La princesa sin reino

Capítulo veintitrés: Visitas inesperadas

–No seas tonta– dijo Daniella a Elizabeth quien se media las caderas– La medida no es 50 es 90– Daniella se señaló los pechos– 60 y 90– se agarró su cintura seguido de su cadera.

–Creo que mi espalda es más ancha que mis caderas– dijo Jazmín viéndose en el espejo– ¿de dónde dices que son esas medidas?

–Las leí en una revista– dijo Daniella admirando su figura, que aparentemente tenía el 90,60, 90– Son las medidas perfectas que debemos tener las mujeres.

Luana se vio en el espejo, ni siquiera pensaba medirse los pechos, claramente saldría más de 100 y su cintura no era la más estrecha tampoco es que tuviera sobrepeso, pero sí que tenía algunos “defectos”.

–Mis medidas son más chicas que eso…– dijo Elizabeth.

–Eso es evidente pareces un palo seco– dijo Jazmín riéndose de la falta de atributos de la pecosa– Suerte con conseguir esposo.

Luana volteo a ver a Ariana, se encontraba en un rincón negando con la cabeza por la falta de cerebro de esas chicas, que platicas tan vacías, el cuerpo de una mujer, que estupidez cada cuerpo era diferente y perfecto a su manera.

–Se nos llama cuerpo de avispa– presumió Daniella. –¿Qué hay de usted majestad? ¿tiene las medidas perfectas?

Luana junto sus labios en una fina línea y negó un tanto cohibida por la pregunta.

–Mi busto es demasiado grande– dijo Luana sin mirarse al espejo.

–Tal vez unos kilos menos le vendrían bien– comento Jazmín con aparente inocencia.

Fue en ese momento en que Ariana quiso intervenir, esa mujer como se atrevía a decirle eso a la reina de Roznok, si hubiera sido la reina madre le hubiera dado una bofetada por su atrevimiento, ninguna mujer debería juzgar el cuerpo de otra.

–Cálmate– Susurro Smith cuando vio el ademan de Ariana se lanzársele encima a la joven morena. –Fue un comentario inocente.

–Inocentes mis nalgas, Smith. – repuso Ariana quien conecto su mirada con la de Luana y esta última solo negó sonriendo, en un intento de tranquilizarla.

–Quizás un poco de ejercicio me vendría bien– contesto Luana sonriendo.

–Nunca es tarde para comenzar una vida saludable, majestad– dijo Daniella.

Luana sonrió, pero lo poco que hacía era nadar o cabalgar, bueno eso era antes, cuando aún estaba en Borgoña.

–¿eso es lo que hacen todas las jóvenes de buena cuna? – pregunto Smith lleno de aburrición a Ariana, la cual sonrió ante el sufrimiento de los tres.

–Ellas fueron las menos peores de la lista del Rey– contesto Ariana– Créeme estamos mejor con ellas.

–No me quiero imaginar a las demás– dijo Smith viendo cómo se desparramaba la reina junto a Ariana. –Majestad.

–Puedes sentarte Smith– dijo Luana– Incluso puedes comer un pastel de limón, están riquísimos.

Smith miro a la reina con incredulidad, nunca había sido guardia de una reina o una señora de alta cuna, pero nunca había escuchado que a los guardias les pidieran eso.

–Creo que no sería lo adecuado, majestad– dijo Smith.

–No me importa, siéntate me desespera verte parado–impero Luana señalándole el lugar a su lado.

Smith se sentó a regañadientes, su cuerpo se tensó y de inmediato se sintió incomodo al estar en medio de la reina y su doncella-mejor amiga.

–Es un estirado– dijo Ariana riendo– Cosas de guardias…

Luana rio junto a Ariana y de repente los tres se sumieron en un silencio cómodo escuchando a las urracas comentar sobre una tal señora Rutherford y su amante.

–De repente extraño a Bobby y Norma– dijo Luana recordando que ese era el día libre de ambas.

–¿En serio? – pregunto Ariana frunciendo el ceño y mirándola con una mueca. –Lo único que hacen es dar órdenes, son unas estiradas y créeme prefiero los chismes de esas cacatúas.

–Concuerdo con la señorita– Dijo Smith muy a su pesar.

–Prefiero a las estiradas– añadió Luana.

–es porque siempre has estado rodeada de gente estirada– dijo Ariana negando con la cabeza. –Necesitas conocer personas de tu edad, con buenas conversaciones y no estar solo con tu doncella y tu guardia.

–No son tan mala compañía– dijo Luana encogiéndose de hombros y volteo a ver a Smith– incluso me atrevo a decir que Smith se ríe con nosotras.

–No me queda de otra…– susurro el guardia.

–Bien que le gusta conversar con nosotras– dijo Ariana.

–No te hagas el inocente Smith– dijo Luana dándole un empujón con el hombro. –tus días serian muy aburridos sin nosotras.

Ariana se levanto y fue hasta la mesa donde habían puesto bocadillos, tomo uno para Smith y otro para Luana, los pastelitos de limón fueron un experimento del chef y pronto se convirtió en el favorito de Luana.

–Gracias– dijo Luana tomando el pastelito.

Ariana miro la mano de Luana con miedo cuando esta comenzó a temblar cuando tomo el pastelillo.

–Eso no es normal– dijo Smith viendo el movimiento involuntario. –Es muy joven para tener el temblor de los viejos.

–¿temblor de los viejos? – dijo Luana.

–A veces las personas mayores tienen movimientos involuntarios, es gradual, pero eres joven para eso. – explico Ariana.

–Debe ser el café de la mañana– dijo Luana en un intento de excusarse.

Smith y Ariana compartieron una mirada cómplice entre reproche y preocupación, a Luana no le pareció esa miradita, pero todo quedo de lado cuando la puerta del saloncito de la reina se abrió abruptamente.

–¡FELICIDADES! – Gritaron los del servicio que entraron al saloncito.

Luana los miro sorprendida. El chef traía un pastel de tres pisos sobre un carrito, el primer nivel del pastel tenia betún azul celeste en forma de rosas, el siguiente nivel era rosa pastel con brillos dorados y el ultimo tenía una corona y claro las velitas era el número 21.

Luana se paro y admiro el pastel, sus ojos brillaban de emoción y rio cuando vio que los del servicio, el chef, sus damas, Ariana, sus suegros e incluso Jasper le cantaban la típica canción de cumpleaños.




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