La Profecía

Capítulo 20: Retorno de la esperanza

I'm addicted to this jealousy

The fire in my heart is everything.

 

—Está perdiendo su tiempo.

—No lo sé, Ethan. Piénsalo.

—Conozco a Blake y sé qué hará todo lo que esté en su poder para asegurarse de que pague por haberlo traicionado, él no olvida las traiciones.

—Es tu hogar, ellos son tu familia, si quieres regresar con ellos lo entendería.

—Lo dice la persona que se molesto cuando pensó que la había dejado por su hermano—muerdo mi labio, recuerdo lo traicionada que me sentí. Se acerca a mí en la cama, se arrodilla para quedar a mi altura.—Tu eres lo más importante y preciado que tengo en este momento, no pienso dejarte—abro la boca para hablar, me da un beso en los labios mandándome callar.—Nada de lo que esa bonita boquita tuya puede decir me hará cambiar de opinión.

Dejo el tema por la paz, me acomodo en la cama deseosa de un descanso, quiero cerrar los ojos y dormir un poco, pero por más que trato no puedo evitar preguntar.

—Por cierto, ¿quién es ella?

—Ella es la primer dragor que Blake creo. Ella se convirtió en mi primera amiga—explica sentándose a mi lado.

—No creo que ella te vea como un amigo.

Recuerdo la manera en que me miraba, cómo si estuviera celosa.

—Pero yo sí, y eso él lo único que importa.

Llega a mi mente el escabroso momento que pasé hace unos minutos en la habitación de Bash.

—Tengo que decirte otra cosa.

—Por el tono de tu voz creo que no me va gustar—no estoy segura de como tome esto.—Como sabes fui a ver a Bash a su habitación...—su cuerpo se tensa, su expresión cambia al segundo, espero que diga algo, pero no lo hace, me deja continuar hablando.— Comenzamos a hablar de todo lo que paso en Condor.

—Si...—me mira interesado en escuchar mis siguientes palabras.

—Él... me beso.

Asiente lentamente procesando mis palabras, aparta la mirada fijando su vista en algún punto en frente de nosotros.

—¿Aún lo quieres?

—Si, le quiero. Después de todo, compartimos muchas cosas juntos—su expresión se entristece, pongo mi mano en su hombro, sigue sin voltear a verme.—Lo quiero como un hermano.

Su cuerpo se relaja al igual que su rostro, encuentro su mano, enredo mis dedos en los suyos acariciándolo.

—Sabes que él no te ve solo como un amiga.

—Pero yo sí, y eso es lo único que importa—repito sus palabras.

—Ambos sabemos que él ha sido algo más que un amigo y no es el mismo caso que el mío.

—Lo sé—admito.—¿Recuerdas lo que me dijiste la otra noche? Sobre tu y yo.

—Si—dice aún molesto por el hecho de que Bash me haya besado, pero al menos ya conseguí que me mirara.

—Me haces sentir algo que no había sentido antes, ni siquiera con él—como si su cuerpo fuera un imán para el mío, me acerco a él sin poder evitarlo.—Quiero estar contigo.

Sus ojos se clavan en los míos robándome el aliento, el retumbar de mi corazón contra mi pecho vuelve sin intención de irse pronto, siento como si tuviera mariposas revoloteando en mi estomago. Ethan no se mueve, me mira por lo que se siente como una eternidad. La esquina de sus labios se eleva formando una sonrisa.

—Te amo.

Junta nuestros labios sin darme tiempo de reaccionar. El beso está lleno de pasión, como si quisiera borrar el beso que Bash me dio con el suyo. Pasa su mano por la parte trasera de mi cuello atrayéndome a él. Mi cuerpo responde de forma automática, sostengo su rostro entre mis manos sin tener suficiente de él. Su boca reclama la mía sin piedad, intensificando el beso. Se mueve en su lugar haciéndome retroceder hasta que mi espalda choca contra la cama. Ethan se acomoda encima de mí.

Mis manos encuentran su cabello acariciándolo, revolviéndolo. Una de sus manos baja hasta mi cadera, su pulgar me acaricia con afecto. La fabrica de mi blusa sube cada vez más revelando más mi piel. Sus labios bajan por mi cuello depositando pequeños besos, pero eso no es suficiente para mí. Quiero más de él.

Me levanto lo suficiente para que pueda desprenderme de mi blusa, lo cual hace sin ninguna dificultad, la tira a un lado de la cama. Hago lo mismo con su camiseta juntando nuestra ropa en el suelo. Ahora soy yo quien une nuestros labios desesperada por sentirlo de nuevo. Mis manos acarician su trabajado cuerpo sin titubear, su piel caliente en contacto con la mía envía corrientes de energía por todo mi cuerpo. Sus labios se aventuran más allá de mi boca, deja besos húmedos por mi cuello, bajando por pecho, mis costillas, arqueo mi espalda cuando ciento su labios por mi estomago, bajando hasta mi vientre mi vientre, luego...

—Su alteza—Owen llama a la puerta. Lo ignoro sin querer que esto acabe.—Tengo noticias.

Nos quedamos congelados en la cama, los ojos de Ethan conectan con los míos. No necesito decir nada, se aparta de mí llevándose la sensación de calor con él. Se arrodilla en el suelo para recoger nuestra ropa. Me entrega la blusa poniéndomela de nuevo. Al igual que yo, él se pone su ropa para poder atender a Owen, que aún espera impaciente en la puerta. Arreglo mi cabello lo mejor que puedo, respiro hondo recuperando el aliento. Encuentro a un muy cansado Owen al otro lado.

—Su alteza—hace una pequeña reverencia.—Lamento molestara.

—¿En que puedo ayudarle?

—Vengo a anunciarle que el consejo arreglo todo para que mañana se haga una fiesta de bienvenida en su honor. Es más que nada para que los aldeanos vengan a conocerla.

—¿Cómo?—pregunto segura que escuche mal.

—Creemos que es una buena idea para mantener la esperanza en ellos, la esperanza de que todo estará bien—sus labios hacen una fina línea.—Los rumores de lo que pasó con la reina no tardaron en esparcirse, muchos tienen miedo y no es para menos.

—Entiendo—digo nerviosa.




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