, ojala la hubieran dejado quedarse con Michael pero su tía Dagma alegaba que su abuelo ya era alguien muy viejo como para estar soportando a niñas aunque en ese tiempo ella ya contaba con 16 años.

–Cuéntamelo todo ¿Qué tal la vida en Borgoña? – pregunto su abuelo una vez que ingresaron a su biblioteca y se acomodaron en los cómodos sillones.

–No me puedo quejar. –Contesto Luana sin entrar en detalles.

–Debe haber algo, querida– dijo Michael viendo el semblante de su nieta, tan apagado, tan triste– A pesar de que Dagma es tu tía no es lo mismo a estar en tu propia casa.

–No me dejan salir del castillo, hasta ayer pude acudir a un baile– explico Luana, a final de cuentas estaba con su abuelo, su familia directa. – Mi tía no quiere que nadie sepa quién soy.

–Bueno es por tu seguridad ¿Qué me dices de la tal Lily? – indago Michael a pesar de que él ya sabía la respuesta y es que viejo y todo pero mantenía contacto con algunas personas. –Me han informado que te cuida día y noche.

Luana soltó un suspiro, que tema tan delicado y vergonzoso. Lily había llegado hace dos años y medio a su vida, su tía pensó que la necesitaba y agradecía la preocupación de su tía pero últimamente presentía que Lily había sido contratada para mantenerla vigilada e informar todos sus movimientos a Dagma, pero eran solo suposiciones.

–Paso un… incidente– dijo Luana frotando sus manos con nerviosismo. –Yo… no sabía lo que hacía, solo quería terminar con todo.

–Querida hay que ser más grande que nuestros problemas– dijo sabiamente Michael– No puedes rendirte tan fácil, eres joven, bella, puedes llegar a ser muy poderosa.

–No quiero poder, ni dinero, no me interesan esas cosas tan banales.

– ¿entonces qué quieres?

–quiero ser feliz.

– ¿acaso no quieres recuperar tu anterior vida?

–abuelo, eso ya no es posible. – Luana se levantó y camino hasta llegar a un ventanal. –los quiero de vuelta.

Ya no salían lágrimas de aquellos ojos, Luana se había cansado de llorar porque simplemente eso no resolvería sus problemas, solo quería paz y no sabía cómo alcanzarla.

–Supongo que Cordelia te ha hablado de un documento…

Luana quito los ojos del ventanal y vio directamente a su abuelo quien se encontraba completamente sereno.

–si me comento del contrato que hicieron mis padres y los reyes de Roznok. – dijo cansada de ese tema. –no me quiero casar y no le veo un beneficio.

Michael miro a Luana mientras negaba lentamente con la cabeza y sonreía con lastima.

–El rey Jasper Mortensen es la solución a todos tus problemas. – Explico Michael con paciencia mientras caminaba en dirección a Luana seguido de eso tomo las manos jóvenes de su nieta y la vio directamente a los ojos– Desgraciadamente el rey Anthony no va aguantar mucho tu presencia en el castillo, se dice que eres un peligro para Borgoña, por lo que la solución más eficaz es que te case con un hombre cualquiera.

– ¿Cómo sabes eso? – Luana dudaba que su tía permitiera eso, no podían casarla con cualquiera y menos si no lo conocía.

–Es lo que comentan los del servicio– dijo Michael encogiéndose de hombros– la cuestión aquí es si vas a seguir el plan de Anthony y aceptaras cualquier hombre ya sea feo, viejo, de baja posición o aceptaras al Rey de Roznok quien se presume que es guapo, atento, inteligente…

–No sé qué les hace pensar a la reina Cordelia y a ti que el rey de Roznok me vaya a aceptar de buenas a primeras.




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