La Profecía

Capítulo 1: La elegida

I don't know how but they found me.

 

El frío aire de la noche corre por mi rostro mientras froto mis brazos tratando de calentarme un poco. La niebla cubre todo a mi alrededor haciéndome imposible ver algo. Camino a ciegas con la sensación de estar siendo observada. Contemplo todo a mi alrededor buscando algo o a alguien, pero no logro ver nada.

Susurros de alguien pronunciando mi nombre llega a mis oídos. Busco la voz por todas partes tratando de ver quién es. Mí corazón palpita con fuerza en mí pecho. Un escalofrío corre por todo mi cuerpo erizándome la piel. El aire se hace más frío a cada segundo. De repente, siento la presencia de alguien parado detrás de mí. Intento darme la vuelta para poder verlo, pero parece que mi cuerpo entero se ha quedado pegado al suelo. No puedo moverme. Estoy congelada.

¡Despierta, Kate!susurra en mi oído. Mi corazón martillea con más fuerza, mi respiración se aceleran al segundo. Sudor frío comienza a caer por mi rostro. Cierro los ojos con fuerza concentrándome en escuchar mi propia respiración.

Lentamente, el sonido comienza a despertarme, abro los ojos encontrando el techo de mi habitación.

—¡Kate, despierta! Llegaras tarde a clase—mi madre grita despertándome por completo.

Trato de regular mi respiración lo mejor que puedo. Paso mi mano por mi cabello aún sintiendo el escalofrió por todo mi cuerpo.

—Solo fue una pesadilla—susurro tratando de tranquilizarme.

Encuentro el reloj a mi lado. Maldición. Tengo treinta minutos si quiero llegar a tiempo. Salto fuera de la cama corriendo directo al armario. Tengo que cambiarme lo más rápido humanamente posible si quiero lograr esto. Para mi mala suerte tengo una lucha contra el pantalón que no cede a quitarse. Los escurridizos se atoran en mi pie haciéndome caer al suelo.

—Estúpidos pantalones. ¿Por qué siquiera existen?—me levanto del suelo sintiendo el dolor en mi piernas.

Trato de nuevo con los pantalones. Esta vez ceden sin problemas. Rápido me pongo una blusa antes de correr al baño. Agarro mi cepillo de dientes llenándolo de pasta. Apresuro el paso corriendo al baño. Sin esperarlo mi dedo pequeño del pie decide golpearse contra la puerta.

Mis ojos hacer una capa de agua. De todos el pie decide ser él el herido. Es tan pequeño pero el daño es inmenso. Trago como puedo el dolor y enjuago mi boca llena de espuma. Alcanzo el cepillo para el cabello pasándolo por mi gran melena. Trato de arreglar los nudos que aparecieron durante la noche. Una vez que termino me veo en el espejo para asegurarme de que todo está bien. Puede que no esté perfecta, pero estoy lo que yo diría, presentable. Eso es suficiente para mí.

Estoy por irme cuando me doy cuenta de que aún tengo mis pantuflas puestas. Me las quito buscando con la mirada mis tenis. No logro verlos en ninguna parte. Busco por todo mi cuarto tratando de recordar que hice el día anterior. Llegue a mi habitación. Deje mi mochila en el escritorio. Luego me quite los zapato en el aire. Debieron de haber caído debajo de la cama.

Levanto las cubiertas para ver mejor. Bingo. Estiro mi mano lo suficiente para alcanzarlas. Los agarro sentándome en la orilla de mi cama. No desabrocho las agujetas ahorrando un poco de tiempo poniéndomelas de golpe. Cargo mi mochila en mi espalda. Corro escaleras abajo entrando a la sala donde tomo mis llaves de la mesa. Miro el reloj de la pared. Me quedan veinte minutos.

—¿No vas a desayunar?—mamá pregunta desde la cocina.

—No, ya voy tarde a clase. Te veo en la noche.

Cierro la puerta detrás de mí. Bajo por el porche corriendo. Subo a mi auto dejando mi bolsa en el asiento del pasajero. Después de asegurarme de que no viniera ningún coche, comienzo a manejar directo a la escuela.

La segunda campana suena en cuánto llego. Corro con la agilidad de un panda a mi primera clase. Todos ya están sentados en sus lugares en cuánto llego. Paso la mirada por el salón. Molly está sentada en su lugar usual a un lado de la ventana. Deja lo que está haciendo en su libreta y me mira con una gran sonrisa en su rostro. Le agradezco mentalmente por separarme un lugar. Me siento a su lado sin ver a nadie.

—Buenos días bella durmiente—dice muy alegre.

—Lo sé. Mi alarma me traicionó esta mañana—le explico.

El maestro Higgins no tarda en entrar al salón. Deja sus cosas en la mesa frente a él. Toma la tiza del pizarrón y comienza a escribir lo que veremos hoy. Romeo y Julieta. Una de las novelas más famosas de Shakespeare. Todos hemos estado esperando a que escriba ese título en el pizarrón. No solo haremos la lectura de la novela este año. También haremos la obra. Todas están muriendo por interpretar a Julieta. Susurros se escuchan por todo el salón en cuanto deja la tiza en la mesa.

-Se lo que todos están pensando. Me temo que tendrán que trabajar muy duro si quieren conseguir los papeles principales. Yo mismo, junto con otros dos maestros, seremos los jueces y no va a ser tan fácil como piensan.-pasa la mirada por todos en el salón. Su ojos se queda en mi por varios segundos antes de continuar.-Ahora volvamos a poner atención a lo que es importante.

Empieza a dar una corta biografía de Shakespeare. No tengo palabras para describir cómo me sentí en ese momento. Incomoda, creo. No sé porque me veía de esa forma.

—¿Vas a hacer la audición?—Molly pregunta tan pronto salimos del salón.

—No lo creo. Pensar en pararme en frente de toda esa gente donde pueden ver si cometo, aunque sea, un pequeño error. No gracias.

—Vamos. Va a ser divertido. Además, vi como Higgins te miraba. Obviamente ganarías el papel principal si quisieras.

—¿Qué va a ser divertido?—Jackson nos pregunta parándose a lado de Molly.

—Kate no quiere hacer la audición para la obra.




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