Jadeando y con un dolor intenso en el costado izquierdo, llegué corriendo hasta el claro donde estaban los tres árboles caídos. Mi corazón palpitaba con fuerza y me zumbaban los oídos. En contraste, Gwyddion estaba sentado tranquilamente, con las piernas cruzadas en el suelo en medio del triángulo. Tenía los ojos cerrados y parecía estar en un estado de paz y armonía. Al escuchar el tumulto de mi llegada, se palpó el cuello, comprobando que el torque de oro con la perla engarzada estuviera en su lugar, abrió lentamente los ojos como si los párpados le pesaran y me miró con un rostro que no denotaba emoción alguna.
—Siéntate frente a mí— dijo con voz suave.
Aún respirando con esfuerzo y con las piernas temblorosas, pasé por arriba de uno de los troncos y entré en el triángulo. Me senté frente a él, tratando de calmarme. Cuando pude respirar más normalmente, articulé:
—Algericock dice que eres mi padre...
Él asintió lentamente con la cabeza.
—¿Cómo es posible? ¿Cómo fui a parar a otro mundo? ¿Por qué fui a parar a otro mundo?— se amontonaron mis preguntas.
Gwyddion levantó la mano derecha como para frenar las preguntas.
—Respira hondo— comenzó— y tranquilízate. Voy a responder a todo.
Asentí, largando todo el aire de furia que tenía adentro. Inhalé lentamente, con calma.
—Para que entiendas tu historia, debo hablarte de tu madre— comenzó él. Reacomodé mi cuerpo sobre el suelo. Toda mi atención estaba en sus palabras.
—Su nombre era Marga. Marga tenía una habilidad especial: podía ver eventos en el fluir del tiempo.
—¿Qué significa eso?
—Tu madre era una profetisa.
Entrecerré los ojos, incrédulo. Gwyddion me ignoró y continuó:
—Antes de que nacieras, Marga ya había tenido terribles visiones sobre tu advenimiento. Cuando naciste, sus visiones solo empeoraron.
—¿Qué fue lo que vio?
—Tu destrucción. Estuviste en peligro desde el primer minuto de vida. Yo no podía permitirlo, así que te envié a un lugar alejado y te negué tu identidad. Pero aunque parezca desalmado, todo lo hice para salvarte de un destino horrendo. Poco después, antes de morir, Marga profetizó que volverías. Todos estos años, pensé que había logrado evitar que la profecía se cumpliera. Pero me equivoqué.
—Pero Strabons dijo que este era mi lugar, mi destino...
—No sé quién es Strabons, pero tenía razón: este es tu destino. Pero no es un destino agradable.
—¿Qué me va a pasar ahora?
—No lo sé. Pero creo que si te quedas conmigo, es posible que ahora que tengo más experiencia, pueda protegerte.
—¿Protegerme cómo? ¿De qué?
—Marga era una persona especial.
—¿Qué tiene eso que ver?
—Marga tenía una habilidad especial. Una habilidad que no era común a cualquier persona. Al haber nacido de ella, tú también tienes una habilidad.
Negué con la cabeza.
#709 en Fantasía
#469 en Personajes sobrenaturales
#1137 en Otros
#50 en Aventura
Editado: 24.03.2018