La princesa sin reino

Capitulo cuarenta y seis: Reuniones parte II

Capitulo cuarenta y seis: Reuniones parte II

<<Parece que las ratas comienzan a salir de sus escondites>> Pensó Luana rememorando que ninguno de los amigos de su padre lo habían apoyado cunado más los necesito y ahora se topaba con que el líder rebelde era Boris Tano y que la cena se llevaría en casa de Zinov Sokolov.

Sabía que debía centrarse y estar serena, hablar como una adulta y tomar su papel de reina con seriedad, hacerles saber que estaban tratando con la reina de Roznok, heredera al trono de Aldruan, lo que menos tenía que hacer era parecer dolida y rencorosa, porque a final de cuentas esos dos sentimientos no le traerían de nuevo a sus padres.

El carruaje rodeo la fuente que estaba en medio de la propiedad y finalmente se detuvo.

Smith fue el primero en salir del carruaje, estaba desesperado de estirar las piernas y ya estaba mareado, aunque eso nunca lo admitiría, en fin, el atractivo guardia ayudo a la reina a bajar e hizo lo mismo con la Alice.

Zinov Sokolov estaba acompañado por su esposa Irina y sus tres hijas: Sasha, Iris y Amelia. Todos contuvieron el aliento cuando vieron bajar a la princesa, quien se rumoreaba había sobrevivido de milagro, no obstante, Zinov no lo habría creído hasta verla con sus propios ojos.

Zinov la observo desde que bajo suma elegancia hasta que se posiciono frente a él y su familia. Noto de inmediato la sencillez de su vestuario, su pelo oscuro que caía desordenado en bucles, sus grandes y almendrados ojos azules muy parecidos a los de Amelia. Luana era la perfecta combinación de sus dos estimados amigos: William y Amelia.

Luana paso sus ojos por toda la familia, primero fue el que se hizo llamar amigo de su padre; ojos hundidos, labios finos, cabello al ras de color castaño claro acompañado con algunas canas y una barba de candado, su esposa Irina era muy bella con sus largos cabellos rubios y sus ojos verdes almendrados, de contextura delgada mientras que sus hijas también rubias y de ojos verdes, se notaba quien tenía los genes más fuertes.

–Princesa…–Dijo Zinov inclinándose solemnemente junto con su familia.

–Reina Luana– corrigió Luana con mucho orgullo. – Gracias por recibirnos en su hogar, Lord Sokolov espero que no lo molestemos.

–No es ninguna molestia, majestad– dijo Irina algo incomoda por el tono que empleo aquella jovencita que antes pasaba todos los veranos con su familia. – Deben estar cansadas.

–Somos jóvenes, querida Iris– comento Alice con arrogancia– Me gustaría hablar con usted acerca de la cena.

–Por supuesto, acompáñeme– dijo Irina casi suspirando de alivia ya que el ambiente estaba tenso y a ella no le gustaban los temas políticos– Reina Luana mis hijas le mostraran sus aposentos.

–Gracias.

Luana siguió a las chicas hacia la mansión acompañada, obviamente de Smith quien le traía cierta estabilidad.

–Estas actuando como una perra. – susurro Smith aprovechando que las jovencitas estaban tan intimidadas que iban a unos pasos.

–Qué manera tan desagradable de referirse hacia una mujer, Smith– alegó Luana.

Smith rodo los ojos, pero ya no agrego nada más.

Cuando llegaron a la habitación predestinada, Luana sonrió y agradeció a las jovencitas quienes habían sido sus amigas en algún momento, pero eso había cambiado porque habían crecido y pues ahora no eran más que desconocidas.

–Luana– dijo Amelia, la que era de su edad, antes de que cerrara la puerta– Perdón…majestad. Solo quería comentarle que me alegre mucho al saber que estaba viva.

–Gracias Amelia– dijo Luana sonriendo– Puedes llamarme Luana.

–Bien, gracias Luana.

–Te traeremos ropa limpia dentro de un momento– añadió Iris. – Esperamos que se sientan cómodos.

Después de eso Luana cerró la puerta y fue hasta ese momento en que respiro con tranquilidad.

–Vaya numerito has actuado.

–Por los cinco, ya basta Smith– alego Luana.

–Parece que Aldruan saca lo peor de tu personalidad.

–Hago lo necesario.

Luana paso por un lado de Smith y simplemente se dejó caer en la cama, aunque no era tan cómoda como la de Roznok.

–Haces lo que te conviene a ti y a la bruja de tu abuela. –Luana volteo a verlo con furia y Smith supo que se había equivocado– Lo siento, pero es verdad. Me pregunto que estaría pensando el rey Jasper si te ve así. 

–Jasper no está aquí y necesito el apoyo...

–el apoyo de los rebeldes. Si ese cuento ya me lo sé, pero discúlpame si me exceso, pero los rebeldes no te apoyan a ti, apoyan a tu abuela o ni siquiera a ella; apoyan a Boris Tano.

Eso ya lo sospechaba Luana, bastaba como la miraban para saber que era una desconocida, pero por algo había decidido emprender aquel viaje, era indispensable volverse cercana a las personas para que la apoyaran incondicionalmente y parecía que iba por buen camino.

–Ahí esta tu respuesta, Smith. Gracias por ser honesto conmigo, pero se lo que hago.




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