La princesita del Ceo

Capítulo 5: Una boda y una promesa

Elena:

Tomé mi teléfono y llamé a mi madre por videollamada:

—Mi niña querida, cómo va todo.

—Estoy embarazada, mamá—pronuncié llorando y cubriéndome el rostro.

—Qué buena noticia, ¿ya se lo dijiste a Cristian? —preguntó, pues aunque vivía a dos horas de camino, ella sabía sobre mi relación con mi jefe.

—Me despidió y va a casarse con otra mujer. No quiero que sienta lástima por mí, ni tampoco que se quede por obligación, yo no sé que será de mí.

—Serás una madre maravillosa. Ven para mi casa, no quiero que pases sola tu embarazo —pronunció sin juzgarme ni mostrarse exaltada.

—Mi hija no tendrá padre —dije derramando unas lágrimas, el embarazo me había vuelto muy vulnerable.

—Tú tampoco lo tuviste y mira qué mujer tan maravillosa eres. Valiente, trabajadora, educada. Yo estuve sola cuando te tuve a ti, incluso mis padres me echaron de la casa. No estás sola Elena, tienes a tu madre. Mientras yo esté viva nada le faltará ni a ti ni a mi nieto o nieta.

—Te amo mamá—pronuncié cubriendo mis labios aun con lágrimas sobre mis mejillas.

—Y yo a ti. Siempre fuiste mi razón para seguir adelante y ahora ese bebé será la tuya. Ven para acá...

—Quiero ir a la boda. Verlo por última vez y si aun así frente a mis ojos se casa con ella, será el punto final con él para siempre. Necesito convencerme de que no me estoy precipitando, necesito verlo con mis propios ojos para así desengañarme por completo —le confesé.

—Está bien, pero sea lo que sea que pase ese día te estaré esperando en casa.

****************

Pasé dos meses esperando, la boda por alguna razón que desconocía, se adelantó. Ese día hice mis maletas y fui a la boda. Luego de que dijera sí acepto me iría para siempre de su vida y no lo volvería a verme nunca más.

Caminé entre los invitados hasta la primera fila y me senté, acaricié mi vientre que aún no se abultaba, pues era muy poco el tiempo de embarazo mientras esperaba llena de esperanzas que el hombre que amaba, el padre del bebé que cargaba en el vientre al verme allí se arrepintiera de su decisión y no se casara. La música que iniciaba la ceremonia se escuchó y al poco tiempo el novio estaba allí esperando a la hermosa mujer que desfilaba de blanco; sin embargo, de un momento a otro su vista se quedó fija en mí, puse nuevamente la mano sobre mi vientre mientras nuestras miradas se cruzaron, el cura empezó a hablar e hizo las preguntas, cuando llegó su turno de responder mi corazón saltó y sentí la criatura que cargaba en mi vientre moverse, imagino que por el estado de nervios en el que me encontraba:

—Aarón Brown acepta por esposa a esta mujer para amarla y respetarla en la riqueza y en la pobreza, en la salud y en la enfermedad hasta que la muerte los separe—su vista se dirigió nuevamente a mí lleno de dudas; sin embargo, volteó a mirar a la mujer que tenía al frente y respondió:

—Sí, acepto… —Mi corazón se hizo mierda y me prometí no volver a amar nunca a ningún hombre como lo amé a él. También me prometí que si algún día lo volvía a ver haría lo mismo que él: simplemente actuaría como si fuese un desconocido.

*****************

Seis años después:

Sentí que tocaron a la puerta, Ángela mi pequeña de seis años, estaba sentada con su muñeca y unas gafas puestas en el sofá. Era una niña muy inteligente y además se parecía mucho a mí. Abrí y allí estaba Eric, mi novio desde hacía unos ocho meses. Eric había inaugurado recientemente un Hotel junto a una prestigiosa compañía de arquitectos, un negocio a la mitad y ambos dueños habían decidido pasar con sus familias unas vacaciones de quince días para compartir y estrechar su amistad. Eric nos había invitado a nosotras y también a mi madre, que era quien se encargaría de cuidar a Ángela para que yo pudiera acompañar a mi novio en las cenas y eventos con sus nuevos socios.

—¿Ya están listas mis princesas? —preguntó cuando abrí . Sonreí y me besó y me dio un ramo de flores, detalles que eran habitual en él. Se acercó a Ángela con un paquete de gomitas.

—Para la princesita—pronunció.

—Gracias—dijo Ángela—pero no me gustan las gomitas.

—Ho lo siento, no lo sabía —se excusó apenado.

—Te lo dije la primera vez que viniste a esta casa...

—Ángela, —le llamé la atención—dámelas a mí, me encantan.—las tomé y él sonrió y fui a buscar a mi madre.

—¿Sabes algo? Mi papá era muy inteligente, no olvidaba nunca nada —dijo la niña a Eric.

—No era muy inteligente cuando dejó ir a tu madre—pronunció Eric.

—Un día él volverá a buscarla—dijo la niña basándose las gafas y mirando a Eric por encima de ellas.

—Eso ... ¿Te lo dijo tu madre?

—No pero lo soñé—exclamó la pequeña niña y él suspiró aliviado.

—Ángela quiero que seamos amigos.

—Y yo que dejes a mi madre—dijo cruzándose de brazos mientras bajaba las escaleras con mi madre.

La niña y mi madre subieron al auto y yo recogía unas cosas que me faltaban mientras Eric me ayudaba.

—Elena ¿sabes que Ángela quiere que terminemos? Me ha dicho que su papá volvería a buscarlas —me interrogó con la mirada.

—Te lo he dicho mil veces, ese hombre para mí murió y no, si lo que quieres saber es si he hablado con él, no lo he hecho—pronuncié.

—Al menos dime su nombre...

—No es necesario—lo interrumpí—vive al otro lado de la ciudad, a tres horas de distancia, no lo volveré a ver ni por casualidad.

—¿Y si te lo volvieras a encontrar? Si conociera a Ángela y quisiera volver...

—Eric—dije rodeando mis brazos en su cuello—ese hombre está muerto para mí, y yo te quiero mucho, me gusta la relación que tenemos, la mujer que soy a tu lado.

—Te amo Elena, no soportaría verte con alguien más —dijo besándome apasionadamente—esta noche cenaré con mi nuevo socio y quiero que vayas, quiero que todos te conozcan. El hombre es un crack en los negocios —habló con admiración mientras entrábamos al auto. —En los últimos tres años incrementó la herencia que su padre dejó al morir cinco veces. Sabe cuatro idiomas: Inglés, español, francés, italiano... Igual que tú...




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