La princesa sin reino

Capitulo treinta y cuatro: Briseida

Aron observaba la única fotografía que había guardado de la familia de su esposa, sonrió con nostalgia e inconscientemente paso un dedo por la cara de Theodosia quien salía sonriendo con elegancia, sus ojos pasaron a la imagen de Luana, sus ojos brillaban y sonreía como muchos catalogarían como sincero y finalmente paso sus ojos a la princesa Briseida.

Si alguien le preguntara a Aron cual miembro de la familia Radcliffe le inspiraba más desconfianza, su respuesta sería fácil y sencilla: Briseida.

Y no era que tuviera nada contra la princesa. Aron recordaba los berrinches de su cuñada, sus comentarios clasistas y como era de insufrible con Theodosia y Cornelia, aunque algo debía admitir Aron y es que Briseida siempre prefirió a Luana.

Theo y Cornelia siempre estaban juntas, se entendían más y pasaba los mismo con Briseida y Luana, pareciera que esta última soportaba más a Briseida.

 –¿provocará problemas? – inquirió Aron hacia el profesor Fayol.

Ambos estaban en la biblioteca, se encontraban a solas comentando la sorpresa que llego diciendo la reina, su hermana estaba viva y aquella noticia más que alegría, le provocaba preocupación a la reina o al menos eso fue lo que pensó Fayol cuando Luana le dio la noticia.

–siempre ha dado problemas– respondió Adam Fayol. – Luana me comento que Briseida siempre supo que Luana estaba viva entonces ¿Por qué espero cuatro años para verla? ¿Por qué no antes?

–tal vez porque Luana estaba escondida en Borgoña– Aron se encogió de hombros y le paso la fotografía al profesor. –¿Qué vamos a hacer?

–No podemos hacer nada– afirmo Fayol – Briseida es la hermana favorita de Luana.

–A nadie le conviene que Briseida este aquí.

–tendremos que esperar.

La abuela Alice sonrió cuando vio a su nieta tomar asiento frente a ella, el vestido de Luana era muy sencillo color blanco, con los hombros descubiertos, le llegaba hasta la pantorrilla, <impecable> pensó Alice,

–Buenos días abuela– dijo Luana.

–Buenos días, Anita– respondió Alice con su mote cariñoso– Bien, ¿Por qué me mandaste llamar?

A Luana no le pareció raro que su abuela quisiera ir al grano ya que Alice nunca se ha ido por las ramas y eso le gustaba a Luana.

–Hace unos años, después la tragedia, me comentó mi tía Dagma que tu habías ido a reconocer los cuerpos de mi familia– explico Luana con tranquilidad mientras se servía jugo de granada en su vaso.

–Así es– respondió Alice. – De hecho, me acompaño tu suegra.

Luana fijo su vista en los ojos de su abuela, no había ningún titubeo, su rostro arrugado por la edad no dejaba a relucir ninguna emoción. Si había alguien en el mundo en que confiara Luana, esa era su abuela y no porque ya no tenga a su familia, sino porque siempre estuvo con ella, desde pequeña la mimo y la cuido, simplemente no podía desconfiar de la antigua reina de Aldruan.

–Briseida está viva– dijo Luana después de un momento.

La espalda de Alice se tensó completamente, no podía demostrar ningún reconocimiento ante aquella noticia, por lo que se limitó a levantar las cejas y fingió que sus manos le temblaban.

–Eso no puede ser– dijo Alice con voz entrecortada– Yo misma reconocí su cuerpo. R-re-recuerdo su largo cabello rubio, trenzado y-y con f-flores– de los ojos celestes de Alice salieron numerables lágrimas y uno que otro sollozo.

–Abuela…perdón no quise alterarte– Luana se levantó de la silla y corrió donde su abuela, se hincó frente a Alice y tomó sus manos entre las suyas– A mí también me tomo por sorpresa la noticia, pero estoy feliz de saber que Bri está viva y se ve muy bien, de hecho, se casó y…

Alice sonreía con fingida emoción, la sorpresa y reconocimiento paso a la furia. Sabía que no debían salvar a esa niña tonta, claro Briseida era también su nieta, pero se dejaba llevar por los sentimientos y el odio, lo sabía, sabía que debían salvar a Cornelia, pero el inepto de Dumas se equivocó.

Ahora todo cambiaba y solo se podía imaginar lo que el rey Jasper estaba pensando en aquel momento. Briseida era mayor, tenía más derecho sobre el trono y además de derecho Bri tenía más odio, prepotencia, avaricia y eso era lo que menos necesitaba Aldruan después de su conquista.

–Ay mi niña– dijo Alice dándole palmadas en su hombro– Ayúdame a levantarme, de repente me sentí mal.

–Si abuela– Luana se levantó del piso, le dio la mano a su abuela y la ayudó a levantarse. – La noticia debió caerte de peso.

–Así es mi Anita, iré a descansar, después hablaremos con más calma.

–¿te acompaño a tu habitación?

–Oh, no querida no te preocupes– dijo Alice y le sonrió por última vez a Luana.

Seguido de eso Alice camino medio encorvada y a paso lento salió del saloncito de la reina, una vez que salió de la estancia Alice camino rápido hasta donde suponía podía estar el viejo inepto Dumas.

Alice entro azotando la puerta del salón azul, donde normalmente estaban Lucas y Dumas, aquel día no fue la excepción porque ambos hombres se encontraban fumando y tomando una copa de vino.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.