La princesa sin reino

Capitulo treinta y cinco: Heredero

Luana miro a su esposo, oh estaba muy molesto, parecía león enjaulado porque caminaba de extremo a extremo de su despacho, Luana quería reír, pero dado que ella era la manzana de la discordia prefería ahorrarse otro mal rato.

–es un hijo de puta, eso es lo que es, maldito bastardo– decía el rey de Roznok sin mirar a Luana. –¿Cómo se le ocurre?

–No es para tanto, Jasper– dijo Luana finalmente– y su madre no tiene la culpa.

–¡¿Qué no es para tanto?! – exclamo Jasper parándose frente a ella–¡te dibujo desnuda! ¡y dices que no es para tanto!

Luana quiso reír, la cara de Jasper estaba roja del enojo, su mandíbula apretada y en su frente se exponía una vena, que la reina temía que fuera a explotar como el temperamento de su esposo.

 –¡Es un sinvergüenza! Lo recibo en mi palacio, en m reino y así me paga. Su cabeza, quiero su maldita cabeza.

Luana alzo sus cejas con sorpresa, eso ultimo parecía ir en serio, por lo que se levantó del sillón y se acercó a su esposo con sonrisa trémula.

–Cariño, cálmate por favor. – dijo con voz pasiva y acariciando su mejilla.

La reina contaba con ciertos métodos de distracción, por lo que se puso de puntillas y beso la mejilla de su esposo y continuo hasta llegar a sus labios.

– no gastes tu energía en algo que no vale la pena, además tu eres el único que me ha visto desnuda.

–supongo que tienes razón– dijo Jasper.

–siempre la tengo– Susurro Luana desabrochando el pantalón de su esposo.

Supongo que todos sabemos cómo terminaron los reyes de Roznok en aquel despacho donde nadie, por sorprendente que suene, los interrumpió.

 

 

Recordaba perfectamente los últimos días en el palacio de Aldruan, sus últimos días felices se la paso quejándose de la sobreprotección de todos sus familiares, incluso llego a tener un escondite dentro del palacio, uno que ni sus hermanas conocían.

Pensar en sus hermanas era tomarse un trago amargo, siempre lamento ser el más pequeño, ser el heredero al trono porque todos lo trataban de diferente manera, aunque al final de día no funciono porque él no tenía trono y quienes lo habían salvado pensaban dárselo a otro candidato.

–Llego esta nota– le anuncio Matt, su único amigo.

Lirio soltó la verdad, vendrá a la jaula en una semana.

–¿Qué tan cierto es el mensaje? – inquirió con total desconfianza admirando la nota arrugada.

–Es de nuestra infiltrada– Respondió Matt encogiéndose de hombros– Me dijo que los viejos ya lo saben desde hace días.

–eso quiere decir que se han guardado la información solo para ellos. –murmuro pensando en que el lirio y la rosa ya se habían reencontrado y que él era el único escondido sin hacer nada– Escondieron la noticia por mucho tiempo, así que supongo que no quisieron decirme nada.

–¿Qué harás?

–Actuar– el chico vio a su amigo y sonrió –que nuestra amiga nos consiga el itinerario de la reina, cuanto antes.

–Algo me dice que te meterás en problemas con los viejos.

–A estas alturas no me importa– afirmo el chico pensando en sus hermanas– necesito reunirme con ellas cuanto antes.

Mathew observo la confianza de su amigo y decidió hacer lo que le había pedido; el chico en cuestión fue al palacio, el cual le quedaba a una hora caminando, ya iban dos viajes que hacía, pero lo que sea por Alexander, suponía que en algún momento su amigo le devolvería todos esos favores.

Elizabeth salió en cuanto un guardia le dijo que la esperaban en las cocinas, sabia de quien se trataba por lo que no dudo en el ir al encuentro de Matt.

–Otra vez aquí– dijo Elizabeth con los brazos cruzados– si sabes que tengo trabajo ¿no?

Mathew rio y rodo los ojos, sabía que Lizzy solo debía sacarle platica a la reina y hacerle compañía, además la pecosa se quejaba de que la reina prefería la compañía de su guardia y de su doncella por lo que su informante podía pasearse por el palacio y obtener información.

–Necesito el itinerario de la reina– dijo Mathew como si le estuviera pidiendo cualquier cosa.

–Lo siento, pero no tengo acceso a él– dijo la joven con lastima– De todos modos, la reina no sigue su itinerario.

–En ese caso, necesito que venga al mercado.

–No te puedo garantizar nada.

–Es necesario Lizzy– Elizabeth mordió su labio– por favor.

Elizabeth sabía que estaba traicionando a su reina, pero sabía que era por una buena causa o al menos eso era lo que Matt y su amigo decían, solo esperaba no equivocarse o su cabeza estaría en peligro.

–Bien, veré que puedo hacer–cedió finalmente Elizabeth– Te mandare una nota con los detalles.

–¡Eres un sol! – exclamo Mathew y le dio un beso en la boca a Lizzy quien solo parpadeo ante la sorpresa– no te arrepentirás mi vida.

Matt salió disparado de regreso a darle las noticias a su amigo y dejo a Elizabeth sola.




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