La princesa sin reino

Capítulo cuarenta: Asalto

El príncipe de plata de alejo de la reina no sin antes sonreirá galantemente y haberle hecho una reverencia, mientras que Luana lo observo irse; en su cabeza le daba vueltas a las palabras que le había dicho Dorian ¿verdaderamente Jasper seria capaz de invadir Borgoña? ¿seria tan alta su hambre de poder? Y lo más importante ¿ella apoyaría aquello?

Sinceramente no tenia respuestas a aquellas respuestas, solo esperaba que si llegara a presentarse aquella situación tuviera una respuesta adecuada porque una cosa era apoyar a su esposo en sus objetivos y otra muy diferente era apoyarlo en objetivos que perjudicaran a su familia. Si quizás el rey Anthony no fuera su tío favorito, pero Andrew, Antonieta y su tía Dagma saldrían perjudicados y eso ella no lo permitiría.

Luana finalmente decidió regresar al baile, sus ojos pasaron por todo el salón hasta que un brazo se engancho al de ella, era su hermano Alex quien la miraba con curiosidad.

–¿todo bien? – inquirió el chico.

–Excelente, diría yo– susurró Luana.

–Bien hecho, Lu.

Ambos caminaron juntos y Alex aprovecho que un mesero se acercó a ellos y tomó dos copas de champaña, le dio una copa a su hermana y ambos brindaron porque todo iba de acuerdo a lo planeado.

–Una vez padre me dijo que los bailes para lo único que servían era para realizar alianzas– comentó Alexander después de beber de su copa.

–O conspiraciones– añadió Luana con una sonrisa tras su copa– me pregunto qué pensaría de nosotros.

–No mucho– aseguró Alexander encogiéndose de hombros con despreocupación a lo que Luana levanto una ceja– A padre no le gustaba la política, prefería los libros y las pinturas.

–Creo que no tenemos la misma opinión, Alex.

–Siempre fuiste su preferida– dijo Alexander con aparente tranquilidad, pero su voz dejo entrever un poco de su resentimiento– No todos podíamos ser la rosa de Aldruan.

–Alexander eras su heredero.

–Y tu su hija. Supongo que reconoces la diferencia ¿no? –Luana frunció el ceño al ver el semblante de su hermano– La verdad es que no fui el heredero que él anhelaba, quería un heredero fuerte, inteligente, valiente; desgraciadamente resulté todo lo contrario.

Luana quiso agregar algo más, pero no tuvo tiempo porque Alexander ya se había dado la vuelta y comenzaba a alejarse. Ver a su hermano de aquella manera le dejo un vacío en su pecho y la hizo pensar que en realidad nunca había conocido la relación entre su hermano y su padre.

–Lu acompáñame al tocador– llego Briseida y le suplico con la mirada.

–Claro, vamos. – Luana dejo su copa en una mesa y no dudo en irse con su hermana de aquel lugar lleno de gente, de repente le comenzó a doler la cabeza, debía ser por el ruido.

Ambas salieron del salón y Bri aprovecho para interrogar a Luana.

–¿Qué tal tus charlas con los príncipes?

–Normal, todo bien. –respondió Luana un tanto dispersa.

–¿Alguna propuesta indecente? –Briseida levantaba ambas cejas mientras miraba a su hermana.

–Ambos son muy respetuosos– dijo Luana defendiendo a ambos príncipes. –Además me doy mi lugar.

–Ay hermanita, te hace falta malicia. Créeme si tuviera a tres hombres tras de mi lo aprovecharía.

–¡Briseida! Y te quejabas de Cornelia.

–Es diferente porque Cornelia se acostaba con un campesino, en cambio tu tienes un rey y dos príncipes.

–Si Jasper te escucha…– Luana se calló de pronto al escuchar un crujido detrás de ellas.

Miro a su alrededor y como una estúpida tarde se dio cuenta de que aquel pasillo no tenía guardias, detuvo su caminata y quiso buscar una solución, pero sus pensamientos se ven interrumpidos por la voz de Briseida.

–tu niño salvaje no está aquí, podemos hablar con libertad– Briseida continúo caminando, pero noto que su hermana no la seguía– ¿Qué pasa? Me estoy haciendo pis.

–No hay guardias–susurró Luana.

–supongo que cambiaron de turno, vamos Lu… – Briseida empujo a Luana cuando de repente las luces se apagaron en el pasillo y los colindantes a este. – ¿es normal que haya apagones?

–No…– respondió Luana acercándose a tientas a Briseida, ambas se tomaron de las manos– Será mejor que regresemos.

–Es lo mejor.

Las dos dieron media vuelta e intentaron volver al salón del baile.

Lo intentaron.

A Luana le llegó a su cabeza aquella noche donde los bendecidos se infiltraron al castillo, aquella escena era muy parecida y lo peor es que el miedo la invadió. Sus pasos fueron más rápidos hasta que sintió un fuerte tirón, ya sentía la mano de Briseida.

–¡Luana! –exclamo Briseida cuando alguien la rodeo con sus brazos. –esto no es gracioso imbécil. ¿Quién diablos eres?

–me ofende que no me recuerdes princesa– Briseida se tensó completamente al escuchar aquella voz en su oído, la sangre se les fue a los pies– ¿recuerdas mi nombre, bonita?




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