La Prisión Sin Muros

Un Camino Diferente

Fernando entró al interior de aquel desconocido lugar sin saber si lograría regresar al mundo exterior ni entendía por qué obedecía las órdenes de esa mujer tan sumisamente por más palabra que tenga, pero lo cierto era que Elena tenía algo que inevitablemente conseguía cautivarlo . No podía negarle nada, tan sensilla como eso era su realidad.

A medida que iba avanzando la oscuridad lo iba envolviendo pero a su vez un destello azul le indicaba el camino a seguir. Continuos zig zag iban mariandolo pero sabía que no podía echarse atrás ya que de solo pensar en la decepción que sentiría Elena si regresaba con las manos vacías lo entristecía al punto de empujarlo a seguir su camino. Sin embargo llegó a un punto en el cual se le presento un dilema: el camino se dividía en tres partes y todos eran iguales ¿Qué haría ahora?

El aire era puro en las tres direcciones y nada le indicaba cuál camino debía seguir, no había ningún cartel ni siquiera una simple señal. Fernando miró hacia todos lados en busca de algún detalle que lo pueda orientar pero era en vano ya que allí solamente estaba él.

Tenía que elegir uno, debía tomar una desición por si mismo y afrontar las consecuencias. Solo esperaba poder volver sobre sus pasos para elegir otro en caso de haberse equivocado.

Selecciono el camino derecho debido a que lo tenía más cerca. No tenía un motivo específico para elegirlo así que no se lo pensó dos veces y se adentró a los abismos de lo desconocido en busca del mar de los recuerdos. Pero a medida que iba caminando solo veía camino y más camino, nada variaba. Nadie salía a enfrentarlo, solo estaba él y aquel interminable sendero que se extendía frente suyo.

Cuando sintió que el cansancio lo invadía se detuvo a tomar aliento pero al voltear vió que la entrada estaba detrás suyo a unos cuantos centímetros como si apenas hubiese dado dos pasos, pero a él le resultó interminable. ¿Cómo podía estar ocurriendo aquello?

Al querer volver comprobó que todo su cuerpo se paralizó, estaba inmovilizado. Incapacitado para volver atrás solo le quedaba seguir avanzando e intentar encontrar una posible salida.

Continuó su camino aunque no había variantes ya que éste seguía extendiendo frente suyo. Cuando Fernando sintió que estaba a punto de enloquecer debido a la desesperación una ventisca le acarició el costado del rostro, siguiendo la dirección del viento se dirigió a la pared pero cuando colocó su mano izquierda sobre la misma algo invisible lo succionó absorbiéndolo totalmente.

 




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