La Prisión Sin Muros

En El Inframundo II

SEGUNDA PARTE

Perséfone contempló a Fernando alejarse por aquel sendero gris oscuro sintiéndose renovada. Hacía mucho tiempo que no iba a ese lugar alguien como él. Ese muchacho era muy especial, valía la pena observarlo con más detenimiento.

Cayó en desgracia por la traición de su gemelo y ahora se había convertido en el títere de una mujer oportunista. Elena, quien lo aguardaba fuera de la cueva.

Perséfone frunció el ceño ¿Debería quitárselo? Fernando valía la pena pero era mejor dejar que las cosas pasen. En cuanto Elena recuerde su pasado querrá recuperar a su verdadero amor y allí hará acto de presencia ella.

Una misteriosa sonrisa se le dibujó en el rostro a Perséfone mientras planeaba la forma de arrebatarle a Elena su caballero andante
- Fernando serás mío - susurró con placer la joven soberana del Inframundo.

Luego de caminar durante varias horas Fernando comenzó a fatigarse aquel camino era monótono y eterno. No acabaría jamás ¿,Qué podría hacer? ¿Cuánto faltaba para llegar a la meta deseada?

El recuerdo de su amada familia volvió a su mente reconfortándolo, llegaría un momento en el que estarían los tres juntos nuevamente. No tenía la menor duda.

Repentinamente las imágenes de su esposa e hijo se tonaron cada vez más reales en su mente, podía escuchar sus risas, sentir el calor de sus abrazos. Le parecía estar viéndolos frente suyo y la alegría volvió a afloraba una vez más en su interior.

Ya no se sentía solo ni desolado, podía ver a su esposa caminar a su lado sonriéndole, dándole ánimos, diciéndole que siempre estaría a su lado.

- Fernando - dijo ella deteniéndose subditamente - Siempre te amaré - brillaba como si fuese un sol, hermosa como una estrella, él volvía a encandilarse al contemplarla - Y permaneceré a tu lado eternamente, no debes entristecerte ¿Comprendes? - ella acarició el rostro de él

- Comprendo 
- Así está mejor - ella señaló hacia su izquierda - Allí está el mar de los recuerdos

Cuando Fernando desvío la mirada para centrarla en el lago que se extendía hacia lo lejos supo que la imagen de su amada esposa se desvanecía.

Para cuando volteó nuevamente comprobó que ya no estaba allí. Suspiró hondo y profundo antes de proseguir la marcha. Llegó al lugar deseado pero no supo qué hacer, deteniéndose a orillas del lago contempló las oscuras aguas calmadas ¿cómo funcionaría? ¿Podría juntar un poco? De ser así ¿En qué las podría llevar a la superficie?

- ¿Tienes algún problema? - escuchó la voz de Persefone detrás suyo, él volteó y la contempló. Ella estaba espectante
- Debo llevar un poco de estas aguas afuera pero...no sé cómo ni dónde hacerlo

- Nunca dijiste que querías sacarlas al exterior
- Debo hacerlo ¿Podrías ayudarme? Por favor

- Con una condición - Fernando frunció el ceño al oír aquello - Que una vez otorgadas las aguas a la persona necesitada de ellas jajaja..... - el jóven no deseaba oír lo que vendría a continuación pero sabía que no tenia opciones al respecto - Regreses al Inframundo

- ¿Por qué?
- Esa es la condición
- ¿Qué quieres de mí?

- Muchas cosas - dijo mirándolo intensamente echo que desagrado al joven - Además tengo algo que de seguro desearás recuperar - aquello lo sorprendió tanto que la miró - ¿O me equivoco? 
- ¿Qué... qué quieres decir? No sé...no sé a qué...a qué te refieres

- Tu esposa - Continuó Perséfone con astucia - Entró a mi reino hace tan solo unos días ¿Acaso lo ignorabas?

- Perséfone - susurró el mirándola - ¿Serías capaz de...permitir que mi amada regrese a la vida?

- Cumple mi petición primero - contestó la diosa del Inframundo
- ¿Podré verla ?
- Si
- De acuerdo, vendré a tí entonces

- Acuerdate Fernando, tienes un trato conmigo. No me importa cuando lo hagas pero debes cumplirlo. Sea lo que sea lo que Elena te pida, cúmplelo y luego regresa a mí.
- Está bien

En sus manos apareció un jarrón de cristal. Él lo llenó con las aguas del recuerdo, no tardó mucho tiempo en salir del Inframundo y de la cueva azul.

Fuera, Elena lo aguardaba impaciente al verlo el alivio se reflejó en sus ojos dorados.
- Debes beberla toda - dijo Fernando - No tienes idea de lo que tuve que pasar para conseguirtela

Sin decir nada Elena bebió el agua completa. Un repentino temblor se apoderó de ella quien dejó caer la jarra al suelo haciéndose añicos.

 




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