La princesa sin reino

Capítulo veintiuno: Travesuras

Elizabeth Sharman había sido una de las tres jóvenes privilegiadas de ser de las nuevas damas de compañía de la nueva reina, decir que su familia se encontraba sorprendida por aquel acontecimiento es quedarse corto puesto que los Sharman eran una familia un tanto inferior, su titulo era pequeño y no eran muy influyentes en Roznok.

Elizabeth se sentiría agradecida por aquella oportunidad, podría ser alguien más importante, ser allegada a la reina podría abrirle numerosas puertas y claro que lo aprovecharía no como las otras dos jóvenes morenas que solo buscaban un buen marido, aunque pensándolo bien la reina no se veía como casamentera.

–¿Han escuchado lo que paso cerca de la zona lóbrega? – Elizabeth tomo de su te con tranquilidad pensando en la situación de aquella fatídica zona.

–Ya nada me sorprende– respondió Daniella agarrando una rebana de pastel de chocolate.

Aquel día estaban en el salón de la reina, era demasiado grande para que solo lo utilizara tres damas, una doncella y la reina, pero lo único que hacían ahí era leer o platicar.

–¿Qué es la zona lóbrega? – pregunto Luana despegando su vista de su agenda.

La zona lóbrega pensó Elizabeth con un escalofrió, nunca había ido a aquella zona y estaba segura de que sus zapatillas no pisarían aquel suelo nunca ya que todo habitante en Roznok sabía que aquel lugar estaba lleno de ladrones, asesinos, violadores… lo peor de todo el reino.

–Es la zona mas conflictiva de la ciudad, majestad– Respondió Daniella– Ocurren asaltos, robos… es lo peorcito básicamente.

Luana pensó que siempre había ese tipo de zonas en cualquier lugar y normalmente nadie les hacía el caso suficiente como para mejorar las condiciones de vida de aquellas personas.

– ¿Y qué ha ocurrido ahí? – indago Luana.

–Se dice que han lanzado una bomba molotov en una de las calles y que ha caído en un establecimientos que ayuda a mujeres y niños en malas condiciones como huérfanos, mujeres que han sufrido abusos sexuales, entre otras cosas.–comento Elizabeth diciendo lo poco que había publicado el periódico aquel día.

Dicen que había sido un susto pero ni Elizabeth ni Luana se fiaban en los periódicos, a decir verdad Luana aborrecía a los de Aldrán después de que inventaran cosas horribles sobre ella y su familia pero eso es otra historia.

– ¿Y las personas se encuentran bien?–pregunto Luana temiendo la respuesta.

– ¿Y que importan?– dijo Jazmín sin interés en la vida de aquellas personas puesto que para la morena aquellas personas solo eran un estorbo. –Son solo putas y apestosos niños.

A Luana no le agrado su comentario y tal vez en otro momento le hubiera propinado una buena bofetada pero se contuvo porque eso no hacían las reinas o al menos no era lo recomendable.

–Jazmín me alegro que le tengas a esas personas en tan buena estima–dijo Luana levantándose a lo que las damas la imitaron–Porque iremos a verlos cuanto antes.

A ninguna de las jóvenes les agrado la idea, Jazmín lo único que podía pensar era que aquella reina estaba loca, ir a la zona prohibida que tontería y lo peor es que nadie se podía negar porque ella era la autoridad.

–No te rías, tonta–dijo Jazmín enojada hacia Elizabeth– Tú también irás con nosotras y créeme saldremos con nuestros vestidos manchados.

Elizabeth trato de acallar su carcajada pero fue inevitable no soltarla, tenía muchas ganas de ver a Jazmín y a Daniella con los vestidos manchados de tierra, será algo digno de ver.

 

–Lo siento majestad pero no podemos ir a la zona lóbrega sin la autorización del rey– dijo Smith con seriedad.

< ¿De qué sirve ser la reina si aun así tenía que pedirle permiso al rey?> Luana se cruzó de brazos y enarco una ceja.

–En ese caso iré a pedirle permiso al rey.

–Suerte con eso– dijo Smith con voz burlona.

Luana dejo a Smith en la entrada de sus aposentos y entro a su habitación donde ya la esperaba Ariana.

– ¿Conseguiste lo que te pedí?– pregunto Luana en un susurro.

–Le quedara un poco ajustado pero servirá, lo cubriremos con la capa. –Ariana hablo en el mismo tono y le dio una muda de ropa de una de las chicas del servicio– ¿Qué haremos con el guapito?

–Nos desharemos de él– Luana agarro la muda de ropa y se encogió de hombros cualquier cosa servirá. –Aunque acepto propuestas.

Ariana frunció sus labios y pensó ¿Qué sería lo suficientemente bueno para distraer a un guardia? Uno hermoso cabe destacar.

–Pensare en algo, otra cosa ¿llevaras a las cacatúas?–pregunto Ariana.

–Solo iremos nosotras.

– ¿Qué hay de Norma y Bobby?

–Ya tienen trabajo que hacer.

–En ese caso iré a hablar con el chofer–Afirmo Ariana, Luana le lanzo una mirada enojada, no podían confiar en un chofer– Es alguien de confianza, lo juro.

Luana asintió y dejo ir a la doncella, comenzó a jalar el cierre del vestido celeste pero se detuvo, sabía que era un riesgo y más con un vestido tan llamativo como a él pero no le importaba si iba a hacer algo lo haría bien aunque después tendría que asumir las consecuencias.

Puso el cierre en su lugar, fue hasta el espejo y acomodo el peinado que le había echo Ariana en la mañana, se puso el perfume que le había regalado Jasper hace unas noches y por último ensayo su sonrisa, no debía sonreír demasiado pero tampoco quería estar seria, debía ser sutil y elegante.

– ¿Por qué aún no se te has cambiado?–pregunto Ariana entrando–se nos hace tarde.

–Llama a Bobby, Norma, a mis damas y a Smith iremos a dar un paseo– Lo que vio Ariana no le gusto ni un poco, sí que tenía varias facetas la reina Luana.

Como siempre Norma y Bobby iban en un carro tras el de ellas aunque dos de sus damas se habían ido con ellas mientras que Ariana y Elizabeth iban a su lado, Smith iba de copiloto.

–No sé qué planeas pero no me gusta– susurro Ariana reprobatoriamente.




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