La Profecía

Capítulo 27: La distracción

Looking my fears in the face

I'm done playing it safe
 

No sé cuántos días han pasado desde la extracción, por alguna razón no he ido de nuevo. Mientras los orcos siguen torturando a los aldeanos Jack y yo hemos ideado un plan para salir de este asqueroso lugar. Una noche, sin saber lo que estaba haciendo, me desprendí de mi cuerpo tal y como lo hice cuando me encontré con Alexa en los baños de mujeres. Pude traspasar las barreras que nos mantienen cautivos, mi alma deambulo por los pasillos de este calabozo buscando la puerta secreta en la que entramos. 

Me costó trabajo mantenerme fuera de mi cuerpo. No fue fácil. Después de varios intentos logre ir un poco más allá del pasillo, pude reconocer el lugar y poco a poco encontré la puerta en donde entramos juntos con Ethan. Un nudo se asienta en mi estomago y un peso oprime mi pecho siempre que lo recuero, no tengo idea de lo que han hecho con él, no he sabido nada de él desde que Blake nos encontró. Una parte de mi me se aferra a la idea de que esta bien, de que mi hermano no le ha hecho nada y sigue con vida, de lo contrario ya lo sabría. ¿No?

—Tenemos que hacerlo mañana—Jackson susurra para que nadie más pueda oírnos.—Si seguimos esperando, me temo sea demasiado tarde para toda esta gente. 

—Bien. 

—¿Recuerdas lo que tienes que hacer?

—Hablar con Blake, distraerlo el tiempo suficiente para que tú y los demás logren salir de aquí—observo a todos descansando en el frio suelo. 

—Sabrán que nos hemos ido—responde después de unos segundos. 

—Para el momento en que lo descubran ya estarán lejos de Condor—afirmo. 

—Y tú detrás de nosotros, ¿verdad?—asiento, aunque no estoy muy segura de que eso sea posible. Mis poderes regresaron, no cómo antes dado que aún tengo un poco de ese líquido que los bloquea en mi sistema, pero lo suficiente para defenderme y escapar, Blake sigue siendo más fuerte que yo.

—Tienes que asegurarte de que mi madre salga de aquí con vida.

—Lo prometo, Katie—su mirada esta afligida y luce agotado.—Ahora descansa, mañana será un largo día.

—Lo sé, pero no puedo dormir.

—Trata. No has dormido en días.

Es verdad. Siento cómo mis ojos pesan, círculos negros comienzan a formarse debajo de ellos, pero no puedo cerrarlos sin recordar el dolor de aquella habitación de extracción, la sangre en el suelo, en mi ropa, la herida aún sigue abierta a pesar que he intentado sanarla. 

—Lo intentaré—termino por decir.—Tu haz lo mismo

Asiente cansado. Se da la vuelta acomodándose en el suelo. 

A los pocos minutos se queda profundamente dormido, observo a mi madre a unos pasos de nosotros igual dormida, su ceño se contrae cómo si estuviera sufriendo en silencio. Me acerco a ella acariciando su hombro transmitiéndole toda la paz que puedo, poco a poco su expresión se suaviza. 

Me recuesto a su lado rezando por que todo salga bien, puedo sentir como los minutos pasan, por más que lo intento no puedo conciliar el sueño, los pensamientos rondando mi cabeza no me lo permiten. Justo cuando siento cómo el sueño por fin me inunda, unos golpes en las rejas me despiertan de golpe. Encuentro la mirada de Jackson preocupado. Ha comenzado el plan. 

Me levanto del suelo viendo como los orcos comienzan a entrar por las puertas, me acerco a ellos mostrando toda la seguridad que puedo. 

—Tend poura log onareh—empeizo a decir—Sova tag.

Los orcos se miran debatiendo entre llevarme o no, terminan por tomarme de los hombros arrastrándome afuera al pasillo, esta vez me llevan por otro, la luz se vuelve más clara a medida que nos acercamos, entrecierro los ojos acostumbrándome al cambio de luz que logra lastimar un poco mis ojos. Sin ningún aviso siento un golpe en la cabeza, caigo al suelo quedando en completa oscuridad.

Mi cuerpo duele, principalmente la cabeza, arrugo la nariz al sentir un pinchazo en la parte trasera, parpadeo varias veces despertando. Me enderezo en mi lugar averiguando en dónde estoy, el sillón debajo de mí es cómodo y grande, la luz es tenue, el olor a algo quemado inunda mis fosas nasales. 

—Por fin despiertas—esa voz dice a unos pasos de mí. 

Mis ojos se posan en él sosteniendo una botella de vidrio, vertiendo alcohol en un pequeño vaso. Sostiene el vaso ya lleno, le da un gran trago saboreándolo en su boca, conecta sus oscuros ojos a los míos, trago saliva con fuerza al ver la frialdad en ellos, me mira cómo si estuviera estudiando a su presa, en este caso su presa soy yo. 

—Me han informado que querías hablar conmigo—su voz es seria provocándome un escalofrío.

Se acerca con sigilo hasta mí, por un momento creo que hará algo contra mí, sin embargo termina sentado a mi lado jugando con el líquido en el vaso. Lo miro con temor, el hermano que alguna vez creí tener no se parece en lo absoluto al ser que esta a mi lado. Puede que no recuerde mucho de mi pasado, pero si lo suficiente para saber que él no siempre fue así, que en algún momento fuimos muy unidos, fuimos cómplices. Ahora no queda más que una mala versión de él, una versión que desconozco y me aterra. 

Rompe de nuevo el silencio, al ver que me mantengo muda. 

—Ya sabes por qué estoy haciendo todo esto. 

—¿Qué? Extraer nuestra sangre hasta que estamos demasiado enfermos o cansados para continuar y morimos—contesto enojada. La comisura de su labio se mueve formando una pequeña sonrisa.

—Todo eso es por el bien mayor, hermanita ¿No lo ves? Puedo hacer que todos ellos sean más fuertes, más rápidos y mejores de lo que ya son. Tan solo necesito un poco de su sangre para hacerlo. Los estoy ayudando.

—¡Los estas matando!

—Necesitas sacrificar a algunas personas por el bien de los demás. Tienes que entender eso, Katherine. El poder que le estoy regalando no es para todos. Los que no pueden soportar el proceso no son dignos de todo este poder.




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