La Profecía De La Llegada - Libro 1 de la Saga De Lug

SEGUNDA PARTE: El Marcado - CAPÍTULO 13

Ayudé a Gwyddion a recostarse contra uno de los troncos caídos para que se recuperara. Al cabo de unos minutos, me sonrió débilmente.

            —¿Qué pasó?— pregunté suavemente.

            —Abrí tu mente para que te conectaras con tu habilidad. La puerta ha sido abierta.

            —Por un momento, sentí que iba a perderme para siempre.

            —Aún debes trabajar en ella para desarrollarla, aprender a controlarla. Pero cuéntame, ¿qué fue lo que sentiste?

            —¿No lo sabes? Creí que estabas ahí, guiándome.

            —Solo abrí la puerta. No pude percibir mucho más. Cuando advertí que el contacto con tu piel se sentía frío, supe que había algo que no estaba bien. Intenté traerte de vuelta.

            —Me salvaste.

            —¿De qué?

            —De la oscuridad.

            —¿Oscuridad?

            —Primero me conecté con un árbol, luego con un pájaro. Fue sublime. Primero solo los observé, pero luego doblegué sus voluntades a la mía y logré que me obedecieran.

            Gwyddion me miró aterrorizado.

            —Luego entré en tu mente— continué—, pero había una barrera. Quité la barrera y sentí una fuerza oscura que me invadía. Supe que si no salía de ahí, moriría. Tu voz me guió de vuelta. Tu voz me salvó de la oscuridad. Gracias— dije con una sonrisa.

            Pero mi gratitud pareció horrorizarlo aún más. Con una mano temblorosa, agarró fuertemente el torque de su cuello, los nudillos blancos en los dedos que aprisionaban la joya con desesperación.

            —¿Por qué los dos llevan esa joya en el cuello?— pregunté.

            —Será mejor que volvamos a la casa. Algericock debe estar preocupado— dijo él, poniéndose de pie con dificultad.

            Enlacé mi brazo con el de él para ayudarlo, pero él rechazó el contacto de una manera un tanto brusca.

            —¿Hice algo malo?— pregunté, desconcertado.

            —Vamos a la casa. Creo que necesito un poco del té de Algericock— fue su respuesta, mientras se encaminaba hacia el valle por el sendero.

            No entendía bien lo que había pasado, pero podía percibir que algo no estaba bien, y que fuera lo que fuera, era mi culpa. Tenía un nudo en la garganta. De alguna manera, había decepcionado a mi padre. Intenté averiguar cómo, pero Gwyddion no contestó a ninguna de mis preguntas durante el camino por el bosque. Tenía que arreglar aquello. No podía dejar que lo que había hecho me enemistara con mi padre, no después de haber estado más de veinte años separados. Tal vez Algericock pudiera ayudarme.

            Al salir del bosque con su dosel de hojas, presté atención por primera vez a la posición del sol. Ahora entendía por qué Gwyddion había dicho que Algericock debía estar preocupado. Calculé que la experiencia en el bosque había durado más de seis horas. ¿Cómo era posible? A mí me había parecido que no había pasado más de media hora, o tal vez una.

            Al entrar a la casa, Algericock se dio vuelta con un frasco en la mano y una mirada de claro reproche. Se dirigió a la chimenea y dijo:

            —Quinta vez que caliento su almuerzo que ya casi es cena.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.