La princesa sin reino

Capítulo once

–¿te sientes bien? – pregunto Aron a su pequeña cuñada.

Todo el grupo iba rumbo al despacho del rey de Roznok, pero tanto Aron como la princesa se habían quedado rezagados, cosa que agradecía Luana porque en ese momento su cuerpo ya había dejado atrás el shock y el miedo provoco que su cuerpo temblara.

–Si– susurro Luana con voz entrecortada– Gracias.

–Somos familia Ani recuérdalo siempre.

El rey Jasper abrió omnipotente la puerta de su despacho, se dirigió con rapidez a su silla y pido a algunos guardias que trajeran mas asientos para sus invitados. Aunque ciertamente el rey estaba mas enfocado en escuchar al hombre castaño, de porte serio y que media mas o menos lo de Brandon.

–¿y bien? Explicaciones– exigió el rey cruzando sus manos y apoyando su mentón en ellas, alzo su ceja y vio directamente al misterioso hombre. – Necesito respuestas de lo que acaba de ocurrir.

–Y las obtendrá majestad– respondió inmediatamente el tal duque de Rudded– Existe un grupo longevo, no se sabe en qué momento comenzaron, pero desde sus inicios se hicieron llamar los inmaculados. El objetivo principal de esta cofradía era erradicar la ignorancia del pueblo y eliminar al mal gobierno.

<<para ese punto se hacían llamar los inmaculados, pero después se hicieron llamar los bendecidos, los hombres de la asociación pensaban que estaban benditos por los cinco dioses y siempre se han creído con el derecho de eliminar a los enemigos del pueblo, que fue lo que hicieron hace cuatro años, aunque se dice que habían tratado de eliminar al monarca de Aldruan desde veinte años atrás. <<

–Nunca había escuchado sobre ellos– comento Jasper pensativo– continua.

–Los inmaculados aprovecharon la debilidad del monarca de Aldruan para atacarlo con todo lo que tenían, pusieron al pueblo en contra de la familia real. – Aron veía directamente al rey Jasper y trataba de no mirar hacia atrás, hacia aquellos ojos azules en el fondo del despacho– El apoyo de los aristócratas disminuyo, hasta que se llego al acuerdo de que la familia real tenia que ser enviada a la casa del designio especial.

–Parece que sabes mucho del tema muchacho– dijo despectivamente el viejo Michael hacia el duque de Rudded.

 –señor Dumas por contrario a usted yo no me he estado escondiendo en mi bella mansión los últimos años, al contrario, he estado investigando para la causa– dijo Aron con tono casual hacia el hombre de edad.

–Ahora recuerdo porque nunca me caíste bien muchacho– comento Dumas con su ceño fruncido.

–¿casa del designio especial? – pregunto Dagma ya que jamás había escuchado eso.

Para Luana recordar aquella casa era un suplicio. Las imágenes invadieron la mente de Luana desde que Aron nombro aquella casa, aquellos hombres mirándola día y noche, observando a sus hermanas con miradas lujuriosas, los comentarios humillantes.

Cerro los ojos con fuerza, el cuerpo le temblaba y sin poder evitarlo las lágrimas bajaron por aquel pálido rostro.

–¿no lo sabían? – Ahí fue cuando Aron volteo a ver a Luana con confusión ¿acaso nunca les había explicado nada? – La casa del designio especial fue a donde mandaron a la familia real de Aldruan, fue la cárcel de Luana durante un año, he escuchado rumores sobre el trato de los guardias para con la familia real, se habla que cerca de ahí se llevó a cabo el tiro de gracia, pero solo Luana puede afirmar esto.

–¿Luana porque nunca…? – Dagma no termino de terminar la pregunta porque Luana se levantó de su silla con rapidez y salió corriendo de aquel despacho.

–¡Luana! – grito Jasper viendo como su prometida salía despavorida– Hablaremos mañana– dijo el Rey hacia todos los presentes y siguió el camino de su prometida.

La princesa corrió hasta que sus rodillas le dolieron, subió escaleras y según ella se dirigía a su habitación, aunque uno brazos la rodearon con fuerza y la acribillaron hasta una esquina del pasillo.

–¡suéltame! –dijo la joven golpeando el pecho del atacante– ¡déjame en paz!

–¡Luana soy yo! ¡Jasper! –  exclamo el rey tomando los puños de su prometida para que dejara de golpearlo. –Mírame Luana.

La joven no hacia caso, sus ojos estaban cerrados al igual que sus puños. Gruesas lagrimas bajaban de sus ojos y solo negaba con la cabeza atemorizada de aquel que la tenía retenida.

–¡Luana mírame! Soy Jasper tu prometido– exclamo una vez más y parece que funciono porque Luana finalmente abrió sus ojos y vio a aquel joven de cabellos rubios hasta los hombros. –Mucho mejor, vamos te acompañare a tus aposentos, eres nueva en el castillo y no quiero que te pierdas.

La joven se dejo guiar por el rey y a pesar de que seguía nerviosa se agarro del brazo de Jasper y ambos caminaron hasta la habitación de la princesa de Aldruan.

–Siento mucho la escena– susurro Luana después de algunos minutos–No fue apropiado.

–Me importa un carajo– Luana abrió lo ojos por escuchar a su prometido hablar de esa manera. Jasper se detuvo a medio pasillo y tomo sus suaves y pálidas manos de la princesa– Debiste decirme que te sentías incomoda con la conversación, pudimos haber tocado el tema después.

–Yo… nunca imagine que llegaríamos a ese punto– susurro justificándose.

–Si en algún momento te sientes incomoda quiero que me lo notifiques de inmediato ¿comprendes? – Luana asintió viendo a su apuesto prometido y ambos continuaron su marcha. – No te forzare a que me digas por lo que pasaste, pero cuando quieras tocar el tema estaré dispuesto a escucharte.

–Gracias Jasper.

Luana miraba sus manos mientras que Ariana se dedicaba a deshacer el hermoso peinado, la joven doncella la miraba con pena y es que la princesa se veía mas triste que otras noches. Ariana quito el vestido de la joven y la ayudo a ponerse un camisón corto de seda color rosa pastel.

–Gracias Ariana– dijo Luana una vez en la comodidad de la cama.




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