La princesa sin reino

Capítulo veinte: De mujeres y celos

Verónica entro con fuerza a la habitación donde se encontraba Jasper, se acerco casi dando trompicones y miro con pesadumbre el pálido rostro del Rey, su rey. Paso su mano por sus largos cabellos rubios, esos que tanto le fascinaban, seguido de eso dirigió su mano hacia su rostro, su mano acaricio sus altos pómulos y sus labios delgados.

 –Eres un idiota– susurro Verónica sin dejar de tocar el rostro de Jasper– Un idiota, solo a ti se te ocurre hacer semejante tontería.

<hubieras dejado que la asesinaran> pensó Verónica llena de amargura, aunque rápido quiso deshacerse de aquel pensamiento tan fuera de lugar; por supuesto que todavía no olvidaba al hombre postrado en la cama, no sabía porque aún no podía hacerlo y peor es que los celos la invadían cada vez que lo veía junto a aquella princesita, tan débil, tan llorona, una lástima.

–Luana– se le formo un nudo en la garganta a Verónica al escuchar aquel susurro, se le llenaron los ojos de lagrimas y solo pudo apretar sus labios rojos en una fina línea.

–Soy Verónica– susurro la mujer pensando en su jodida suerte– Siempre he sido yo… idiota.

Verónica se aleja en cuanto escucha pasos rápidos viniendo hacia la especie de enfermería dentro del palacio, se queda cerca de una ventana y espera lo inevitable porque si de algo estaba segura es que aquellos pasos rápidos eran de la nueva reina quien se decía que no se había querido separar del rey en ningún momento hasta que Cordelia la había obligado a tomar un baño y a comer.

–¿Ronni? – la aludida gira en dirección a Jasper y cuando estuvo a punto de sonreír la puerta es abierta estrepitosamente por Luana.

–Al fin despiertas– dice Luana aliviada.

La reina se acerca rápidamente a su esposo y sin pensarlo demasiado se abalanza hacia Jasper, lo rodeo con sus delgados brazos mientras lloraba, Jasper solo pudo soltar un lastimero gemido, pero sonrió con placer y correspondió aquel abrazo.

Verónica no sabia si vomitar o reír, que tontería ni siquiera se querían, solo era puro espectáculo y la escena empeoro cuando a aquella princesita se le ocurrió llenar de besos la cara de Jasper ¿con que derecho? Eso era embarazoso y más cuando había personas mirándolos, aunque claro el rubio solo reía complacido.

–Oh lo siento señorita Ricci– dijo Luana alejándose de Jasper sonrojada– No la había visto.

–Si me he dado cuenta– contesto malhumorada– Solo quería ver el estado de su majestad así que me retiro.

–Gracias por cuidarlo mientras no estaba– agradeció Luana con inocencia y sonrisa sincera.

–Claro– dijo Verónica con ganas de quitarle aquella sonrisa a esa niña. –Que se mejore majestad, con permiso.

Luana observo a Verónica retirarse de la habitación con total seguridad, era una mujer admirable ante sus ojos, fuerte, poderosa, hermosa.

–Por los dioses– dijo Luana girándose hacia su esposo y mirándolo con preocupación– Me tenías preocupada.

Jasper sonrió y paso sus brazos por detrás de su cabeza, le gustaba aquella faceta preocupona de Luana y la forma en la que lo abrazo y lo besuqueo fue algo… inesperado, pero bien recibido.

–Si me vas a recibir de esa manera cada vez que me disparen lo hare con todo gusto– bromeo Jasper, aunque Luana solo pudo fruncir el ceño y negó con la cabeza.

–Ni se te ocurra– susurro Luana sentándose en el pequeño espacio que quedaba en la cama– no quiero que lo hagas de nuevo– su voz le tembló y le tomo su mano con fuerza– No vuelvas a interponerte… por favor, no quiero que te vuelvan a herir por mí.

–Fue algo superficial, pequeña– contesto Jasper al ver los ojos húmedos de su esposa– La bala te hubiera herido más que a mí.

–No importa– Luana agito su cabeza con fuerza– No lo soportaría de nuevo… promételo.

–No voy a permitir que alguien te lastime, Luana…no si lo puedo evitar.

Luana negaba con la cabeza– Promételo por favor.

–Lo siento, pero no– dijo Jasper con terquedad– Eres mi esposa y te voy a proteger.

–Nadie puede proteger a nadie– susurro Luana pensando en su familia masacrada.

–Lu mírame– Jasper se enderezo como pudo, se miraron con seriedad y con millones de emociones nacientes en sus ojos– Tu y yo no somos como tus padres y nuestra familia no terminara igual ¿entiendes? Somos diferentes.

Luana asintió y dejo que las lagrimas silenciosas surcaran sus mejillas mientras asentía en un intento de convencerse de las palabras de tu esposo.

–Bien, ahora lléname de besos como hace unos momentos. –Luana sonrió con todo y lagrimas y rodo los ojos, aunque pronto la petición se vio cumplida.

Jasper voltea hacia la puerta cuando esta se abre y aparece la cara de su mamá; Cordelia entra dando trompicones de felicidad a ver que su hijo estaba despierto y que al parecer estaba sano y salvo.

–Oh mi niño– dije Cordelia llorando abrazando a su hijo.

–Ay mamá– se queja Jasper ante el fuerte abrazo y sobre todo por el dolor de su herida.

–Lo siento, cariño– dice Cordelia sin ningún tipo de arrepentimiento. –Mira nada más, esta niña sigue aquí– Cordelia niega con la cabeza viendo fijamente a su nuera mientras que Luana sonríe con inocencia– Se ha quedado toda la noche contigo, no se ha separado de ti ni siquiera ha querido comer… bueno eso fue hasta que la obligue.

Jasper fingió desinterés, aunque no se podía engañar, jamás pensó que Luana haría eso por él ¿porque nunca lo había hecho por alguien más? ¿o sí? Una parte de Jasper se sintió satisfecho ante la preocupación de su esposa, pero su pecho se llenó de preocupación ante el descuido de ella por estarlo cuidando.

–Le diré a tu padre que has despertado– dijo Cordelia aun preocupada y después le dio otro fuerte abrazo– Oh, estábamos tan preocupados mi niño.

–Mamá no fue para tanto…

–Eso dile a tu esposa y a esa chica ¿Cómo se llama? – Jasper arqueo una ceja y miro con confusión a su madre–¿Valeria? ¿Valentina?




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.