La Profecía De La Llegada - Libro 1 de la Saga De Lug

SEGUNDA PARTE: El Marcado - CAPÍTULO 21

Dana miró el cielo a través de los vidrios rotos.

            —Pronto oscurecerá. Será mejor que busque un poco de leña para hacer fuego. ¿Por qué no te recuestas y descansas hasta que vuelva?

            —Debería ayudarte— dije, amagando a levantarme del suelo.

            —Si sigues esforzándote, mañana estarás en peor estado que hoy. Necesitas descansar para que las heridas sanen más rápido, especialmente las costillas rotas.

            Asentí. El dolor había disminuido un poco con la faja, pero cada inspiración de aire se sentía como mil agujas penetrándome el costado derecho.

            —Usa mi cama— dijo ella y salió por la puerta.

            Dana volvió después de una media hora. En minutos, prendió el fuego y puso una cacerola con agua a calentar para hacer té. Había conseguido también unas hojas y agujas de pino que amontonó en el rincón opuesto al que yo estaba acostado. Luego, sacó una manta de su mochila, la que tenía un pedazo recortado que ahora era mi faja, y la colocó sobre las hojas, armando una cama nueva.

            —¿Qué voy a hacer ahora?— suspiré recostado boca arriba en la cama de Dana.

            —Lamento haber eliminado tus opciones— dijo ella.

            —Eran muy malas de todas formas— admití, levantándome a medias, apoyado en un codo. Mi respuesta la hizo sonreír.

            Me alcanzó una taza de té y se sirvió una para ella.

            —Bueno— comenzó ella—, ahora que ya no puedes huir ni quieres morir, ¿estás listo para escuchar el mensaje?

            —¿Qué mensaje?

            Dana revoleó los ojos, sacudiendo la cabeza y simulando impaciencia.

            —Soy la Mensajera. No crucé todo el Círculo para tomar aire fresco. Mi padre me envió para que te diera un mensaje.

            Me senté más derecho y apoyé la espalda contra la pared.

            —Soy todo oídos.

            Dana se reacomodó el vestido y puso cara solemne. Luego comenzó a recitar:

            —Estas son las palabras del Manuscrito de los Orígenes: “Lug conoce la opresión porque la vivió la mayor parte de su vida: es por eso que no permitirá la opresión de otros. Lug valora la libertad porque sabe lo que cuesta conseguirla: por eso no permitirá que a otros les sea quitada. Lug encontró su propia liberación: es por eso que puede ayudar a liberar a otros. Lug comprendió que la culpa tiene redención: es por eso que ayudará a redimir a otros. Lug encontró la verdad: es por eso que ayudará a otros a encontrarla también. Lug es el Señor de la Luz: es por eso que a su paso la oscuridad se desvanecerá. Lug estaba perdido, pero ha sido encontrado. Si Lug se encuentra a sí mismo y se acepta, podrá encontrar y aceptar a otros. Si Lug se deja guiar, podrá luego él guiar a otros. Ese es el día en que el Círculo por fin será liberado de las fuerzas de la oscuridad, para poder ser guiado por el Señor de la Luz.”

            Dana hizo un silencio. La enormidad de todo aquello me dejó sin aliento. Tomé un sorbo de té para calmarme. Ella continuó:

            —Yo he sido enviada para buscar y encontrar al Elegido, al Marcado, a aquél que todos conocerán por Lug. Mi misión es ser su guía y protección por el tiempo que sea necesario, hasta mi muerte o hasta que Lug decida que mis servicios han terminado.

            —Yo no soy Lug— dije débilmente.



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En el texto hay: mundos paralelos, fantasiaepica

Editado: 24.03.2018

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