La princesa sin reino

Capítulo quince: El evento del año

Aron caminaba hacia los aposentos de Luana cuando se topo a Verónica Ricci, una morena, de cabellos azabache, ojos negros y labios gruesos pintados de carmín, eso sin contar la oscura vestimenta que siempre portaba.

–Milady– saludo Aron pasando al lado de ella.

–Lord Rudded– dijo Verónica sonriendo y deteniendo al hombre en cuestión–creo que no nos han presentado apropiadamente.

Verónica lo había inspeccionado desde hace días, primero por desconfianza y después con curiosidad y más cuando tenía una relación tan estrecha con la princesa mendiga.

–Me temo que no, milady– respondió Aron con seriedad– Soy Aron Bonille, lo de Lord no creo que sea apropiado.

–En ese caso, milady tampoco es apropiado. – dijo Verónica sonriendo maliciosamente– Verónica Ricci.

Aron entre mas miraba a la joven, mas quedaba prendado a ella, tristemente sus sentimientos iban dirigidos hacia otra, una tumba diría él con amargura.

–Un gusto Verónica.

–Estoy segura que usted y yo nos llevaremos muy bien, señor Bonille.

 

 

La reina madre estaba en la entrada, esperando a su amiga y aliada, Alice Radcliffe llegaba a Roznok para ver el acontecimiento del año y es que sus viejos ojos llevaban tiempo sin ver una boda de un familiar… al menos una boda que haya sido de completo agrado.

–Cordelia, que gusto verte– saludo Alice a la señora de largos cabellos castañas y ojos iguales a los del rey de Roznok.

–El gusto es mío– dijo Cordelia sonriendo con sinceridad– Pasemos, conozco a alguien que quiere verte.

–Supongo que no se trata de tu hijo– comento Alice con sarcasmo– ¿son ciertos los rumores?

Alice había escuchado del ataque en la arena, un grupo de aficionados queriendo poner nerviosa a la próxima reina, que incompetencia de los organizadores como de la seguridad.

–Me temo que si– dijo Cordelia.

Ambas mujeres continuaron caminando y conversando de temas menos serios como lo era el vestido de la novia, las flores y lo difícil que le fue a Cordelia acomodar la mesa de los invitados porque no todos se llevaban bien, todo esto con el objetivo de tener la boda perfecta para su único hijo.

–La ultima boda a la que asistí fue a la de mi nieta Theo– recordó Alice, la emoción en su nieta, su hermoso vestido– Que mal como termino todo.

–Tiempos mejores están por venir– dijo Cordelia con optimismo– No por nada llevamos planeando esto desde hace cuatro años.

–Estoy segura que valdrá la pena, pero cualquier unión no es completamente oficial hasta que haya un hijo en camino.

–Luana es joven y fértil, estoy segura que pronto le dará un heredero a mi querido Jasper.

–por nuestro bien esperemos que así sea.

 

Luana veía por la ventana de su habitación el carro que la llevaría hasta la catedral donde se llevaría a cabo su boda, Cordelia había mencionado que cabían más de 500 invitados, algunos de otros países y otros de Roznok, sea como sea ella tendría demasiados ojos mirándola por un buen rato y sinceramente no sabía que la intimidaba mas si la gente observándola y criticando cada paso que daba o su noche de bodas.

Ojalá Luana fuera una princesa inocente como normalmente se acostumbra, pero tuvo tres hermanas mayores y no solo eso, aquella casa del terror fue la perdición de su familia y tristemente había visto y experimentado cosas que no serian adecuados para una joven de 16 años.

Así que sabia lo indispensable, aunque si el acto era tan excitante como aquella vez en el lago no tendría porque temer, además Jasper no era un hombre violento o sádico, esos rasgos se ven con facilidad y ella sabía identificarlos.

–supongo que ya es hora ¿no? – pregunto Luana sin dejar de ver hacia la ventana.

Antonieta estaba tras ella, mirándola emocionada, el vestido de su prima era tal como ella lo quería. El vestido era blanco puro, sin ningún tipo de brillo tal como Luana había especificado, un escote en V exponía su nívea espalda, donde terminaba el escote de la espalda se veía un delicado diseño de rosas debajo del diseño aparecían algunos botones el vestido le quedaba ajustado en sus posaderas.

–No querrás hacer esperar al novio– dijo Antonieta con burla– Seria algo divertido de ver.

Luana se dio vuelta y dejo ver la parte delantera del vestido, la parte superior del vestido parecía una blusa, un cinturón ajustaba la cintura de la novia y la falda era recta, demasiado simple pensó Antonieta, pero su prima se sentía cómoda y era lo importante.

–¿Crees que estoy haciendo lo correcto? – pregunto Luana demostrando sus inseguridades.

Antonieta la miro detenidamente, suspiro y por último le sonrió como cuando recién llego a Borgoña.

–Créeme si tu hubieras tenido una incomodidad hubieras regresado de inmediato a Borgoña– dijo con convicción Antonieta– No eres de estar en lugares donde no perteneces.

<pero estuve cuatro años en Borgoña, soportando a tu padre> quiso decir Luana, pero se lo guardo para sus adentros.

Luana admitía que hasta el momento sus dos momentos de incomodidad habían sido los altercados en el palacio por parte de la secta, todos han sido muy amables con ella tanto su prometido, como sus consejeros, sus suegros… puede que por fin haya encontrado un lugar donde encaja.

Dos suaves golpes interrumpieron sus pensamientos, con decisión abrió la puerta y la cara de su abuelo apareció.

Michael no sonreía a menudo, pero en aquella ocasión una blanca sonrisa adorno su rostro, sus ojos cafés se iluminaron e inevitablemente se llenaron de lágrimas, jamás pensó que viviría para aquel momento… su amada nieta, aquella chiquilla rebelde se casaba, su niña.

–mi niña eres la novia más hermosa que alguna vez tendrá Roznok–susurro el viejo Dumas tomando de las manos a su nieta.

–Abuelo…– dijo Luana con una sonrisa triste. –gracias por estar aquí.




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