La Profecía

Capítulo 2: ¿Quién eres?

See the shadows rising all around,

Can't escape de fallout.

 

Me muevo sintiendo algo blando debajo de mí. El familiar olor me despierta. Abro los ojos viendo el techo de mi habitación. ¿Cómo rayos llegué aquí? Me siento de golpe haciendo que me llegue un horrible dolor de cabeza. Toco mi cabeza tratando de aliviar un poco el dolor.

El recuerdo de lo que pasó hace momentos me golpea como una cubeta de agua helada. Mi respiración se agita de nuevo. Me siento en la orilla de mi cama haciendo que me maree. Puedo sentir como mi cuerpo comienza a despertarse. Mi cuello comienza a doler por el golpe. Mi músculo aún tensos por el miedo.

—Tranquila—una voz dice alertándome. Me levanto de la cama buscando la fuente de la voz. 

Paso la mirada por mi habitación. Un hombre está sentado en la silla de mi escritorio. Me mira muy calmado. Como si estuviera estudiándome. Se levanta de la silla viendo las fotos colgadas en la pared.

—Son muy bonitas fotos las que tienes aquí.

Esos ojos. Son los ojos que vi antes de desmayarme. Estoy segura. Quiero agradecerle por haberme ayudado. Sin embargo que esté aquí en mi habitación pone a lado cualquier agradecimiento. 

—¿Quién eres?—pregunto sin rodeos. No aparto la vista de él. Todos mis sentidos en alerta.

—Mi nombre es Ethan Hunter—dice sin apartar la vista de las fotos. —¿Quién sabe qué te hubiera pasado si no hubiera estado ahí?

—¿Cómo llegue aquí?—ignoro lo que dijo. Finalmente me mira a los ojos haciéndome sentir completamente vulnerable.

—Estaba de paseo cuando te vi. No supe a donde más llevarte. Esa cosa que tienes en tu carro me ayudo a llegar aquí. Por cierto, es una cosa muy útil.

—¿El GPS?—pregunto. Él solo se limita a asentir. 

Miro el suelo recordando el choque. Mi carro completamente roto. Genial. Mamá me matará cuando no vea mi carro estacionado afuera. ¿Qué se supone que deba decirle? ¿Cómo le explicó porque no está aquí? Luego lo recuerdo. El hombre. El campo de fuerza empujándolo hacía atrás dejándolo inconsciente en el suelo.

—¿Quién era ese hombre?—pregunto teniendo la sensación de que él sabe algo y por suerte no me equivoco. 

—No es ningún hombre. El nombre de su especie es dragor—contesta con indiferencia. Lo miro confundida. ¿Acaba de decir especie? Continúa caminando por mi habitación mirando mis cosas con detenimiento. Trato de poner un espacio limitado entre nosotros. Apunta a mi atrapa sueños colgando en la cabecera de mi cama.—Muy bonito.

—¿Qué es lo que él... eso quería de mí?—digo sin creer lo que me está diciendo.

—Eres la elegida—me mira a los ojos esperando ver mi reacción.

—¿La elegida?—enarco las cejas.—¿Eso qué significa? ¿La elegida para que exactamente?

Abre la boca para contestar. Es detenido por el sonido de la puerta de la entrada abriéndose. Mamá está en casa.

—¿Qué quieres decir?—pregunto de nuevo.

—Tu madre estará aquí en cualquier momento.

¿Qué? ¿Cómo sabe que es mi madre? Se encamina a la puerta listo para salir. No. No puede salir por ahí o mamá comenzará a bombardearme con preguntas. Además, sé que sonará loco y descabellado, pero de algún modo me siento segura con él aquí. 

—No te preocupes. Estaré cerca. No dejare que nada te pase—se gira hacía la puerta dándome la espalda.—Me asegurare de eso.

Desaparece en frente de mí sin decir nada más. Él. Desapareció. Se evaporo en el aire como si fuera un fantasma. Me quedo parada mirando el vacío espacio incapaz de procesar lo que acabo de ver. No sólo desapareció en frente de mí. ¿También leyó mi mente? No. No puede ser. No hay manera de que supiera lo que estaba pensando. Debí haber hablado en voz alta.

Unos pasos acercándose a mi habitación me obligan a salir de mi estupor. Me siento de nuevo en mi cama tomando un libro que está encima de mi escritorio. Lo abro lo más rápido que puedo mareándome un poco. Entonces recuerdo el golpe en mi frente. Trato de cubrir la herida lo mejor que puedo con mi cabello.

—¿Kate?—mi madre pregunta asomándose por mi puerta. Me obligo a mí misma a concentrarme.

—¿Si mamá?—logro decir. Respira aliviada de verme en mi cama.

—Bash me comento que te fuiste de la escuela porque te sentías mal. Trate de llamarte, pero nunca contestaste el teléfono.

—Si. Este. Llegue aquí y tome una siesta es por eso que no respondí el celular. No es nada serio. Solo me sentí un poco mareada, pero me siento mucho mejor ahora—miento. Me mira por varios segundos inspeccionándome.—¿Vas a quedarte a cenar esta noche?—cambio el tema suplicando que no note el moretón formándose en mi cabeza.

—Lo siento cariño. Tengo que volver al hospital—dice con tristeza. 

Mi madre es enfermera en el hospital del pueblo así que estoy sola la mayoría del tiempo. Para este punto ya debería estar acostumbrada, sin embargo, no lo estoy.

—Dejé dinero en la cocina para una pizza. ¿Tal vez alguien pueda venir y comerla contigo?— dice intentando animarme. Eso solo puede significar una cosa. Pijamada. Pensándolo bien. Esa no es una mala idea. Dudo que pueda dormir sola hoy.

Mi madre se acerca a mí para abrazarme. Regreso el abrazo queriendo que se quede conmigo esta noche, pero sé que eso no es posible.

—Te quiero, cariño. 

—Y yo a ti mamá.

Me mira a los ojos verificando que estoy bien. Muevo la cabeza a un lado cubriendo el moretón. Si logra verlo me temo no poder darle una explicación razonable de cómo lo obtuve. Deposita un beso en mi cabeza antes de levantarse de la cama. 

—Si necesitas algo sabes dónde llamarme. Y por favor dile a Molly que no más pizzas exóticas. No quiero que se intoxiquen de nuevo. 

—Se lo diré—respondo con una sonrisa. 

Cierra la puerta dejándome sola en mi cuarto. No espero ni un segundo más sentada. Me levanto buscando mi celular. Lo encuentro encima del escritorio. Le mando el mensaje a Molly esperando que pueda acompañarme hoy. La idea de quedarme sola en casa no me gusta para nada. Espero su respuesta con ansias. 




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