—¿¡Qué es todo esto?!—pregunto maravillada, viendo el gran árbol frente a mí, me recuerdan a los de mi hogar, solo que estos parecen estar incendiandose con diferentes llamas diminutas de colores, sin llegar a quemar el árbol en su totalidad.
—Es un pino de navidad—aclara mi madre sosteniendo mi mano con fuerza.
—¿Qué es eso?
—¿Qué amor?
—La navidad, ¿que es?
—¿Recuerdas como nosotros tenemos nuestras festividades en casa, como tu cumpleaños o el de Jack, o el día que vuelve a empezar el año?
—Si.
—Bueno, las personas aquí tienen otras festividades, una de ellas es la navidad, llenan todo de colores y regalos, para después pasar la noche juntos con sus familias.
—¿Regalos?—pregunto ilusionada.
—Si.
—¡Yo quiero regalos mami! ¡Muchos regalos!—salto emocionada, ella ríe caminando conmigo de vuelta a casa.
—Tranquila mi pequeña saltamontes, primero debemos llegar a casa, Jack nos está esperando.
—¿El tiene mis regalos?
—Si, además de una sorpresa.
—Entonces vamos—jalo su brazo para invitarla a ir más rápido, mamá se burla de mí, pero no me importa, ya quiero llegar a casa.
Soy yo quien abre la puerta cuando llegamos, entro corriendo a la casa, me detengo de golpe al ver una versión más pequeña del gran árbol, es hermoso, tiene figuras circulares por todos lados, el fuego de colores lo ilumina todo.
—¿Te gusta pequeña?—aparece Jack de la nada a mi lado mirándome expectante.
—¡Me encanta! Es hermoso—chillo saltando en mi lugar, no puedo apartar la vista de él, es lo más bonito que he visto.
Mi amigo se inclina un poco para llegar a mi altura.
—Me alegra que te guste—besa mi mejilla. —También te tengo otra sorpresa.
—¿¡Regalos!?—lo miro emocionada.
Ríe con fuerza, niega con la cabeza revolviendo mi cabello.
—Los regalos son hasta mañana, cabezona—hago un puchero triste.—Aunque podríamos adelantalos un poquito—guiña un ojo.—Pero primero mi otra sorpresa, estoy seguro que te va a encantar.
Se levanta y ayuda a mamá con las bolsas para llevarlas a la cocina, yo me quedo embelesada viendo las decoraciones que le puso a la casa, hay muñecos por todas partes, uno en especial llama mi atención, es un venado pequeñito, muy bonito, y tiene una cereza en su nariz, en su collar tiene como nombre Rudolph.
Agarro a Rudolph jugando con el poco pelaje que tiene.
—¿También te gusta la navidad?—observo sus ojos cafés grandes y redondos, el muñeco tiene una sonrisa grande.—Creo que a mi empieza a gustarme también.
—¿Qué haces, Katie?—Jack sale de la cocina sosteniendo una taza con algo caliente dentro.
—Juego con Rudolph, mira, es mi nuevo amigo—extiendo la mano con mi muñeco para que pueda verlo.
—Muy bonito tu amigo peludo.
—Lo es—acaricio mi muñeco feliz, luego veo la taza que tiene Jack entre manos, cosas blancas flotan hasta arriba a punto de caerce. —¿Qué es eso?
—¿Quieres probarlo? Sabe delicioso.
—Si, si quiero—mi boca se hace agua cuando un delicioso aroma llega a mi nariz, me acerco a él para beber de ese extraño líquido.
—¡Jackson, estas advertido, si esa niña no se duerme a las 9 te toca cuidarla!—grita mi mamá desde la cocina.
—Si, si, yo cuido a tu saltamontes—regresa su vista a mi.—Ahora, debes tener cuidado porque esta muy caliente, ¿de acuerdo?
—Si—asiento una y otra vez.
Mi amigo acerca la taza a mi boca con cuidado, bebo un poco del líquido con esa cosa blanca pegajosa, abro los ojos como platos al probarla, creo que he descubierto la octava maravilla, ¿qué digo?, la tercera maravilla.
—¿Te gustó?—Jack pregunta con cautela.
—¡Quiero más!—agarro su mano regresando la taza a mí, él no hace más que reírse de mí.
—Tranquila, te vas a quemar—aparta el delicioso manjar de mí.
—¿Qué es esto?
—Chocolate caliente con malvaviscos.
—Quiero más de eso—apunto con el dedo.—Y Rudolph también quiere probarlo.
Sonríe.
—Esta bien, traeré más para Rudolph...—lo miro haciendo un puchero, cubriendo mi labio inferior con el de abajo.—Y para ti, pero que sea nuestro secreto.
—Si. Secreto. Shhh—pego mi dedo a mis labios al igual que él.
Termino bebiendo más de ese chocolate, calentando mi cuerpecito por lo caliente que esta, pero no me importa, es mi nueva adicción, aunque mamá se oponga. Comemos pollo, pasta, y pan todos reunidos en la mesa. Yo solo miro el reloj ansiosa por que ya sea mañana y recibir mis regalos, mamá dijo que debía ir a dormir para que se me pasé el tiempo más rápido, pero no puedo, estoy emocionada por saber lo que encontraré debajo del árbol.
A media noche escucho a alguien abrir mi puerta, cierro los ojos fingiendo estar dormida, los pasos se acercan a mí.
—Se que estas despierta pequeña traviesa—susurra Jack, sonrío abriendo los ojos, nunca puedo engañarlo, siempre sabe cuando finjo. —Mi regalo para ti.
Me entrega un cuadrardo mediano, envuelto con muchos venados en el papel, se parecen a mi muñeco por la nariz de cereza que tienen.
—¿Qué es?
—Tendrás que abrirlo para saberlo.
Rompo la decoración desesperada por saber que hay dentro, grito de emoción cuando lo veo.
—Shh, vas a despertar a mamá.
Son unos guantes morados, lo que tanto quería cuando fuimos a la tienda y mamá se negó a comprármelo, tambien hay una bufanda grande y un gorrito del mismo color. No lo dudo ni un segundo y me los pongo todos.
—Feliz navidad.
—Feliz navidad, Jack—lo abrazo con fuerza, deja un beso en mi cabeza, regresando el abrazo.—Gracias por mi regalo, yo... yo no tengo nada para ti—me disculpo triste.
—No necesito nada, tu eres mi mejor regalo, te quiero mucho Katie.
—Y yo a ti—lo abrazo de nuevo.
—Ahora ve a dormir que si no mamá se enoja.
—Esta bien—me recuesto de nuevo en mi cama, Jack se encarga de arroparme de nuevo, deja un beso en mi frente cargado de amor.
—Dulces sueños, pequeña.
—Buenas noches, Jack.
Se despide saliendo de mi cuarto, este es la mejor primer navidad que pueda tener en la vida. Abrazo a Rudolph, durmiendo con una gran sonrisa en mi rostro.
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Editado: 24.12.2022