La Profecía

Capítulo 13: Todo sucede por una razón

And I need your love

I need you here with me.

 

El camino al hospital se me hace eterno. ¿Qué le voy a preguntar cuando lo vea? ¿Será cierto todo lo que William me dijo ó solo estaba molestándome? Volteo a ver a Jackson en el asiento, le entrego a Boomer.

—Por favor cuídalo. 

—¿No quieres que vaya contigo?

—No dejan pasar mascotas, necesito que tu lo cuides por mi—mira al peludo en sus manos. No sé como, pero pareciera que Boomer le sonríe. 

—¿Qué hago si se convierte en... eso de nuevo?

—No te procures no lo hará. 

—¿Cómo estas tan segura?

—Porque se convirtió solo para protegerme. Dudo que lo haga de nuevo a menos que sienta que están en peligro. 

—Está bien. 

Abro la puerta saliendo de su coche. 

—Voy a quedarme aquí por si ocupas algo. 

—No es necesario, mi madre está aquí, puedo quedarme con ella. Recogeré a Boomer en cuanto pueda. 

—Está bien. Si algo más ocurre no dudes en llamarme. 

—Te lo prometo. 

Boomer ladra despidiéndose, me alejo de ellos entrando al hospital, doctores y enfermeras caminan por todas partes, el lugar esta lleno de familias esperando a que alguien les diga algo sobre su ser querido. Encuentro a Sara, una amiga de mi mamá, ordenando algunos papeles detrás del escritorio.

—Hola, Sara.

—Hola, Kate. Tu madre me dijo que vendrías. Está en el tercer piso—levanta la mirada un segundo para verme, frunce el ceño al ver mi ropa sucia.

—¿Te encuentras bien?—sus ojos viajan hasta mis manos manchadas.

—Estoy bien, gracias por la información—me apresuro a decir saliendo rápido de aquí.

Puedo sentir su mirada mientras me alejo. No volteo atrás ignorando todas las miradas de las personas que caminan a mi lado. Subo al ascensor hasta el tercer piso, busco a mi madre por todo el lugar en cuanto llego, logro encontrarla sentada en una silla afuera de una habitación. No tengo que decir nada.

—Está bien, el cuchillo no alcanzó a perforar nada. Solo necesita reposo.

Asiento aliviada. Miro la puerta delante de mí. Muevo la perilla para entrar en la habitación, pero ella me detiene antes de que logre abrirla. 

—No puedes verlo. 

—¿Por qué?

¿Acaso ella sabe algo que yo no? 

—Él es... No es alguien en quien confío. Puede estar aquí para hacerte daño. 

—Lo apuñalaron por mi culpa, mamá. Tengo que saber que está bien. 

—Solo te pido que tengas cuidado con él, no sabes su intenciones. 

—Lo tendré—le aseguro 

Entro al cuarto decidida a obtener respuestas, me sorprendo a mí misma conteniendo la respiración, mis ojos encuentran la cama. Allí está él, durmiendo. No tiene la camisa puesta, en cambio tiene una gasa en la espalda sostenida por un vendaje elástico que gira alrededor de su abdomen y espalda. No puedo evitar sentir una punzada de lástima.

—¿Kate?—susurra mi nombre. Despierta listo para atacar, pero el dolor lo detiene regresándolo a la cama. Pasa la mirada por el lugar cuando logra soportar el dolor.—¡Kate!—grita desesperado.

—Estoy aquí. Estoy bien—me acerco a él para que pueda verme, su expresión se relaja.

—Estas bien—susurra aún adormilado.

—Estoy bien—repito.

Lucha contra el sueño que lo obliga a cerrar los ojos de nuevo, levanta su mano en un intento por tocarme, como si quisiera asegurarse de que esto no es un sueño. Sin poder contenerlo más sucumbe al sueño, el dolor aún se refleja en su rostro mientras duerme. Un pequeño círculo rojo mancha el vendaje por la parte de atrás. Acercó mi mano a esa parte, las yemas de mis dedos tocan su espalda queriendo desaparecer la herida, una pequeña corriente eléctrica hace que retire la mano. Escucho como se queja en sus sueños, espero no haberlo lastimado más. Se remueve en su lugar, su cabello cae hasta su rostro cubriéndolo.

No puedo conseguir respuestas de él, no mientras este así. Me siento en la silla esperando a que vuelva a despertar. Estoy tan agotada que yo también me rindo ante el sueño.

Antes de lo que esperaba la luz del sol entra por la ventana levantándome. Escucho como la puerta se abre a mi lado, una enfermera no tarda en entrar. 

—Buenos días—saluda caminando hacia Ethan aún adormilado. 

—Buenos días—respondo estirando mi cuerpo, un dolor sordo en el cuello me hace recargarme en la silla de nuevo.

—Pero que...—la enfermera dice atrayendo mi atención.

—¿Qué pasa?—me levanto del asiento asustada.

—La herida... está mucho mejor—dice impresionada. 

Me paro a su lado para ver lo que ella. Tiene razón. La herida no está para nada como estaba ayer.

—Si sigue así, muy pronto podrá irse a casa—me informa antes de salir de la habitación. 

Ethan se remueve en su lugar, está despertando. Abre los ojos buscándome.

—Hola—dice casi en susurro. Quiero decirle tantas cosas, pero las palabras de William resuenan en mi cabeza tan rápido que no puedo evitarlas.—¿Qué pasa?

—¿Quién eres Ethan?—se que no es justo que le esté preguntando esto ahora, no después de todo lo que ha hecho por mi, pero necesito saber.—¿Quién eres en realidad?

Mira hacia el otro lado de la habitación. Segundos que se sienten como minutos pasan antes de que vuelva a mirarme. 

—Te diré todo, pero no aquí.

Miro la habitación, después a él. ¿En dónde si no aquí?  Extiende su mano para que yo la tome. La miro acercando mi mano hasta la suya, entrelaza nuestro dedos, saltamos fuera del hospital. Aterrizamos en un lugar oscuro, deja ir de mi mano.

—¿Dónde estamos?—una bombilla se prende iluminando la habitación. Estamos en una pequeña casa.

—Aquí es donde he estado viviendo.

Desaparece por un pasillo. La casa es pequeña, pero tiene todo lo que necesitas. Regresa con una camisa puesta. Se sienta en el sofá palmando el espacio vació que está a su lado, invitándome a sentarme. Me siento junto a él esperando. Evade mi mirada, lo que tenga que decir es claro que le es difícil decirlo. 




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